(Primera Columna publicada el 6 de septiembre de 2008)
Solo, con el consabido olor a trabuco, el comandante del retén regresó ayer a la Plaza Grande, donde, en la banca de costumbre, César Pompeyo y don Vittorio Zerbbera analizaban los informes que le llegan al reportero de todas las policías pero que ninguna quiere confirmar: “Te lo digo pero no digas que yo te lo dije”.
—Caballero —se dirigió el comandante a don Vittorio—, en nuestra plática de ayer, publicada hoy por el periódico de ese señor (apuntó al reportero), usted reveló que la Universidad de Palermo y el Movimiento Mundial contra la Mafia (MMM) estudian el impacto determinante que el comportamiento social de la jailaif tiene en las clases B, C y D de la población y la relación directa que ese comportamiento de las élites sociales tiene con el desplome moral que conduce al consumo de los estupefacientes y a los jaleos entre capos, sicarios y policías por dominar el mercado de la droga.
—Mis jefes —prosiguió el comandante— desean que usted amplíe sus referencias a la posible o probable relación que tiene la gente VIP con el consumo y la venta de la droga, pero le solicita atentamente que se abstenga de hacer alusiones incriminatorias a la policía, sean ciertas o confirmadas. A cambio, la jefatura se compromete a no invadir las colindantes posesiones de los terratenientes del Country Club cuando la tropa ataque en la vecina Chablekal el próximo cuartel abandonado a su debido tiempo por los narcos.
—Me comprometo también —prosiguió— a gestionar las instrucciones pertinentes para que la procuraduría abra la boca y proporcione las estadísticas sobre los secuestros en Yucatán a últimas fechas, a fin de apaciguar las inquietudes circulantes.
—¿Por qué no se compromete usted, comandante —pidió don Vittorio—, a explicarnos el motivo de que el servicio de inteligencia de las fuerzas armadas y los seis enviados de la CIA estén investigando a funcionarios locales de alta denominación? ¿Está correcta esta lista? (le entregó un papel membretado con nombres, apellidos y apodos).
—Comprométase usted también —sugirió don César— a informanos sobre los motivos de que el ejército tome el timón de las maniobras contra los narcos y procure que las demás policías, incluyendo la AFI, se mantengan a cierta distancia. ¿Desconfianza? ¿Precaución?
El reportero metió su cuchara y recomendó que el comandante ilustre a la opinión pública sobre los centros nocturnos y los hoteles que la Conexión Cubana ha adquirido en esta ciudad y sobre las presuntas incrustaciones que esa hermandad basada en Miami pueda tener en los antecedentes y colaterales de las decapitaciones y sucesos complementarios.
—Además de los burdeles exclusivos de Madame Gloria y las sucursales que administraba Fabiola con tolerancia de la AFI —precisó don Vittorio— ¿cuáles son y dónde están los demás antros y prostíbulos en que los capos, sus gatilleros y sus patrocinadores se reúnen a planear los golpes que han dejado a la sociedad yucateca en estado de conmoción?
—La Universidad de Palermo ya los ubicó en un mapa del Anillo Periférico, Kanasín y sus alrededores, pero quiere asegurarse de que estén todos y la ubicación sea exacta antes de que transmita el mapa a Scotland Yard, la Sureté, la Interpol y otras policías que se han acercado a Sicilia para pedir más informes sobre los acontecimientos de Yucatán en vísperas de la visita de Plácido Domingo.
—Los informes que solicitan —concluyó el doctor Zerbbera— incluyen esta pregunta extraña: “¿Son las doce cabezas un aviso de los narcos al gobierno o una advertencia del gobierno a los narcos?”.
El comandante se sobó un rato la cabeza, se la volvió a sobar, aseguró luego a sus contertulios que turnará las recomendaciones y sugerencias a los voceros competentes, encendió después el segundo trabuco y se retiró en dirección de Palacio sin reiterar su petición sobre la influencia de las aficiones licenciosas de la clase triple A en las desviaciones morales de los arribistas de la doble A, los trepadores de la A, los presuntos de la B y los inscritos de la C, asunto delicado y espinoso que a sugerencia del reportero quedó pendiente para próxima sesión.
