(Primera Columna publicada el 15 de febrero de 2001)
-¿Qué estará esperando a Vicente Fox para poner en Yucatán el punto sobre la “i”? -preguntó el reportero.
-Tal vez la marcha de mañana jueves -respondió don César Pompeyo-. La ley está clara, pero la imagen de los yucatecos que proyecta la república en la televisión nacional es negativa: oscura, tirando a negra. Lo que ven los televidentes de Jalisco, de Chihuahua, de Sonora, de Tlaxcala, son las caras y los gestos de la calle 57, las bofetadas de la Plaza Grande, los cartelones contra Fox, los puños alzados en el balcón de Palacio contra la Federación… Lo que oyen son los gritos de los acarreados, los desafíos del gobernador, las peroratas de la señora Hoyos. ¿Qué quieres que piensen de nosotros? -Sólo transmiten lo malo -continuó-. No los culpables. ¿Recuerdas lo que dijo nuestro segundo Arzobispo, don Fernando, a propósito de la publicidad que recibe el mal: “El bien no hace ruido”.
-Eso es muchas veces lo malo de lo bueno -comentó el periodista.
-Tenemos que hacer ruido para que nos vean y oigan en Nayarit, en Tamaulipas, en Morelos, en Durango, y se redima esa imagen de separatistas y enemigos de la Federación que el desacato nos está dando a los yucatecos.
-Mañana jueves, don César, vamos a reproducir un cartón de Naranjo, en “El Universal”, que no nos hace ningún favor. Un señor dice: “Que se acabe México, al fin que yo me voy para Yucatán”. Ese señor es el PRI. Yucatán es su refugio.
-Peor está el cartón de “Reforma” -prosiguió el reportero-. Con motivo del día de San Valentín, del día de la amistad y el amor, el presidente Fox se acerca con una flor a un dinosaurio sonriente que tiene en la cabeza un rizo como el de Cervera Pacheco. Detrás, aplastado por la figura del monstruo, está el señor Creel, con la Constitución en la mano. ¿Pensará el Presidente que el dinosaurio representa a los yucatecos? ¿Qué se dirá de nosotros en Los Pinos? En la banca de costumbre, en un rincón de la Plaza Grande, el señor Pompeyo abrió un álbum de recortes y mostró al reportero una página del Diario.
-Lee, reportero, lo que le dijo el Presidente a los yucatecos.
El reportero, asombrado, leyó despacio: “Fájense los pantalones y no sean cómplices de los sinvergüenzas. Si ustedes lo hacen yo me sumo a sus esfuerzos y pronto limpiamos esa letrina”. Se armó el escándalo en la Casa del Pueblo (hoy destinada a otros fines distintos), el uno de junio de 1968, cuando el presidente Gustavo Díaz Ordaz hizo a los yucatecos esa famosa invitación a fajarse los pantalones.
Don César abrió el álbum y sacó, uno tras otro, tres recortes más.
Tres páginas enteras de apoyo a Víctor Manuel Correa Rachó, alcalde de Mérida, cuando el gobierno del Estado le robó la policía en una madrugada de junio de 1969. Un año después del sermón de la Casa del Pueblo. Todas las firmas de las tres páginas son de mujeres.Ningún “hombre”.
-Ese es uno de los grandes problemas de Yucatán -indicó don César-.
Las que se fajan los pantalones, o las faldas, son las mujeres. Hace unos días publicaste una nota sobre escritos en que se exhorta a los diputados del PRI a poner fin al desacato. Es la única que ha publicado. Más de las cuatro quintas partes de las firmas son de mujeres.
-Ya se fajaron los pantalones los abogados, don César. Ya se fajó los pantalones don Luis Medina Cantillo, apoyado por sus empresarios de Coparmex…
-Es cierto, reportero. Es uno de los grandes sucesos cívicos de los últimos 50 años. El sector privado empieza a salir, empieza nada más, de un letargo tan largo como perjudicial para el Estado. Los hombres de Yucatán tenemos hundida todavía esa espina que nos clavó en 1968 don Gustavo: “No sean cómplices de sinvergüenzas”. Vamos a ver cuántos nos fajamos los pantalones y vamos a la marcha de mañana jueves. Que nos vea don Vicente. Que nos oiga. A ver si nos da la flor a los yucatecos o, por lo menos, le pone la flor a la ley.
