(Artículo publicado el 13 de julio de 2001)
En una película inglesa, antigua, Alistair Syms, excelente actor, tiene que robar. El tío rico, bromista hasta su muerte y después de su muerte, le ha dejado en su testamento una herencia cuantiosa con la condición de que cometa un robo debidamente comprobada. El heredero se pone un antifaz; mete armas, ganzúa y otros objetos sospechosos en un maletín; sale a la medianoche, se planta ante una tienda, con un ladrillo en la mano, y espera que llegue un policía; cuando llega, le tira el ladrillo al escaparate de la tienda y rompe los cristales. “¿Quién es usted?”, le pregunta el gendarme. “Soy un ladrón”. “¿Qué lleva usted en el maletín?”. “Mis instrumentos para robar”. “¿Por qué rompió el escaparate con el ladrillo?”. “Para robar la tienda”.
Este incidente de robo anunciado me va a servir como punto de partida para atar cabos sueltos y escribir, con apoyo en la fantasía y en la imaginación, una crónica del latrocinio que, a juicio mío, los amigos de lo ajeno quieren cometer en el Décimo Distrito de Yucatán.
Empezamos:
1.- El gobierno del Estado y el PRI anuncian sus intenciones de robarse un distrito -entre otras cosas- después de las elecciones de mayo.
2.- El gobierno del Estado y el PRI dan a conocer cómo y con quiénes van a robar.
3.- En carta enviada por estafeta, el gobierno del Estado y el PRI comunican al Trife sus intenciones de robar y lo ponen al tanto de los procedimientos con los que se proponen cometer el robo.
4.- El gobierno del Estado y el PRI detallan sus propósitos de robo y señalan las etapas de que consta su estrategia.
5.- En nueva carta, de entrega inmediata y con acuse de recibo, el gobierno del Estado y el PRI proporcionan al Trife un informe pormenorizado de las leyes federales que han desacatado, las que van a desacatar y las locales que van a infringir antes, durante y después del robo.
6.- En rueda de prensa, presentan los corresponsales nacionales y extranjeros, el gobierno del Estado y el PRI explican cómo dejarán sin ninguna defensa a la víctima del robo.
7.- En su tercera carta, además de los periódicos, para que haya constancia pública, el gobierno del Estado y el PRI avisan al Trife las medidas que van a dar y las que van a tomar para que el Trife no pueda impedir el robo y además lo apruebe.
8.- La noche de las elecciones, representantes del gobierno del Estado y el PRI viajan a Tizimín para afinar detalles del robo.
9.- En telegrama urgente, el gobierno del Estado y el PRI precisan al Trife que el distrito que se van a robar es, efectivamente, el Décimo, con cabecera en Tizimín, y le dicen la hora exacta a que cometerán el robo.
10.- Con algún retraso -lo único imprevisto- el gobierno del Estado y el PRI llegan a las puertas del Trife a las 24 horas con cinco minutos del 30 de junio, exhiben sus credenciales de ladrones, muestran sus permisos recabados, presentan al botín y solicitan que se les expida el inatacable certificado de propiedad del Décimo Distrito, en vista de que, como se comprometieron a hacerlo, han quitado a la víctima todas las defensas que le asegura la ley.
11.- Sus permisos para robar incluyen los siguientes: -Autorización del Poder Judicial para ser el único estado de la república que no acate la reforma a la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos aprobada por el Congreso de la Unión para suprimir los Tribunales Superiores Electorales para que dejen de robar.
-Visto bueno para integrar el prohibido Tribunal Superior Electoral con laureados activistas del gremio de amigos de lo ajeno.
-Autorización para prolongar el segundo desacato al Trife el tiempo que sea necesario para que el inválido, ilegal Superconsejo electoral dicte las y los nombramientos válidos y legales que sean necesarios para que el gobierno del Estado y el Trife se puedan robar el Décimo Distrito de Tizimín.
12.- El Trife, máximo representante de la ley, se reúne para encender o apagar su vela en el entierro, esto es, para decidir si permite que un tribunal que no debe existir, a una hora que no existe, se pase a la ley por salva sea la parte para despojar a una víctima indefensa con un atraco apoyado en la ley.
Regresamos ahora a la película inglesa. Alistair Syms cometió el robo y fue a prisión, pero no le sirvió de nada. El tío rico, bromista hasta la muerte, hizo de su testamento su última broma: ya no tenía un centavo. Murió en bancarrota, en la “prángana”, como decimos aquí.
¿Cuánta verdad hay en mi crónica? ¿Cómo terminará la historia del Décimo Distrito? ¿En la cárcel? ¿En una broma a la ley? ¿En un funeral para la decencia? ¿Cuál será la herencia que nos deje el Trife? – E..RA- Mérida, Yucatán, julio de 2001.
