(Primera Columna publicada el 6 de julio de 2011)

Discrepamos del presidente de la república en esta columna cuando dijo, en la mesa de Chapultepec, que él hace lo que puede en el combate contra el narcotráfico, pero estamos de acuerdo con Felipe Calderón Hinojosa en las críticas que en esa misma ocasión y un día después, en una entrevista, formuló contra un sector del Episcopado de México.
El regaño del jefe del país se debe a que tres prelados se unieron en expresar al multimillonario político Jorge Hank Rohn su pesar y solidaridad cuando fue detenido por presuntas ligas con la delincuencia organizada. Se trata de los obispos de Ecatepec y Mexicali, Onésimo Cepeda y José Isidro Guerrero, y el arzobispo de Tijuana, Rafael Romo.
Se afilia a los tres al llamado Club de Roma, élite que, según conocida clasificación de los jerarcas de la Iglesia mexicana, preside el cardenal Rivera, arzobispo primado de México, y se distingue por su simpatía por los gobernantes egresados del PRI.
Son varios los obispos que guardan amistad con el priísta Hank Rohn, ex alcalde de Tijuana y candidato derrotado a la gubernatura de Baja California Norte. Uno de ellos es Emilio Carlos Berlie Belaunzarán, obispo de Tijuana antes de ser trasladado a nuestra arquidiócesis.
Nos informan que Jorge Hank, en la muerte de la señora madre de monseñor Berlie, publicó una esquela de gran tamaño manifestando sus condolencias y reiterando su amistad al arzobispo de Yucatán.
Disgustado por la adhesión de los señores Cepeda, Guerrero y Romo al detenido Hank Rohn, el primer mandatario, sin mencionarlos por sus nombres y apellidos, declaró en Chapultepec que “los obispos” nos proponen a “ciertos personajes” como “modelo de santidad”.
“A mí —continuó don Felipe — lo único que me evoca es una frase, don Javier (el poeta Sicilia): la que dice sepulcros blanqueados y raza de víboras”.
No se hicieron esperar los titulares alusivos en los periódicos. Reproducimos uno: “Obispos pro Hank, ‘raza de víboras’, dice el Presidente”.
Calderón Hinojosa regresó al tema al día siguiente, en la entrevista, y fue más explícito en su llamada de atención a los dignatarios eclesiásticos:
—Tengo acercamientos con algunos obispos de primera, como los de Tehuacán y el de Puebla, Rodrigo Aguilar. No es el caso de Ecatepec y Tijuana.
—Creo que todavía está pendiente una explicación de por qué defienden a Rohn, por qué lo presentan como modelo de santidad si tiene 19 hijos con varias parejas, se dedica a lo que se dedica y hace lo que hace.
—Me gustaría ver obispos más comprometidos con la verdad y la justicia, que con intereses políticos y económicos.
En entrevistas con el propio Felipe Calderón, en editoriales e informaciones relacionadas con un juicio en Mérida, “Diario de Yucatán” ha denunciado, con argumentos nunca desmentidos, que hay en las cúpulas de la Iglesia Católica mexicana infiltraciones de la mafia o intereses políticos y económicos que han desviado a varios obispos hacia comportamientos opuestos a la verdad, a la justicia y a los derechos humanos.
Al socaire de una aparente neutralidad que de hecho los hace cómplices de funcionarios prevaricadores y venales, hay obispos que guardan silencio ante comprobados fraudes y deficiencias en la actuación de los gobernantes y su deshonesta administración de los dineros del pueblo, o alientan estos delitos con sus distinciones y halagos a los responsables. Silencio que, impuesto también a los sacerdotes confiados a su pastoreo, tiende a confinar los principios de la religión entre los muros del templo y desvincularlos del ejercicio de los cargos públicos y otros puestos rectores de la sociedad.
En tiempos electorales, como los que se avecinan, el éxito de los esfuerzos cívicos de los mexicanos y su lucha por la democracia, en contra de políticos captados por las mafias o instrumentos de la delincuencia organizada, ese éxito, repetimos, dependerá de manera importante de la orientación que reciban los ciudadanos sobre la defensa y vigilancia de los valores morales en los programas de los candidatos, las plataformas de los partidos y la trayectoria e intervención de las autoridades.
La religión no es una actividad interna destinada a encerrarse en las iglesias y limitarse a sus agrupaciones piadosas, sino un conjunto de creencias y normas para apoyar y poner en práctica en la sociedad, la economía y la política.
Por último, es un error de graves consecuencias concretar la delincuencia organizada al narcotráfico: es también el sistemático abuso del poder y los privilegios del gobierno para distraer hacia fines personales de lucro, mediante la trampa y el engaño generalizados, los fondos públicos destinados a satisfacer las necesidades del pueblo. Eso se llama robo, como tal es pecado y como pecado cae bajo la jurisdicción religiosa.— Mérida, Yucatán, 1 de julio de 2011.

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