Calabaza melada, yuca, ciruela en almíbar, nances, cocoyoles, camote, papaya… la tradición de los dulces típicos yucatecos es rica, variada y está presente casi todo el año, pero con la proximidad del Hanal Pixán su presencia es más notoria en los mercados de Mérida.
Paulatinamente estos dulces de ancestrales técnicas de elaboración compiten con otras alternativas provenientes de otras latitudes del país, reclamando el lugar que se han ganado en el gusto lo mismo de yucatecos que de todos aquellos que sin serlo han sido seducidos por su sabor único.
Se dice por ahí que para apreciar algo bueno primero hay que ver cuánta leña lleva el dulce. Para Ofelia Gómez Ek esto es verídico y si alguien le pregunta, ella tiene la respuesta exacta.
Tanto como un camión de tres toneladas por $4,500 al mes para comenzar, hay que añadir cajas de calabaza de cerca de $1,000 cada una, una inconmensurable cantidad de azúcar y lo más importante: hasta tres días de cocción continua para lograr el resultado deseado.
Son horas de trabajo que se inicia en la madrugada y se prolonga hasta muy entrada la noche, sin contar el tiempo que dedica a la venta del producto, como ha venido haciendo desde hace 10 años, en el pasillo número 2 del mercado Lucas de Gálvez.
“Vendo todo el año, el producto se vende bien, el dulce tradicional tiene mucha demanda principalmente entre los adultos mayores y los extranjeros”.
“Hace unas horas un cliente norteamericano de hace años llegó a pasar unos días con la familia en Yucatán y quiso regresar a su país con más de $600 de productos endulzados para compartir con los suyos”, dijo.
“La demanda de dulce tradicional se incrementa en esta temporada; se pide más de cocoyol, nance y yuca. Hay que ofrecer más variedad y cantidad porque es muy solicitado para la ofrenda o para el deleite de las personas”, subrayó
“Creo que el dulce tradicional yucateco en almíbar prevalece en el gusto de la gente porque está hecho conforme a la receta tradicional, con el amor que requiere y el esmero que le distingue; yo aprendí de mi hermana y comprendí que las cosas buenas llevan su tiempo”.
“Vendo calidad, no cantidad, no es pretensión, es solo que el buen dulce se toma su tiempo y tengo que hacerlo personalmente, el sabor marca la diferencia, acelerar el proceso de elaboración no favorece en nada a la calidad”, subrayó.
En el mercado Lucas de Gálvez la venta de dulces de temporada convive con la de otras regiones del país. Sin embargo, la preferencia es marcada, los yucatecos prefieren los locales por su sabor y tradición.
