(Primera Columna publicada el 25 de mayo de 2011)

Ingratos recuerdos ligan el proyecto municipal de un túnel en la prolongación del Paseo de Montejo con el préstamo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), de 2,400 millones de pesos, al Ejecutivo del estado.
Digamos, para empezar, que sorprende que el BID otorgue un crédito, por la cantidad que sea, a un gobierno como el que preside Ivonne Ortega Pacheco, que atropella las normas de una administración ordenada y eficiente por sus sobregiros continuos, en violación de los presupuestos aprobados por la Legislatura, y por el engaño en la rendición de cuentas a fin de ocultar cuantiosas distracciones de fondos públicos hacia destinos desconocidos o de plano reveladores de una corrupción generalizada.
La irresponsabilidad y torpeza de otros dos gobiernos emanados del PRI habían sido en los años 60 una de las causas de los escándalos que rodearon al crédito anterior concedido por el BID a Yucatán, de unos 150 millones de pesos, para dotar de sistemas de agua potable a Mérida y otros siete o nueve municipios.
El préstamo degeneró en un conflicto que condujo al presidente Díaz Ordaz a ofender a los yucatecos en julio de 1967: nos acusó de mancillar el honor de México, alegando que no queríamos pagar la deuda con el BID, y, en una medida que nunca se había visto en el país, ni se ha vuelto a ver, canceló todas las obras federales en el estado so pretexto de invertir su importe en la devolución del crédito bancario.
Como suele suceder con los asuntos de Yucatán cuando el PRI preside la Federación, Díaz Ordaz no sabía de la misa la mitad. Ante la quiebra financiera de las obras, debida a la deshonesta e inadecuada inversión del crédito, el Congreso, que ayer como hoy estaba el servicio del Ejecutivo, aprobó arbitrarias, ilegales y onerosas tarifas para que la población pagara, con su consumo de agua, el dinero malversado, incluyendo 42 millones de pesos que el gobierno del estado debía aportar en forma irrecuperable según una cláusula del convenio que fue deliberadamente ocultada, pero conocida al fin con el consecuente malestar del pueblo.
Como sucede también cuando el PRI monopoliza los poderes federales y estatales, el gobernador, las dependencias oficiales y los sindicatos se manifestaron a favor de las fraudulentas tarifas, se solidarizaron con Díaz Ordaz y aplaudieron sus ofensas a los yucatecos. El resultado fue un repudio a todo lo que oliera a PRI. El disgusto popular fue creciendo en tono y magnitud hasta desembocar meses después, en noviembre de 1967, en la primera victoria de la oposición en las elecciones municipales del siglo, victoria que llevó a la alcaldía al benemérito ayuntamiento de Víctor Manuel Correa Rachó.
El terremoto político y social tuvo otro motor. La instalación de las tuberías subterráneas para el agua se demoró varios años, debido a la impericia de los encargados de las obras y a la dureza del suelo y subsuelo yucatecos, al parecer no tomada en cuenta, y Mérida llegó a cobrar y tener por muy largo tiempo el aspecto de una ciudad bombardeada, con el consiguiente trastorno del tránsito y otros servicios públicos, amén de la inseguridad personal de los habitantes, sobre todo cuando la lluvia cubría, convirtiéndolas en trampas, las zanjas que surcaban las destruidas calles.
Los yucatecos se consagraron entonces como “campeones del aguante”, calificativo que ha vuelto a tener vigencia hoy ante las irregularidades en que abunda el gobierno de Ivonne Ortega con una impunidad que ha hundido a Yucatán en un desmayo de su economía, en un colapso que permea todos los sectores, y una postración cívica que afortunadamente han empezado a levantar Sociedad en Movimiento y las agrupaciones correligionarias.
Si hace 50 años los gobiernos del PRI traficaron con un crédito con etiqueta y mandamiento precisos, ¡qué no podrán hacer ahora un gobierno prevaricador como el de Ivonne Ortega y su sucursal en el ayuntamiento de Mérida con los préstamos sin destinos estipulados, a manos libres, que han solicitado sin informar a cabalidad para qué los quieren! ¡Préstamos recibidos sin otra condición que empobrecer a los contribuyentes con deudas de hasta 25 años! ¡Préstamos que son cheques en blanco extendidos a favor de administradores que gastan sin ton ni son, sin respeto a las reglas, al sentido común y a la decencia!
¿Se ha concebido el proyecto formidable de un túnel en Montejo después de estudiar, hasta agotarlas, otras soluciones menos atrevidas y más precavidas para resolver el problema de tránsito correspondiente? ¿Se han practicado los estudios con una responsabilidad y un conocimiento técnico que salven a la ciudad de un perjuicio como aquél del agua potable?
Los delitos cometidos por los gobiernos del PRI hace media centuria le costaron a ese partido sufrir una derrota aplastante en las elecciones de 1967 y verse en la necesidad de recurrir a un megafraude histórico para retener por la fuerza la gubernatura en 1969. Hoy, en medio de una corrupción peor, con los nuevos créditos y los riesgos del túnel de Montejo, se presentan situaciones similares, o muy parecidas, que pueden y deben llevar a los yucatecos, aunque sólo fuera por instinto de conservación, a romper desde ahora con los comportamientos cómplices y defenderse enseguida con un voto razonado ante el tribunal electoral de 2012.— Mérida, 24 de mayo de 2012.

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