La música sonaba a todo volumen, en una competencia usual entre los negocios del centro de la ciudad para atraer clientes, pero las tiendas apenas tenían dentro un par de personas o en algunos casos ninguna, mientras los empleados con cara de aburrimiento miraban a la calle en espera de que alguien entrara.

Fue una jornada floja, con pocas ventas para los comercios de ropa, zapatos, accesorios y otros productos e insumos que se ofrecen en el Centro, en la que predominaron los paseantes, que miraban los aparadores, pero no entraban a comprar, salvo algunas excepciones.

El ir y venir de personas por las calles contrastó con las tiendas sin clientes, apenas unos pocos llevaban bolsas de compras, una caja de zapatos en manos de una dama, un cinturón en la bolsa cargada por un varón, mientras otro miraba gorras e indeciso buscaba la mejor opción a su gusto y presupuesto.

En la zona del mercado Lucas de Gálvez los vendedores de frutas picadas, pepitas, chicharrones y otros antojitos apenas y registraban algún cliente interesado, mientras a los alrededores los venteros pregonaban las palanganas o platos de frutas y verdura.

“A $20 los mangos a $20, qué va a llevar”, “aguacate, aguacate a $20 el que quiera”, decía otro mientras mostraba el plato con dos o tres aguacates dependiendo del tamaño.

“No, ya te dije que juguetes no vamos a comprar” reprendió un padre a su hija cuando la pequeña intentaba encaminarlo a una tienda de juguetes mientras se dirigían a la entrada del mercado.

El puesto de aguas frescas y licuados de la entrada registraba una fila de unas seis personas, en una jornada que fue calurosa toda la mañana y hasta la tarde.

Dentro del mercado los pasillos lucían tranquilos, con poca gente, si acaso el de las frutas y verduras tenía un poco de gente con amas de casa y también señores, que aprovechaban los precios de hasta $5 el kilo de tomate y $37.90 el de limones, pues este último se vende hasta en $88 el kilo en los supermercados.

En los alrededores de la Plaza Grande se vieron algunos grupos y parejas de turistas que deambulaban por los cuatro puntos cardinales tomando las acostumbradas fotos en los edificios emblemáticos de la zona, así como en las letras de Mérida.

Los puestos de helados, paletas y aguas eran los más solicitados.

Algunos aprovecharon la sombra de los árboles de la Plaza Grande y los parques Hidalgo y de la Madre para sentarse en las bancas y descansar, mientras comían un helado o tomaban alguna bebida hidratante.

La mayoría de los comercios abrió sus puertas de manera habitual, desde tiendas de telas hasta ropa, zapatos, accesorios, tiendas departamentales, de telefonía celular, de juguetes, maquillaje, de hamacas, farmacias, restaurantes, cafés, heladerías y loncherías de venta de antojitos.

Los negocios de comida china y de comida rápida son los que tuvieron la mayor afluencia de gente, al menos a la hora de la comida.

Se vio a varios trabajadores del Ayuntamiento realizar labores de recoja de basura en las calles del Centro como es costumbre, tal como previamente anunció la Comuna, que no suspendió los servicios básicos, como el de limpieza.

La jornada transcurrió tranquila con poco tránsito vehicular y menos personas de las que usualmente se ven entre semana e incluso los domingos.— IRIS CEBALLOS ALVARADO