(Primera Columna publicada el 21 de mayo de 2010)
¿Qué significa para el PRI y para el gobierno de Ivonne Ortega que la mitad de los electores meridanos no haya votado? —pregunta don Vittorio Zerbbera al reanudar con César Pompeyo y el reportero, en la sacristía de la iglesia de San Juan Bautista, el examen de las elecciones del 16 de mayo en Mérida.
—Para el PRI —responde don César— fue como ganarse la lotería. La lotería meridana. Si hubieran votado los 283,704 ciudadanos que no votaron en Mérida (el 49.65% de un padrón de 579,094), el PAN hubiera conservado por amplio margen la alcaldía.
—Para la señora Ortega fue una derrota. La mitad de los meridanos, con su abstención, se negó a apoyar al PRI. Si tenemos en cuenta los resultados de las casillas, podemos decir que tres cuartas partes de los meridanos no simpatiza con el gobierno de Ivonne ni lo apoya.
—¿Puede usted justificar su interpretación? —inquiere don Vittorio—. ¿Tiene números y conceptos que le permitan sostenerla?
—Números actuales, cifras históricas y conceptos probados —replica Pompeyo—. Yo parto de una base tan conocida, que no necesita demostración: la realidad de que todos los partidarios o prisioneros del PRI votan en las elecciones. Unos porque les conviene. Esos porque los obligan. Aquéllos porque los vence el miedo. Otros porque los compran con dinero del gobierno. Una cuarteta asegurada.
—Durante la campaña y el día de las elecciones verificamos que el gobierno y el PRI tienen una formidable organización conjunta que les permite, con una seguridad infalible, localizar casa por casa a sus partidarios, a sus prisioneros, a los miedosos y a los comprados. Localizarlos y acarrearlos con facilidad a las urnas, porque tienen a su entera disposición el 99% del transporte urbano. La clientela cautiva, matemática, exacta del PRI, siempre vota.
—Por eso, don Vittorio, me permito subrayarle que en las elecciones meridanas del domingo fueron a las urnas todos los priístas. Sin excusa que valga. Sin falta que el pase de lista no hubiera advertido y remediado. Aun así, de los 579,094 electores, sólo 155,357 votaron por el PRI, según las actas. Esto quiere decir, doctor Zerbbera, que, si Pitágoras no miente, 424,000 meridanos —casi las tres cuartas partes del electorado— se negaron a votar por el partido de Ivonne Ortega. Recuerde usted que en estas elecciones estaba en juego no sólo la alcaldía meridana sino, fueron quizá, como lo sostuvimos aquí en la sacristía, fueron, repetimos, un juicio a la gobernadora y su corte. Un juicio que ha terminado con una sentencia condenatoria.
—¿Y quién es el señor Pitágoras? —pregunta el reportero.
—El griego que fundó las matemáticas 500 años antes de Cristo —explica el profesional italiano.
—Hay otras deducciones interesantes, Vittorio. Por ejemplo, sabemos que, también en términos generales, alrededor de un 40% de los meridanos nunca vota. Si a esos 425,000 meridanos que no votaron por el PRI les quitamos el 40%, nos quedan 183,000 ciudadanos que, de haber concurrido a las urnas, hubieran votado en su inmensa mayoría por la oposición. El PAN, que tuvo 141,111 votos, hubiera barrido con facilidad al PRI, que tuvo, como ya indicamos, 155,357. Una diferencia de apenas diez por ciento.
—Esos 183,000 votos que murieron antes de nacer, Vittorio. Esos votos abortados por la atonía cívica o un criterio erróneo, esos votos nonatos son los que le han obsequiado al PRI la presidencia municipal de Mérida. Vaya, que Angélica se sacó el “gordo” de la lotería sin comprar billete.
—Me parece, César, que, si le hacemos algunos ajustes, vuestra teoría sobre la lotería merece que la remita al Centro Mundial contra la Mafia, donde, estoy seguro, la someterán a un estudio cuidadoso que les ayude a entender mejor y combatir con mayor éxito los procedimientos de la cosa nostra, la camorra y el crimen organizado.— Mérida, 20 de mayo de 2010.
