A lo largo de sus 100 años de existencia, la Revista de la Uady ha evolucionado de la mano de la propia universidad, reflejando su filosofía educativa y sus cambios institucionales, afirma su director, doctor Luis Ramírez Carrillo.

Aunque en gran medida esta publicación ha servido de vehículo para la difusión de la labor intelectual desarrollada por sus investigadores, sus maestros y sus alumnos, la revista empero, dice, ha estado siempre abierta a los textos de intelectuales y creadores externos a la universidad y a la región.

Por sus páginas han pasado destacadas figuras del mundo intelectual como, entre otros muchos, Ermilo Abreu Gómez, Gonzalo Aguirre Beltrán, David Alfaro Siqueiros, Jesús Amaro Gamboa, Michel Antochiw, Alfredo Barrera Vázquez, Javier Barrios Sierra, Raúl Benítez Zenteno, Eric S. Thompson y Alí Chumacero.

También Fernando Espejo, Raúl Renán, José Esquivel Pren, Juan García Ponce, Alfonso Reyes, Octavio Paz, Moisés González Navarro, Nicolás Guillén, Clemente López Trujillo, Antonio Mediz Bolio, Luis Rosado Vega, Tennesse Williams y cientos de autores más.

Desde un principio la identidad de la revista ha sido clara: ser un órgano de difusión y divulgación de la ciencia, la cultura y el arte en Yucatán, señala Ramírez Carrillo en la segunda parte de la entrevista que concedió al Diario con motivo del aniversario cien de esta publicación.

A lo largo de un siglo, añade, la revista de la Uady ha mantenido varios focos de interés que le han dado identidad: la historia, la cultura y los recursos naturales de la península de Yucatán, la población maya antigua y moderna, la preocupación por los más graves problemas sociales de la región, la educación universitaria y la cultura universal.

Ramírez Carrillo, quien se hizo cargo de la revista en el año 2001, desde el número 219 hasta el presente, recuerda en la entrevista con este periódico que hace 20 años un rector de la Uady “de cuyo nombre prefiero no acordarme”, propuso cerrar la revista por falta de presupuesto para mantenerla.

“Yo afirmé entonces que en este caso más que dinero lo que se necesitaba era entusiasmo. Si no hay dinero, ¡yo la hago!, dije. Y hasta hoy la sigo haciendo: me siento, escribo, selecciono las fotos, la armo y mando el material a una diseñadora para que haga el dómit. ¿Costo?, cero, siempre que no se imprima. La revista sale con cero pesos, no tiene presupuesto, no tiene nada”.

De acuerdo con Ramírez Carrillo, al asumir la dirección de la revista lo hizo con la idea de publicar artículos sobre Yucatán, la cultura universal y textos científicos de investigadores locales y gente de peso, de afuera.

“Sin embargo, pronto entendí que eso era imposible de hacer: no había dinero. Entonces me di cuenta que debía explotar lo que teníamos a mano. Cambié la lógica. Dije: si Mérida tuvo murallas, va el artículo de las murallas; que si alguien hizo la reconstrucción virtual del centro de Mérida, va el artículo de ese tema, y así…”

Desde el número 221 del año 2002 la revista se encuentra disponible en su propio portal y puede accederse a ella libremente de manera digital, lo que ha multiplicado el número de visitas y lectores que la revisan en busca de información y contenido, señala Ramírez Carrillo.

Abandona la impresión

Acorde con los nuevos tiempos, la revista a partir del número 278 abandonó la impresión en papel y se edita sólo de manera digital, que es donde tiene más lectores, 14 mil consultas promedio al mes. Muchas de ellas son sobre los mayas, arqueología y lingüística en Yucatán, Guerra de Castas, turismo, Caribe, etcétera.

El último número de la revista que salió impresa fue el dedicado a la educación a distancia a consecuencia del Covid, explica.

“Hablé con los maestros de la Facultad de Educación sobre cómo implementaron sus cursos a distancia, para que quede constancia de la pandemia en Yucatán”.

“El número anterior a éste se lo dedicamos a la Casa Maya, un tema con un fuerte componente de identidad regional y en donde incluimos un texto sobre el tema de José Emilio Pacheco”.

“Otra edición de la revista se enfocó en el centro de Mérida. Aquí, el arqueólogo Josep Legorred Perramon, basado en numerosas escalas y mapas arqueológicos, logró hacer un modelo en tercera dimensión de cómo habría sido el centro de la ciudad en el año 500, cuando vivían allí los mayas y sobrepuso el mapa actual del centro de la capital, logrando identificar los sitios mayas donde luego se construyó, por ejemplo, la Catedral, la Plaza Grande o el mercado de San Benito”.

“En otra ocasión un investigador me propuso publicar un trabajo hecho por él sobre el venado cola blanca, pero decidimos dedicar un número entero al tema. Me quedé sorprendido de la cantidad de cosas que hacemos en la Universidad, que la gente no tiene ni idea”.

Por supuesto que hicimos ese número, recuerda Ramírez Carrillo, en el que además del aspecto científico del venado, que es un animal representativo del estado, publicamos poemas dedicados a ese animal de Clemente López Trujillo y textos de Médiz Bolio. (Continuará).— HERNÁN CASARES CÁMARA