(Primera Columna publicada el 5 de junio de 2005)
En la banca de la Plaza Grande, César Pompeyo llamó la atención. Camisa negra con estampado de estrellas. En las manos, una bola de cristal.
-La jerarquía prohibe la adivinación, don César. Ya prohibieron a los panistas que lean lo que usted dice. Ahora se lo van a prohibir a los fieles.
-No confundas a la jerarquía con la Iglesia. No es lo mismo ni se escribe igual. La bola…
-Ya que la trajo, ¿cómo ve a la Iglesia en la bola de cristal?-En estado de alerta. Sacaron a Bravo Mena de la jugada y lo desterraron al Vaticano. Si hace allá lo que nos hizo a los yucatecos, quítale Santa a la Sede.
(Atenta súplica: entienda el lector que, para ahorrar tiempo y espacio, Pompeyo mira la bola cada vez que el reportero pregunta.)-Otro día me cuenta usted qué nos hizo. La gente prefiere saber de los santos y los beatos locales. Los serafines y los diablos. Por ejemplo, ¿dónde ve la bola a Ana Rosa?-En la embajada de Roma. Siempre ha estado cerca de Bravo Mena.
-A don Gustavo, ¿dónde lo ubica?-En el consulado de Roma. Siempre ha estado cerca de Ana Rosa.
-¿A dónde van Silvia y Hadad?-¿Dónde va Vicente? Donde va la gente. Se van a Roma también.
-¿Tiene usted algo contra los romanos?-Nada. Siempre admiré a Nerón.
-Ese caballero quemaba a los cristianos.
-No te preocupes: los que se van ya están tostados.
-Usted mencionó a don Vicente. ¿Qué hará Fox?-Eso no lo decide la bola. Es cuestión de faldas. ¿No lees tu diario?-Volvamos a la bola. ¿Para dónde va don Luis? ¿Para la grande?-Para las dos. También fracciona la casa chica. Le van a dar el Infonavit.
-Demasiadas casas para uno solo.
-No estaría solo. Rommel no canta mal las rancheras.
-¿Qué dice la bola del otro Luis?-Nada. Es Coparmex. Lo privado no puede ser público, según sentencia de Ángel Prieto.
-¿A dónde van a parar los jueces buenos?-A ninguna parte.
-¿Y los jueces malos?-Esos se quedan en el Tribunal Superior.
-¡Mala pata! ¿Qué le espera a Xavier?-Una pastorela.
-¿Qué sabe la bola de Manuel?-Si quieres conocer a Manuel, pega con él.
(Yo no soy locatario, yo no soy locatario, por ti seré, por ti seré… ¡Pamba, pamba!)-¿Cómo ve a Patricio?-Muy bien. Está alto.
-¿Qué le sucede a Benito?-Se va a Chicago. Lo mandan a aprender a billar. Se hace bolas con las carambolas.
-¿Qué le guarda a Beatriz?-La Secretaría de Gobernación… si gana Felipe.
-¿Si gana Santiago?-Perdemos todos.
-Perderá usted. A mí no me meta en sus adivinanzas. Oiga, ¿por qué se ha puesto negra la bola? ¿Reflejo de su camisa?-Nos ha visto con un negro.
-¿Cómo nos verá después?-Estrellados, como mi camisa.
-¿Estrellas encendidas o apagadas? Hablando de estrellas, ¿dónde ve la bola a Orlando?-En la Semana hace 50 años.
-¿Y a Dulce?-Como madre de familia.
-¿A petición del príncipe consorte?-Por disposición de Madrazo.
-¿Cómo ve a Cuco?-Muy visto. Reciclado.
-¿Dónde quedará Eric?-Donde tenga a bien don Emilio.
-Y don Emilio, ¿dónde lo pone la bola?-Con don Jerónimo. En el Vaticano.
-No me refiero a ese Emilio.
-¿A cuál otro? -preguntó Pompeyo mirando a su alrededor y frotando la bola.
-Esa bola de usted no me convence, don César. Si se van los que no deben y los que deben no se van, ¿con qué nos vamos a quedar?-Con una bola de…
-¿De cristal?
-Sepa la bola.
