El nuevo miedo que sienten los yucatecos, derivado de su percepción según la cual funcionarios públicos serían aliados o socios del crimen organizado, se alimenta también de otros factores como la difusión en tiempo real de hechos delictivos, la aparición de “eventos raros”, como la quema de oficinas de gobierno o el linchamiento de personas y el aumento del robo a casa-habitación por bandas armadas, advierte el doctor Luis Ramírez Carrillo.
Esto ha ocasionado, añade, que muchos yucatecos, especialmente en Mérida, vivan en fraccionamientos amurallados, que las familias extremen precauciones cuando salen a la calle y, en el caso de quienes se atreven a criticar al gobierno, éstos sean un pequeño grupo: en la prensa y la radio “somos 12 personas”.
Ayer, en la primera parte de una entrevista, el investigador universitario y analista político Ramírez Carrillo señaló que la escasa reacción, sobre todo de los empresarios, a la denuncia de extorsión presentada por un restaurantero en contra de Abraham Antonio Puch Cardeña, un alto funcionario de la Secretaría de Salud, se explica porque “hemos entrado a otro mundo donde hay un miedo que paraliza”.
Ya no se trata solo de denunciar la corrupción de los gobernantes, como ocurría antes, dijo el doctor Ramírez Carrillo.
Ahora, luego de saber del involucramiento de la Marina en el huachicol, de la participación de Adán Augusto López Hernández, ex secretario de Gobernación y líder de Morena en el Senado, en un cártel, donde también es el líder, y de la aparente permisividad de Andrés Manuel López Obrador, “pues la gente piensa 10 veces antes de abrir la boca o de hacer algo para quejarse”.
Percepción de seguridad
Se trata de un nuevo tipo de miedo, añade, “porque si antes se identificaba con claridad la separación entre el crimen organizado y el estado, ahora eso ya no está claro”.
¿Tiene usted pruebas de la relación de funcionarios de gobierno con el crimen organizado en Yucatán?, pregunta el Diario en la segunda parte de la entrevista.
Es un hecho que aquí está el crimen organizado actuando, responde.
“No tenemos pruebas, no podemos darlo por hecho, pero interpretando la situación actual, los datos nos dicen que sí. Hay muchos elementos concretos, testimonios de gente confiable y cosas que uno mismo ha comprobado en persona”.
“La gente en general puede tener pruebas de esto o no tenerlas, puede ser totalmente cierto o no, pero estamos hablando de lo que la gente cree, del miedo que siente y que es un miedo nuevo”.
Refuerzos
De acuerdo con Ramírez Carrillo, este miedo opera y crece todos los días cuando uno prende la televisión, abre su Facebook, oye las noticias en la radio o ve Google y te enteras, en tiempo real, de muertos y asesinatos en todo el país, y también de lo que pasa aquí, como el último feminicidio en Ticul, por poner un caso.
La información sobre estos delitos ya existía en parte, pero la gente no lo sabía, refiere el investigador de la Uady. Ahora esa información circula libremente por distintos medios, en tiempo real.
Agrega que en el caso de Yucatán hay un dato adicional: el surgimiento de eventos de violencia que antes era muy raros y ahora son comunes, como la quema del palacio municipal de Tzucacab o el linchamiento de un muchacho en Tekit.
El doctor Ramírez Carrillo advierte que a esto se le agrega el aumento de la criminalidad en Mérida y en otras partes del estado, básicamente de delitos del fuero común.
Violencia credida
“No tenemos matanzas ni balaceras en la calle, todavía, pero la intranquilidad y el ambiente, digamos de riesgo para la vida, se percibe, sobre todo en el sur de la ciudad”.
“Allí los fraudes son más comunes igual que el robo a casa-habitación, que desde el año pasado incluye un elemento que antes no se veía: los ladrones son más de una persona y están armados”.
“Antes el robo a las casas en el sur de la ciudad lo cometía el típico ladrón que brincaba el muro. Ahora, ese ladrón actúa armado y acompañado de dos o tres más.
“Además, sobre todo en regiones como Kanasín o Hunucmá, ha llegado mucha gente de fuera”, explica. “Hace unos años era pocos, pero ahora su número ha escalado, creando un ambiente de inseguridad”.
El entrevistado considera que esto ha provocado un aumento en la construcción de privadas.
“Cada vez en más fraccionamientos hay una pluma y un guardia en la puerta. ¿Por qué? ¿La gente está equivocada, todos son unos histéricos? No, allí hay miedo”, dice Ramírez Carrillo.
No solo hay privadas donde viven los ricos, o la gente de clase media y media baja, explica, sino incluso en colonias de interés social ya hay murallas alrededor.
“Empezamos a vivir un ambiente de inseguridad local creciente, que se suma a la sensación de inseguridad en el país. Hay temor en el ambiente social, así lo percibe la gente y eso le da miedo. Ahora es común ver entre los miembros de las familias cuidarse entre ellos: avísame cuando llegues a tu casa, se dicen. Esto antes no existía”.
