(Primera Columna publicada el 23 de enero de 2001)

Después de eliminado lo imposible, lo que quede, por improbable que parezca, debe ser la verdad -decía Sherlock Holmes a su secretario Dr. Watson en el análisis de un caso difícil.

La columna se propone aplicar la lógica del detective inglés a ver si le localizamos los pies y la cabeza al desacato del gobernador y los diputados a los mandamientos de la Federación.

Veamos cuántas respuestas puede tener la pregunta de por qué el señor Cervera Pacheco y su corte nos han embarcado en este desafío a la República: 1) La defensa de la soberanía del estado, porque considera que es violada por el Tribunal Electoral del Poder Judicial Federal, que desconoce a los consejeros elegidos por los diputados del PRI, que son mayoría en el Congreso local, y nombra a otros. Es el motivo oficial. El aparente. El antifaz del desacato.

2) El temor a las elecciones generales del 27 de mayo. Están convencidos de que las perderán si la organización, la celebración y el cómputo de los votos no está en sus manos. Es un motivo verosímil: el miedo a la pérdida del poder ya sus consecuencias políticas, económicas y judiciales.

3) La pugna interna por la designación del candidato del PRI a la gobernatura del Estado. El desacato, con su pesada carga de desprestigio, discordia y desgaste para el partido, es una presión a la directiva nacional para que acepte al precandidato que el señor Cervera disponga. Puede ser una táctica de negociación con alguien: ni tú ni yo. Ni el tuyo ni el mío: otro. Un tercero.

4) La contienda interior por la presidencia nacional del PRI. El grupo de los gobernadores se encuentra en el reto a la Federación una manera de avisar que son ellos, apoyados en sus Congresos, los únicos que pueden presentar un frente unido y fuerte ante el Gobierno Federal.

Nadie mejor que ellos, por fin, para rescatar y dirigir al partido.

Es una advertencia de los partidarios del puño a los promotores del diálogo. Un pacto de los feudos provinciales contra los legisladores priistas del Congreso de la Unión.

5) Un punto de apoyo -el primero- o la pista de despegue -no encuentran otra- de una estrategia para intimidar y desestabilizar al gobierno de Vicente Fox hasta reducirlo a un estado de anemia que los obliga a negociar con el PRI esto y aquello, incluyendo la revocación o congelamiento de las leyes y medidas que pongan a los gobernadores del PRI en peligro de perder, como las reformas que, al confiar las elecciones a funcionarios independientes del gobierno, permitieron el triunfo de Fox en las elecciones del 2 de julio, trastocaron los aviones de Roberto Madrazo en Tabasco y tienen a los cerveristas con los pelos de punta y un pie en el estribo.

6) El amor propio, degenerado en soberbia, y el apetito de poder, extremado hasta la gula. El pecado redimible que evoluciona, por su prolongado ejercicio, una enfermedad incurable que nubla la razón.

¿Cuántas varillas tiene el abanico del desacato? ¿Solo dos? ¿Las seis? Sherlock Holmes diría que todas son posibles, que le vienen bien al desacato, que están a su medida.

El desacato puede ser muchas cosas. Para los gobernadores del PRI es un regalo de año nuevo. Tan inesperado como valioso y útil. Mucho qué ganar y nada qué perder. El viaje a Mérida, además, es un paseo para ellos y los 82 diputados -todos locales, ningún federal- que vinieron con los gastos pagados a visitar las zonas arqueológicas de Uxmal, de Chichén y de la calle 57.

Los únicos que vamos a perder somos los yucatecos. Como quiera que veamos al desacato ya somos el patito feo de la República -¡otra vez los separatistas!-. El virus que no se debe propagar. La cabeza de playa de una ofensiva que se dirige hacia el pasado. La punta de lanza de un ataque a Vicente Fox y el cambio que representa. Somos la infantería, la carne de cañón. ¿Tendremos vocación de instrumento? Víctor Cervera puede negociar en busca de lo que quiere. Los 14 diputados gritan porque saben que a nada se exponen, entre otras causas porque se ha extinguido en nuestro medio ese freno al escándalo público que es la sanción social. La experiencia nos enseña que hemos sido parte de componendas en que salimos majados porque hay intereses superiores que tienen prioridad. Eso nos dicen desde allá.

Blancos y negros, tirios y troyanos, acatistas y desacatistas: todos sacan algo. Los golpes, como la calle 57, son exclusivamente para nosotros. Para defendernos, ¿ya hicimos todo lo que podemos o queremos hacer? Nos queda el recurso de rezar, claro, pero en la inteligencia de que no todos los que rezan lo hacen por nosotros.

El desacato tiene el misterio del tren de Sotuta. Sabemos de dónde sale ya qué hora. No sabemos cuándo llega ni a dónde.

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