(Primera Columna publicada el 4 de mayo de 2010)
Presidente honorario que es del Movimiento Familiar Cristiano en Palermo y vocal vitalicio de la Nueva Evangelización en Sicilia, don Vittorio Zerbbera ha incluido, en sus estudios de la situación política yucateca, una referencia al comportamiento cívico de los católicos de Costa Rica y Filipinas, para que ilumine a las cristianos yucatecos a la hora de votar.
El mensaje de los obispos costarricenses al pueblo de Dios (Zenit, 26 de enero), con motivo de los recientes comicios de febrero, ganados por una mujer, Laura Chinchilla, no pudo ser más claro:
—En el camino hacia una auténtica democracia, la política es una noble actividad cuando se orienta por los caminos de la justicia, del respeto a la vida humana, del respeto al matrimonio y a la familia, de la búsqueda del bien común”.
Los prelados centroamericanos recuerdan las palabras de Benedicto XVI en su encíclica “Deus caritas est”: “El orden justo de la sociedad y del estado es una tarea principal de la política”.
Al orden justo de la sociedad y el estado se oponen —precisan los obispos—, entre otros problemas: la inestabilidad del núcleo familiar, la brecha en la educación, la debilidad e insuficiencia de algunas de las instituciones del estado, la inestabilidad jurídica, el desorden moral y el relativismo ético, la desigualdad económica, el daño al medio ambiente y la violencia social.
Es deber de los partidos y los candidatos —añaden— dedicar amplios espacios de su campaña a exponer cuáles son sus propuestas completas para responder a esos problemas que afectan seriamente a la sociedad. Es deber de los ciudadanos, en especial de los cristianos, entender que su identidad de discípulos de Cristo no es un dato secundario y prescindible que se diluye en el ejercicio de la ciudadanía, sino que su fe cristiana tiene relaciones ineludibles con la moral política y la vida pública.
—Amigo Pompeyo, compañero periodista: ¿qué hacen en Yucatán los candidatos y los partidos para presentar sus soluciones a tales problemas que son la causa principal de todos los demás conflictos que confrontan los pueblos? ¡Problemas que son el principio de todas las mafias porque satisfacen todos sus fines!
—Creo que también deben tener gran importancia para vosotros, los yucatecos, las experiencias, las normas, las instrucciones que los quince obispos de Filipinas, encabezados por el cardenal de Manila (Zenit, 17 de marzo) han dirigido a los cristianos con ocasión de las elecciones presidenciales del 30 de mayo:
1. Las elecciones libres se distinguen porque no hay “coacción física” ni amenazas, ni dinero “para influir o comprar votos”.
2. En el pasado, los gastos excesivos en las campañas no han dado como resultado gobiernos buenos y responsables. “Quien derrocha hoy en la campaña va a dilapidar mañana el presupuesto”, añadió el italiano.
3. La corrupción y la pobreza son las dos mayores cuestiones que inhabilitan al pueblo con “reciprocidad destructiva”, porque “con el crecimiento de la corrupción empeora la pobreza”
Pero lo más importante, lo fundamental, es la siguiente exhortación directa de los 15 obispos y el cardenal a los votantes:
4. Durante la campaña, antes de votar, analicen los méritos de los candidatos basándose en si son “temerosos de Dios, morales, no entregados a los vicios, respetuosos de la vida y con una merecida decencia”.
—Los ciudadanos —precisó el señor Zerbbera— deben revisar, más que revisar estudiar, más que estudiar examinar con lupa el ahora, el ayer y el anteayer en la vida pública y la vida privada de los candidatos, para constatar si hay o no hay en su trayectoria algo o mucho que se oponga a la decencia y la moral.
—Exacto —habló don César— ya es una verdad comprobada que si quieres saber cómo serán los funcionarios públicos en la oficina averigua cómo son en la casa, en la familia, en la sociedad. La teoría electoral contemporánea, verificada a cada paso por la realidad, predica que, si eres candidato, dime cuál es tu vida privada y te diré cómo será tu vida pública.
—Y la imagen, señor Pompeyo, la imagen que hoy tanto se pondera como cualidad máxima en la política, ¿dónde la deja usted?
—La imagen, reportero, es un artículo perecedero que puedes adquirir en la tienda de la esquina, la cartelera del mercado o el trasero de un autobús. Es flor de campaña que se deshoja con el primer viento de la corrupción.
—La conciencia recta, la convicción invariable, esa honradez de ser y haber sido un ejemplo vivo, un espejo fiel de lo que dices y predicas, esos son, reportero, los bienes que pueden capear las tentaciones y durar todo un gobierno.
—El buen candidato —indicó Vittorio Zerbbera—, digno del voto razonado, comienza y termina su campaña con una oración. La oración del rey Salomón: Dame luces, Señor, para que entienda cómo tratar a tu pueblo, para que al tratarlo pueda descernir entre el bien y el mal.
—El buen gobernante —concluyó César Pompeyo— no es un don gratuito que el Espíritu Santo nos envía a través del cristal de un taxi o nos remite en un sudario de promesas y propuestas. Es el fruto del esfuerzo, la madurez y los principios del ciudadano. A Dios rogando y con el mazo dando.— Mérida, 3 de mayo de 2010.
