El 19 de enero de 1809, en Boston, nació Edgar Allan Poe, para muchos el mejor escritor de terror y misterio del siglo XIX.

Como muchos artistas, su obra no fue reconocida en vida del escritor. Constantemente desempleado, ludópata y alcohólico, pasó penurias económicas y la muerte de su esposa.

Escritor emblemático del neogótico del siglo XIX, Edgar Allan Poe marcó un antes y un después en la literatura de horror y dio inicio al género policíaco. Fue autor del relato en verso “El cuervo” y de cuentos en prosa igual de célebres como “El gato negro”, en los que conduce al lector por los recovecos de la mente de sus personajes macabros. Es reconocido como el padre del cuento literario contemporáneo.

Al año de nacer su padre abandonó a la familia. Al poco tiempo, su madre murió de tuberculosis. Edgar quedó huérfano, junto a sus dos hermanos. El hermano mayor fue adoptado por sus abuelos en Baltimore. Edgar pasó a vivir con John Allan y Frances, un matrimonio de Richmond. Éstos eran amigos de otro matrimonio, que acogió a su hermana pequeña.

En esta familia pasó los mejores años de su vida. Aunque le acogieron, no le llegaron a adoptar. Sí le dieron su apellido y pasó a llamarse Edgar Allan Poe. A los seis años de edad Edgar se trasladó con su nueva familia a Inglaterra. Vivió primero en Escocia y posteriormente en Londres. Cuando tenía 11 años volvió a Estados Unidos. En este país recibió una educación en los mejores colegios.

En 1839 escribió “Tales of the Grotesque and Arabesque (Cuentos de lo grotesco y arabesco)”, su sexto libro, que se publicó en dos volúmenes que incluían algunas de sus obras más emblemáticas, como “La caída de la Casa Usher”, que inspiró la serie de Netflix del mismo hombre, y “Ligeia”.

Desarrolló el germen de lo que posteriormente se conocería como novela policíaca con “Los crímenes de la calle Morgue”. Pero el éxito llegaría en 1843 con “El escarabajo de oro”, y en 1845 con “El cuervo y otros poemas”, tal vez su obra más emblemática, publicada el 29 de enero de 1845, por lo que este mes se celebra su 179o. aniversario.

El texto narra la misteriosa visita de un cuervo parlante a la casa de un amante afligido, y del lento descenso hacia la locura de este último. El amante, que a menudo se ha identificado como un estudiante, llora la pérdida de su amada, Leonora. El cuervo negro, posado sobre un busto de Palas Atenea, parece azuzar su sufrimiento con la constante repetición de las palabras “Nunca más” (Nevermore).

Piensa que el cuervo es una criatura demoníaca y le ordena que se vaya, sin embargo éste no se va y se queda allí para siempre, dejando al narrador con profunda soledad y tristeza, sabiendo que “nunca más” saldrá de la sombra de la soledad.

“‘El cuervo’ no es mi poema favorito, lo leí hace mucho tiempo y varias veces, pero mi última relectura fue muy rica, de mucha reflexión, porque finalmente ¿qué es para mí el cuervo? Es la conciencia de la finitud, es como el duende que dictaba a los escritores, el Pepegrillo de nuestra conciencia, el ángel que le habla a los católicos… yo creo que todos tenemos un cuervo que nos llega a decir en algún momento ‘nunca más’”, dice la escritora Celia Pedrero Cerón.

“Los poemas son como las nubes en el cielo, nunca son iguales, cambian de forma y lo mismo pasa con los poemas, van cambiando conforme uno los va leyendo y mi lectura es la conciencia de la finitud, es este ser pequeño negro que no debería hablar pero habla para decir ‘nunca más’, y ¿qué es el nunca más?…”, añade.

“Para mí ese nunca más es que cuando llegas a determinada edad te das cuenta que nunca más vamos a ser jóvenes, nunca más volveremos a ser niños, nunca más se va a amar como se amó, nunca vamos a volver a ver a nuestros familiares y amigos muertos, es un dolor muy fuerte, y es el dolor con el que me identifico en ese poema…”, admite.

“Nunca más volverá ese instante tan pleno, tan perfecto de un día en la playa, tengo todo, pero fue un instante y nunca más va a regresar, nunca más volverán las primeras veces, pero como yo le doy la vuelta a todo también este cuervo negro es el que me da fortaleza y me dice ‘nunca más a las violencias, nunca más a la humillación, nunca más a aceptar lo que uno no quiere’”, señala.

Y agrega Celia Pedrero: “Es doloroso el nunca más, pero no siempre, porque me gustaría decirle al estudiante que sufre por un amor y piensa que nunca más se va a volver a enamorar así que sí va a volver a amar, muchas, muchas veces más”.

La escritora recomienda acercarse a la obra de Edgar Allan Poe ya sea por medio de películas, libros o series, no importa, como “La caída de la Casa Usher” que está en Netflix o con “El gato negro”, pero puntualiza que no debemos tener miedo a encontrarnos a nosotros mismos en esas reflexiones que despierta Allan Poe sobre la mente humana.

Acerca de por qué Allan Poe es un escritor tan emblemático, incluso “comercial” (hay afiches de él en librerías, desde corbatas hasta calcetines, tiene su propio muñeco Funko e incluso hay una “Guía para la vida según Edgar Allan Poe”), dice que es por el magnetismo propio de un escritor dark, alcohólico, problemático…

“Pero qué bueno que sobre todo los jóvenes puedan tomar una figura con ese peso y que les llame la atención, un primer acercamiento a él, de la forma que sea, va a derivar en lecturas”, opina.

Celia Pedrero indica que ella no busca en Allan Poe el horror o el terror, sino la psicología de los personajes, los simbolismos, algo que manejó con maestría el escritor estadounidense.

El poema “El cuervo (The Raven)” de Allan Poe fue publicado por primera vez el 29 de enero de 1845 en el periódico de la ciudad de Nueva York “Evening Mirror”. La obra permitió el reconocimiento de su autor como poeta, aunque no logró librarlo de sus constantes penurias económicas.

El reconocimiento tan solo se hizo efectivo con la publicación de “El cuervo”, distinción que nunca significó el aprecio por parte de sus contemporáneos estadounidenses.

Según la Biblioteca Virtual Cervantes, es de notar que la literatura de los Estados Unidos a mediados del siglo XIX estaba influenciada por el puritanismo y el utilitarismo, de esta manera las notas críticas escritas por Poe, así como su propia creación literaria, entraban en constante pugna con la manera de entender la literatura en la época. Aunque Poe nació en Boston, su obra literaria no tuvo nada que ver con los escritores de Nueva Inglaterra, y aunque pasó gran parte de su vida en Nueva York, tampoco se le puede relacionar con los escritores de esta zona, ni mucho menos con el llamado Knickerbocker Group.

Para la gran mayoría de sus contemporáneos estadounidenses Poe era un desconocido, un autor detestable o, en el mejor de los casos, un irreverente ignorado. La prensa negativa en torno a su obra y su personalidad se acrecentó tras su fallecimiento, en parte debido a la actitud de Rufus Griswold, editor de su obra. Incluso a mediados del siglo XX algunos críticos literarios siguieron guardando distancia a la hora de evaluar a Poe. Tal era el caso de Ludwig Lewisohn, quien calificó al poeta de “artista intenso aunque estrecho” ya que, según sus palabras, Poe necesitó crear una teoría para justificar su obra. Dicha obra, continúa Lewisohn, es producto de una mente enferma que está al nivel de escritores tan depravados como Baudelaire, Wilde, Gide, Joyce y Lawrence.

La comprensión de la obra y la personalidad de Poe vinieron de la mano de la recepción extranjera, sobre todo francesa.

Durante el siglo XX, con pocas excepciones, Poe fue catalogado como un autor clásico en la literatura de su país y del mundo, tal como lo establece D.H. Lawrence (1946).

La importancia del poema “El cuervo” fue tal que logró influenciar tanto a los simbolistas franceses como a los románticos hispanoamericanos. Asimismo, fue considerado como el “primer poema de la época moderna” (Gómez de la Serna) y el “poema lírico más popular del mundo”. Su influencia fue tal que a mediados del siglo XIX la poetisa inglesa Elizabeth Browning se refirió a la popularidad de la obra con estas palabras:

“‘El cuervo’ ha producido en Inglaterra un paroxismo de horror. Algunos de mis amigos lo admiran por miedo y otros por la música que hay en su poema. Oigo hablar de personas perseguidas por el ‘Nunca más’ y un conocido mío que tiene la desgracia de poseer un busto de Palas no puede ya soportarlo cuando llega el atardecer”.— PATRICIA GARMA MONTES DE OCA