El dalái lama llega este sábado al templo principal de Tsuglagkhang, en la ciudad india de Dharamshala, para participar en la ceremonia de larga vida ("tenshug") organizada por la cúpula política y religiosa del Tíbet en el exilio, en la víspera de su 90 cumpleaños.

DHARAMSHALA.— En vísperas de cumplir 90 años, el dalái lama sorprendió este sábado a sus seguidores al vaticinar que vivirá “otros 30 ó 40 años más”, una declaración que adquiere fuerza en medio de la crisis abierta con China por su sucesión espiritual y política.

El anuncio fue hecho durante la ceremonia tradicional de tenshug (oración de larga vida), celebrada en su residencia en Dharamshala, al norte de la India. Marcó su primera aparición pública desde que se confirmó que ya ha iniciado un plan formal de sucesión. Acompañado por altos lamas y fieles de diversas escuelas del budismo tibetano, el líder espiritual pronunció un mensaje cargado de fe, memoria histórica y determinación.

“He hecho mi mejor esfuerzo hasta ahora. Llevo al cabo mi responsabilidad con determinación y coraje”, declaró. “Espero vivir otros 30 o 40 años más. Nuestras oraciones tienen su fruto”.

La voz del exilio: entre la compasión y la resistencia

Tenzin Gyatso, nacido Lhamo Dhondup en 1935, fue reconocido a los dos años como la reencarnación del XIII dalái lama. Su vida dio un vuelco a los 15 años, cuando la invasión del Tíbet por parte de China lo obligó a asumir el poder político absoluto. En 1959, tras el fracaso de una rebelión contra el régimen chino, huyó a través de los Himalayas hacia la India, donde ha permanecido exiliado desde entonces.

Desde su residencia en Dharamshala, el líder transformó su figura en un símbolo global de la paz, la no violencia y la compasión. En 1989 recibió el Premio Nobel de la Paz, y su propuesta de “Vía intermedia” —una fórmula que busca la autonomía del Tíbet sin independencia total— ha guiado la causa tibetana desde entonces.

Sin embargo, su envejecimiento y el silencio sobre su eventual sucesión han creado un vacío de poder que China busca llenar con una figura afín. Pekín ya ha advertido que se arroga el derecho de nombrar al próximo dalái lama, una decisión que amenaza con desatar una fractura entre los budistas tibetanos y el aparato comunista chino.

Fe y política en la batalla por el alma del Tíbet

Durante su intervención de hoy, el dalái lama insistió en que su fuerza vital se debe a Avalokiteshvara —la deidad de la compasión de la que se considera manifestación terrenal— y convocó a sus seguidores a mantener la fe colectiva frente a la adversidad.

“Si mantenemos nuestra fe determinada en Avalokiteshvara y con esa mente de fe hacemos nuestras súplicas, tendrá sus efectos. Yo también haré esas oraciones”, dijo, trazando un paralelismo con la fuerza colectiva de la Revolución Cultural china.

A pesar de que ha cedido el liderazgo político a un gobierno democrático en el exilio, el dalái lama sigue siendo la figura central del budismo tibetano y un símbolo de resistencia para su pueblo. La disputa por su sucesión no es solo espiritual, sino geopolítica: el nombramiento del próximo dalái lama podría marcar el futuro del movimiento tibetano, su legitimidad y su lucha por la autonomía.


Un dios en la era digital

A lo largo de los años, Tenzin Gyatso ha sabido moverse entre lo sagrado y lo humano. Su risa afable, su interés por la neurociencia, el medio ambiente y la ética secular, han hecho de él una figura de respeto entre creyentes y no creyentes. Sin embargo, también ha enfrentado momentos difíciles.

En 2023, un video viral donde besaba a un niño en los labios y le pedía “chupar su lengua” generó una ola de críticas internacionales. Aunque se emitió una disculpa, el hecho evidenció los desafíos de una figura milenaria ante los códigos culturales y sensibilidades del siglo XXI.

Aun así, su mensaje sigue siendo profundamente humano:

“Todos, religiosos o no, buscan la felicidad y evitan el sufrimiento. Todos somos iguales en ese sentido”, señaló hoy. “Mi propósito vital es servir a todos los seres vivos”.


¿Qué viene después del dalái lama?

El dilema sobre su sucesión ha adquirido tono de urgencia. El propio líder ha dejado abierta la posibilidad de que su reencarnación se produzca fuera del Tíbet, probablemente en India, como acto de resistencia frente a China. En otras ocasiones, ha dicho que podría no haber un XV dalái lama si la institución pierde sentido para su pueblo.

Mientras tanto, los budistas tibetanos y la comunidad internacional observan con atención. En una figura venerada como un dios viviente, la mortalidad plantea preguntas difíciles. ¿Cómo preservar su legado espiritual y político? ¿Qué significará la reencarnación en un contexto dominado por intereses geopolíticos?


Un cuerpo venerado, una causa global

El dalái lama llega a los 90 años no solo como el líder de un pueblo sin territorio, sino como un símbolo de diálogo en un mundo marcado por la división. Su cuerpo envejece, pero su influencia espiritual y política permanece activa. En palabras de su propio párroco en Dharamshala, “la mayor enseñanza del dalái lama no está en lo que predica, sino en cómo vive”.

Quizás, como él mismo afirma, aún le queden varias décadas por delante. Pero, incluso si no es así, el eco de su mensaje ya ha cruzado fronteras, idiomas y religiones. En su simplicidad, en su retiro del poder y su risa contagiosa, el dalái lama sigue representando la posibilidad de que la fe, la compasión y la resistencia pacífica aún puedan ofrecer un camino para el mundo.— Con información de EFE.