¿Cómo fijan los cárteles las cuotas de extorsión? Obispo lo explica
¿Cómo fijan los cárteles las cuotas de extorsión? Obispo Salvador Rangel lo explica

Chilpancingo, Guerrero.— El control que el crimen organizado en México ejerce sobre variados giros de negocios y hasta de alimentos se expande cada vez más, en medio de una sangrienta lucha por los territorios entre grupos antagónicos, pero ¿cómo fijan los cárteles de la drogas las cuotas de extorsión? Un obispo lo explica.

Y es que el conocimiento es poder, por eso, un cártel que domina un rastro o matadero de animales se convierte en un proveedor de carne que sabe cuántos kilos se venden en una pollería, carnicería y hasta salchichonería, y por lo tanto podrá calcular cuánto puede cobrar a cada local por derecho de piso o extorsión hasta doblarlo, aunque sin romperlo porque es la gallina de los huevos de oro.

¿Cómo fijan los cárteles las cuotas de extorsión? Obispo lo explica

“Es el negocio que determina la extorsión (los rastros o matanza de animales). Si cobras demasiado, quiebras el negocio y no te pagan. Pero si cobras lo necesario, tienes una fuente estable de ingresos. Por eso, un rastro municipal es importante”, aseguró el obispo emérito de Chilpancingo, Guerrero, Salvador Rangel para Milenio.

El obispo , Salvador Rangel lo sabe porque es uno de los principales negociadores de una tregua entre cárteles en el estado de Guerrero, se reúne con autoridades estatales, municipales, pero también con líderes criminales de La Nueva Familia Michoacana, Los Tlacos, Los Ardillos  y más.

¿Por qué hay problemas en Guerrero?

Explica que su trabajo es desactivar la guerra que desató el control del rastro municipal de Chilpancingo, que es el origen de la disputa entre el grupo delictivo Los Ardillos y Morena, el partido de la alcaldesa Norma Otilia Hernández, grabada platicando con Celso Ortega Jiménez, un líder criminal con quien la alcaldesa se reunió en un restaurante en 2021, cuyo encuentro fue viralizado en redes sociales.

El obispo señala que la morenista incumplió la promesa que le hizo en campaña electoral al líder de Los Ardillos de entregarle un espacio en su gobierno: “Son acuerdos que se hacen en tiempos electorales: tú me apoyas y yo te cedo un lugar en el gobierno”.

Salvador Rangel reconoce que los ataques políticos del líder de Los Ardillos a Morena tienen su origen en la ambición de Celso Ortega por controlar el rastro local.

 ¿A qué huele la sangre?

Vecinos cerca del matadero de animales describen el olor a hierro, con el que compara el olor de la sangre derramada, y a podrido, la peste de la carne olvidada.

Hay un hedor que flota desde el matadero hasta las casas y se impregna en todo: fosas nasales, uniformes de los niños, trastes de cocina y el pelo de las mascotas, relata el periodista Óscar Balderas.

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Por al menos 10 años, los vecinos han peleado por cerrar ese rastro, pero es intocable. La razón: no es un negocio del gobierno municipal, sino del crimen organizado.

Rosalinda, vecina de San Rafael Norte, una de las personas entrevistadas por Milenio pide recordar si alguna vez en la niñez te metiste una moneda a la boca: “Ten presente ese sabor metálico, sucio y repelente”. Pues ese sabor se unta todos los días bajo la lengua de los vecinos de dicha colonia ubicada a unos metros del invencible rastro de Chilpancingo, Guerrero.

Rastros en Guerrero: para matar animales… y personas

La entrevistada va más allá y aporta otra razón, además de la extorsión, por la que el crimen organizado quiere controlar los rastros: ahí asesinan a sus enemigos, pues esa peste no es sólo de animales, asegura Rosalinda.

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La mujer que pidió que no se revelara su nombre real, sino el seudónimo de Rosalinda, afirma que vive junto al olor de restos humanos. Y las noticias diarias confirman su versión.

“En Chilpancingo, no tenemos duda de que el rastro se usa como ‘sacrificadero’ de humanos”, dice Rosalinda, quien pide que su nombre real no sea utilizado.

“Matan pollos, vacas, chivos, pero también personas. Y lo sabe el señor obispo y lo saben todas las autoridades: de noche se meten personas sospechosas, se escucha música de madrugada y al día siguiente hay una peste… como a muerto”.

Los rastros, claves para la delincuencia organizada en México

En octubre de 2020, Guanajuato descubrió la fosa clandestina más grande, en Salvatierra, que todos le llaman “la que está atrás del rastro municipal”, donde el Cártel Jalisco Nueva Generación libra una violenta batalla por el territorio contra el Cártel Santa Rosa de Lima y el Cártel de Sinaloa.

A espaldas de esa instalación de gobierno, 59 cuerpos fueron hallados y entre ellos, la mayoría de estaban desmembrados con cortes limpios y de tajo en las extremidades sugerían que los victimarios usaron herramientas pesadas e industriales, como las que se emplean en el matadero de animales o rastros, a solo unos metros de la fosa.

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Para los peritos de la fiscalía local no había duda de que el rastro municipal de Salvatierra era también un macelo para humanos. Y estaba en poder de criminales.

En junio de 2022, la policía de la capital de Chihuahua localizó la cabeza de un hombre dentro de una cubeta que fue abandonada en las puertas del rastro municipal. El corte, otra vez, era uniforme y claramente definido. Imposible que fuera hecho a mano.

El gobierno pone herramientas; los criminales las víctimas

Hay otra razón por la que los rastros municipales son de interés de grupos delictivos: ahí se deshacen de la evidencia del abigeato, o robo de ganado, otra fuente de ingresos para los cárteles calculada por organizaciones ganaderas en miles de millones de pesos al año.

En Guerrero, era conocido y temido el modus operandi de Raybel Jacobo de Almonte, líder asesinado de Los Tequileros , una escisión de Los Guerreros Unidos: apenas veía que una familia compraba o llevaba ganado a su rancho para crianza o venta, se apersonaba con un rifle en la mano. “Tú decides: o me das a las bestias o te las quito y me llevo a un familiar”, solía reclamar el narco asesinado en 2018.

Luego, llevaba los animales a los rastros que hay en Tierra Caliente y que controlaba su grupo criminal, los mataba y vendía su carne a dueños de locales de mercado, tianguistas, carniceros, polleros, taqueros, y más, quienes estaban obligados a comprarle sólo a él la materia prima de sus negocios. Y de la venta diaria, Raybel Jacobo de Almonte todavía le quitaba a sus “clientes” un porcentaje por “derecho de piso”.

Los capos piden rastros

El obispo Salvador Rangel, quien nació hace 77 años en Tepalcatepec, Michoacán, también en la región llamada Tierra Caliente, donde el crimen organizado se mueve a sus anchas, tiene claro que cómo fijan los cárteles de las drogas las cuotas de extorsión: los rastros son claves.

“Hay grupos criminales que le piden a las autoridades municipales que les dejen nombrar al jefe de la policía. O a regidores o directores de áreas importantes y de donde se saca dinero. Y hay otros que piden los rastros. Casi nadie se ha dado cuenta de eso”, dice el obispo.

Hasta 2018, el gobierno de México reconoció que operan, legalmente, mil 155 centros de sacrificio animal, de los cuales 77 por ciento son municipales, 13 por ciento son privados y el resto, apenas 10 por ciento, son TIF, es decir, certificados y revisados por la federación a través del Servicio Nacional de Sanidad, Calidad e Inocuidad Agroalimentaria.

Según el obispo, la alcaldesa morenista de Chilpancingo prometió desde su campaña a un grupo de empresarios locales —cuyo nombre dijo desconocer— que les entregaría el negocio del rastro para su remodelación y manejo.

El acuerdo tenía implícito que esos contratistas podrían poner a disposición de cualquier grupo criminal las nuevas instalaciones del gobierno. En el sitio web del Congreso de Guerrero está el valor formal de ese negocio: 95 millones de pesos del erario.