TIZIMÍN.— Con su mejor cara y ofreciendo solo un volante o una tarjeta, los prestamistas colombianos de la red “gota a gota” en Yucatán llegan a los negocios o a los vendedores ambulantes para enganchar a sus víctimas.
El único requisito que piden para adquirir el préstamo que ofrecen es una identificación oficial y en pocos minutos entregan el dinero solicitado, que va desde $1,000 y hasta $5,000 para empezar, pues son los montos que dan a los nuevos clientes del “financiamiento”.
Los prestamistas no piden alguna garantía de la capacidad de pago, pero la tasa de interés que cobran raya en la usura, ya que a los deudores les cobran el 25% de interés, cuando normalmente las financieras de Tizimín y los prestamistas particulares cobran, a lo mucho, el 10% de intereses.
Estos prestamistas colombianos pintan fácil el supuesto “apoyo económico”, conocido como “gota a gota”, alegando que el cliente no se verá afectado, pues a diario le estarán cobrando, por ejemplo, por $1,000 “solo $50”, cantidad que deberá pagar durante 25 días, es decir, al final terminará dándole a los prestamistas $1,250.
El plazo para cualquier préstamo es de 25 días.
Los que solicitan $2,000 pagan 100 al día, los que piden $3,000 devuelven $150 diarios, y así sucesivamente.
Trampa en préstamos “gota a gota”
Sin embargo llega un momento en que los clientes se enredan con los préstamos, pues al haber terminado bien los primeros financiamientos van aumentado el monto al grado que llegan a darles $5,000, pero por alguna situación ya no alcanzan para pagar el abono del día, que en este caso es de $250 diarios.
La red de extorsionadores, con el fin de que el cliente se vea obligado a saldar el crédito, les renueva el préstamo descontando la deuda pendiente y así vuelven a empezar la maquinaria que los mantiene endeudados.
Esto es lo que le pasó a Juanita, quien vende tamales en el sur de la ciudad.
La mujer, quien es madre de familia, narró que una tarde, mientras vendía en su casa, llegó un sujeto en motocicleta y le dejó una tarjeta ofreciendo créditos; al principio ella dijo que no necesitaba el dinero.
Sin embargo, relató, en una segunda visita, que fue casi a la semana, al parecer el mismo sujeto, con casco cerrado, le preguntó si había pensado en el préstamo.
Esa vez, como yo estaba en un apuro, decidí aceptar los primeros $2,000, indicó.
Juanita expresó que lo único que le pidieron fue su credencial de elector, le tomaron fotografías a la mica, le dieron una tarjeta y el dinero, y le descontaron desde ese momento la primera “letra” de 25 pagos.
En este primer préstamo, a la comerciante le fue bien, según indicó, pues no tuvo problemas; sin embargo, aceptó luego 3,000, a cambio de pagar a diario $150.
Por alguna situación se complicó en el pago 13 y los colombianos le ofrecieron renovar el crédito con otros $3,000, diciéndole que le descontarían 12 pagos y solo le darían en efectivo el saldo.
La mujer dijo que le pidieron la tarjeta de pagos para que se la firmen y su credencial, pero en un descuido, mientras ella fue por su identificación, la tarjeta desapareció y le dijeron que no debía 12 sino 15 pagos.
Ante ello, ya no quiso aceptar la renovación del crédito, pero los extorsionadores le dijeron que tiene que tomar el dinero o no le devolvían su credencial, y a base de insultos la comenzaron a tratar, pues se inició una discusión, debido a que ella no daba marcha atrás porque estaba convencida del abuso.
Pide apoyo por estafas en Yucatán
La afectada señaló que los hombres no se iban y seguían con el acoso, así que ella pidió apoyo a la Policía y cuando los agentes llegaron los sujetos huyeron en su moto y le tiraron su credencial. Desde entonces no han regresado a verla ni a cobrarle.
Juanita se siente afortunada, ya que, aunque ha escuchado sobre la violencia que ejerce esa red de delincuentes a los deudores, nunca le tocó vivir eso, hasta lo último cuando se enfrentó a ellos y salió bien librada.— Wendy Ucán Chan

