Inundaciones en Alaska
Imagen distribuida por la Guardia Costera de Estados Unidos, que muestra las inundaciones costeras en Kipnuk, Alaska, el 12 de octubre de 2025 Credit: Guardia Costera de EEUU vía AP

JUNEAU, Alaska, EE.UU.— Las autoridades informaron que ayer miércoles, fueron desalojados cientos de residentes en poblados de la costa de Alaska, que quedaron arrasados por el fuerte oleaje y los vientos de los remanentes del tifón Halong, el pasado fin de semana.

La tormenta ocasionó niveles récord de agua en dos comunidades a baja altitud y arrastró viviendas, algunas con personas en su interior.

Al menos una persona murió y dos más siguen desaparecidas.

Unas 1,500 personas en refugios improvisados

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En albergues improvisados se refugiaron unas 1,500 personas, una cifra extraordinaria en una región escasamente poblada donde las comunidades son accesibles por aire o agua.

La lejanía y la magnitud de la destrucción dificultaron el envío de recurso a la zona. Las evaluaciones de daños han ido llegando a medida que los equipos de intervención pasaron de las operaciones iniciales de búsqueda y rescate a tratar de estabilizar o recuperar los servicios básicos.

Comunidades de Kipnuk y Kwigillingok

Inundaciones en Alaska
Imagen proporcionada por la Guardia Costera de EE.UU., de las inundaciones registradas en Kipnuk, Alaska, el domingo 12 de octubre de 2025 Credit: Guardia Costera de EEUU via AP

El nivel del agua en las comunidades de Kipnuk y Kwigillingok, cerca del mar de Bering, alcanzó más de 1.8 metros por encima de la línea de marea normal más alta. Sus líderes pìdieron al estado desalojar a los más de 1,000 residentes en esas aldeas, dijo Jeremy Zidek, portavoz de la oficina estatal de gestión de emergencias.

Algunas casas no pueden volver a ocuparse, incluso con reparaciones de emergencia, y otras pueden no ser habitables para el invierno, de acuerdo con funcionarios de gestión de emergencias. Los meteorólogos dicen que es posible que llueva y nieve en la región este fin de semana, con temperaturas promedio que pronto se situarán por debajo de cero grados Celsius.

Mark Roberts, comandante de incidentes de la agencia estatal de gestión de emergencias, indicó que la prioridad inmediata era “asegurarse de que la gente esté segura, no tenga frío y atendida mientras trabajamos con nuestros socios para restaurar los servicios esenciales”.

Mientras, los baños volvían a funcionar en la escuela de Kwigillingok, donde unas 350 personas se habían refugiado la noche del martes, según un comunicado de la agencia.

“Los daños en muchas viviendas son severos y el liderazgo comunitario está instruyendo a los residentes a no regresar a las casas debido a preocupaciones de seguridad“, agregó.

Unos 300 desalojados estaban siendo llevados a Anchorage el miércoles, a unos 805 kilómetros al este de las aldeas costeras afectadas, explicó el Departamento de Asuntos Militares y de Veteranos del estado. Iban al Alaska Airlines Center, un complejo deportivo y de eventos con capacidad para unas 400 personas, dijo Zidek.

El refugio más próximo a sus casas —el centro regional de Bethel, en el suroeste de Alaska— había alcanzano su capacidad máxima, indicaron las autoridades.

Zidek no sabía cuánto tiempo duraría el desalojo y dijo que las autoridades estaban buscando ubicaciones adicionales para los afectados. El objetivo es sacar a la gente de los albergues colectivos y trasladarlas a habitaciones de hotel o residencias, añadió.

Crisis en el suroeste de Alask

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La crisis en el suroeste de Alaska ha llamado la atención sobre los recortes del gobierno del presidente Donald Trump a las subvenciones federales para ayudar a algunos pequeños poblados, en su mayoría indígenas, a prepararse para los estragos de las tormentas o mitigar el riesgo de desastre.

Por ejemplo, el gobierno federal canceló una subvención de 20 millones de dólares de la Agencia de Protección Ambiental federal para Kipnuk, uno de los poblados inundados, una decisión que había sido criticada por grupos ambientalistas. La ayuda estaba destinada a proteger de la erosión la pasarela que los residentes usan para moverse por la comunidad, así como 430 metros de río, según una web federal que rastrea el gasto gubernamental.

Antes de la cancelación de la partida, se habían realizado trabajos limitados en el proyecto. La aldea había comprado una excavadora para su envío y contrató brevemente a un contable, según Public Rights Project, que representa a Kipnuk.

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El grupo afirmó que ningún proyecto por sí solo habría podido evitar la reciente inundación. Pero los trabajos para retirar tanques de combustible abandonados y otros materiales para evitar que cayesen al río podrían haber sido factibles durante la temporada de construcción de 2025.

“Lo que está sucediendo en Kipnuk muestra el costo real de retirar el apoyo que ya se había prometido a las comunidades de primera línea”, dijo Jill Habig, directora ejecutiva de Public Rights Project. “Estas subvenciones fueron diseñadas para ayudar a los gobiernos locales a prepararse y adaptarse a los crecientes efectos del cambio climático. Cuando ese compromiso se rompe, pone en riesgo la seguridad, los hogares y el futuro de las personas”.

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