La temporada de huracanes termina hoy domingo y, para Yucatán, esta fue una temporada excepcionalmente tranquila desde hace cinco años. En un recuento de todo lo que se vivió durante la temporada 2025, el meteorólogo Juan Antonio Palma Solís, de la agencia de meteorología Meteored México, quien siguió de cerca todos estos cambios explicó por qué esta temporada se destacó por ser la más calmada desde la pandemia.
Primero, indicó que cada temporada de huracanes tiene un promedio de 14 ciclones, muy por debajo del comportamiento que se vio del 2020 al 2024, cuando cada año se registraron alrededor de 21 formaciones. Para 2025, la temporada terminó con 13 ciclones, uno menos del promedio establecido por las entidades meteorológicas.
El porqué es multifactorial, pero el especialista señaló que de 2020 a 2024 las temporadas estuvieron impulsadas por el fenómeno de “La Niña”, que favorece las condiciones para la formación de ciclones.
Para este año, y según pronósticos como el de la Universidad de Colorado, se esperaba un patrón similar, aunque la atmósfera “cambió la jugada”.
Incluso dentro de estas proyecciones del año pasado, se anticipaba una temporada activa por el calor del océano; sin embargo, la atmósfera, que tiende a ser impredecible, dio otros resultados.
Aun así, el meteorólogo reconoció que los pronósticos hechos tres meses antes del inicio de la temporada suelen ser más certeros.
La razón principal detrás de esta baja actividad fueron los vientos cortantes en altura, que provocaron tres efectos clave: evitar la formación de ciclones, debilitar los que ya estaban formados y “enganchar” y desviarlos hacia el Atlántico Norte. Por eso, durante los meses de monitoreo, fue evidente que las formaciones se daban lejos del Caribe y del Golfo.
El retraso en la llegada de “La Niña” también influyó, pues impidió que esos vientos se debilitaran a tiempo. De haber ocurrido antes, la temporada habría tomado un rumbo totalmente distinto.
Pese a ello, Palma Solís subrayó que, aunque la cantidad de ciclones fue menor, este año se formaron más huracanes mayores que en temporadas previas. Y aquí hizo un recordatorio importante: “Basta con que uno se forme, para que podamos tener un evento catastrófico”.
Ejemplo claro fue el huracán “Melissa”, al que el especialista describió como un “monstruo destructor”, y que impactó con fuerza a países como Cuba y Jamaica.
Ante todo lo explicado, Palma Solís aclaró que esta diferencia no se debe al cambio climático ni a la llamada ingeniería climática, sino a una variabilidad natural de la atmósfera, que describió como compleja, cambiante y no lineal.
Sobre todo lo ocurrido, el experto manifestó que la temporada dejó una lección importante, considerando que para Yucatán fue benigna, pero no para otros lugares.
Por último, enfatizó que “independientemente del número de ciclones que se pronostiquen o que se formen, nunca hay que confiarnos”.
