La comunidad ambientalista de Yucatán y la Península lamentó el fallecimiento de Joann M. Andrews, fundadora y presidenta honoraria de Pronatura Península de Yucatán, A.C., ocurrido ayer a los 96 años de edad.
Su vida estuvo profundamente ligada a la conservación de la naturaleza y al impulso de un modelo de desarrollo armonioso entre el ser humano y su entorno, visión que dejó raíces profundas en la región.
Originaria de New Haven, Connecticut, en Estados Unidos, Joann M. Andrews llegó a Yucatán en la década de 1960 junto con su esposo, el reconocido arqueólogo E. Wyllys Andrews IV.
Desde su llegada se mostró interesada en la riqueza natural excepcional de la Península. La diversidad de selvas, humedales, costas, mares, flora y fauna despertó en ella la convicción de que ese patrimonio debía estudiarse y preservarse para las futuras generaciones.
De acuerdo con la página web de Pronatura Península de Yucatán, ese compromiso se materializó en 1990 con la fundación de la asociación civil, que se dedica a la conservación de los ecosistemas prioritarios de la región, al tiempo que promueve el desarrollo social en equilibrio con la naturaleza.
Joann se convirtió en el eje articulador de la asociación, que hoy suma 35 años de trabajo continuo en la protección ambiental y en la construcción de soluciones sostenibles para la Península de Yucatán.
A lo largo de su trayectoria, Pronatura ha impulsado proyectos clave en la conservación de selvas tropicales, manglares, humedales, costas y océanos, así como programas de educación ambiental, restauración ecológica y fortalecimiento comunitario, siempre bajo la premisa de que la naturaleza y el desarrollo humano no son conceptos opuestos.
El activismo de Joann Andrews no se limitó a la protección de ecosistemas. Con una visión integral, identificó también el potencial de la avifauna peninsular como objeto de estudio científico y como motor de conservación y turismo sostenible.
Así, en 2002 promovió una primera jornada de observación de aves, iniciativa que con el paso del tiempo daría origen al hoy conocido como Festival de las Aves Toh.
Para la consolidación del festival, Joann convocó a autoridades federales y estatales, organizaciones de la sociedad civil, ornitólogos, académicos y representantes del sector privado, con los cuales sentó las bases de un proyecto que actualmente suma 23 ediciones.
El Festival Toh ha contribuido a posicionar a Yucatán como un destino de turismo de naturaleza, enfocado en la observación de aves, modelo que posteriormente fue replicado en otros estados de la Península.
Su llegada a Yucatán
El legado de Joann Andrews quedó también plasmado en sus reflexiones públicas.
En 2019, la fundadora de Pronatura concedió una entrevista al Diario en la que habló sobre su vida en el Estado, su trabajo a favor del medio ambiente y los desafíos que el cambio climático impondría a flora y fauna en los años por venir.
“Trabajamos a través de diversas modalidades de conservación y uso sostenible de los recursos naturales en áreas prioritarias de la Península, promoviendo la integridad de los ecosistemas, de los bienes y de los servicios ambientales que proveen”, expresó.
Y añadió: “Trabajamos con niños, porque ellos quieren mucho el ambiente; hay más trabajo cuando se quiere convencer a los viejos”.
Durante esa conversación recordó que, tras concluir una maestría, ingresó al servicio diplomático de Estados Unidos, labor que la llevó durante una década a distintos países de África. Más tarde, su vida tomó rumbo definitivo hacia Yucatán.
“Mi esposo trabajaba en ese entonces en Dzibilchaltún, en la realización de cartografías, y me invitó a visitarlo, y luego de unos meses nos casamos”, relató.
Al evocar el Yucatán de décadas atrás, Joann Andrewws sonrió y dijo: “Todo ha cambiado, la población ha crecido mucho; hace cuarenta años eran como doscientos mil personas, ahora son más de un millón”.
También hizo notar el fenómeno migratorio que comenzaba a crecer: “Está llegando mucha gente atraída por la tranquilidad del Estado; vienen de Tabasco y Veracruz, son personas diferentes a las de Yucatán”.
Sobre su relación con Mérida, expresó un profundo afecto por la gente. “Me gustan mucho los yucatecos. Después de mi esposo, me ayudaron mucho a vivir aquí, especialmente con el idioma”, admitió.
Sin embargo, no ocultó su preocupación por la contaminación: “Lo que no me gusta es la basura en las calles y en todos los alrededores saliendo de Mérida”. Al respecto fue enfática: “La gente que tira la basura… hay camiones, hay choferes que tiran la basura en las afueras”.
Incluso compartió una experiencia cercana: “Mi hija tiene una finca cerca de Ucú y sembramos unos 200 árboles en la entrada de Caucel; limpiamos y en pocos días ya había botellas de nuevo.
“Cada camión, cada vehículo debería tener una bolsa para poner la basura, pero llegan, pasan y la tiran”, lamentó la ambientalista.
Joann M. Andrews deja un legado invaluable en el activismo ambiental de la Península de Yucatán. Su trabajo sentó un precedente en la construcción de una conciencia colectiva sobre el cuidado del entorno natural.
En la sección Local compartimos el obituario de la conocida ambientalista.— Alejandra Molina
