(Primera Columna publicada el 3 de marzo de 2012)
Recién llegado de una inspección de las delegaciones del centro mundial contra la mafia en Europa y América, su representante en México, Vittorio Emmanuele Zerbbera y D’Sacatto, abrió una página de la sección local de anteayer de este periódico, mostró un retrato y, entre asombrado e incrédulo, preguntó César Pompeyo:
—¿Es una manifestación inédita de la delincuencia organizada en Yucatán?
Pompeyo contempló la fotografía, se rió por lo bajo y explicó.
—No se trata de una postal de la cosa nostra. Es un testimonio de un tete a tete de sumos sacerdotes de la plana mayor de la extrema izquierda con pontífices del empresariado local embarcados en el grupo “Actúa por Yucatán”.
—En mis informes al alto mando, ¿puedo catalogarlos de lobos y corderos?’
—No se me había ocurrido esa clasificación, Vittorio.
—Si se le ocurriera, ¿quiénes serían leones y quiénes corderos?
—No se me va a ocurrir, doctor. Yo no me meto en camisa de once varas.
—No le sienta la inocencia. Dígame: en la foto, ¿dónde están los lobos? ¿A la derecha, al centro o a la izquierda?
—Vistos desde afuera, hasta donde yo he oído, hay izquierdistas acusados de pactar con la derecha. De todas maneras, cuando llegan al poder se inclinan a estribor y cuando salen no se van a un asilo.
—En cuanto a los hombres del capital, Vittorio, hay un movimiento romántico que liga a ciertos líderes del dinero con la república pasional del gran converso tabasqueño.
—¿Quién le toma el pelo a quién, César?
—Podría ser que ninguno. Para algunos observadores no les viene mal a los empresarios una fotografía con señorones de la izquierda. Tienen el corazón en el bolsillo: es el sambenito más o menos exacto que los acompaña desde siempre. Piensan a través del Vaticano: es una fama más o menos inexacta que les cuelgan los domingos y fiestas de guardar.
—Hay empresarios, Vittorio, que ya quieren dar la otra cara a la política. La cara de que la política es su mejor empresa. Ya sé que me puedes decir que eso siempre ha sido así, que la política es su gran negocio. Pero esta vez puede ir en serio: quieren tener como socios al pueblo y como campo de inversión los problema de la sociedad.
—Son empresarios que quieren voltear la hoja que fueron incondicionales del gobernador en turno y comenzar a escribir en los renglones de la vigilancia y la crítica constructiva y asidua. La crítica, cuando es ocasional nada más, cuando es selectiva y aleatoria, cuando no va seguida de la sanción, se vuelve un estímulo al delito.
—A la izquierda no le viene mal dulcificar esa imagen de demonio furibundo que le dejó Andrés Manuel, antes de su conversión, con sus diabluras del Zócalo. Recuerda que los 100 empresarios de “Actúa por Yucatán” propusieron candidaturas cívicas que los otros partidos acogieron con frialdad. El PRD se anotó un 10 al acogerlas con simpatía.
—En este “tsunami” donde la playa está en el mar y el mar donde debe estar la playa, César, ¿ya todo cambió? ¿Ya no hay un punto fijo, un concepto inamovible, una trayectoria perpetua que nos oriente?
—Nos queda el PRI, Vittorio, el PRI no cambia; es inmmutable. Nombres vienen, nombres van, pero en el carapacho y el intestino es igual. Como medio de orientación, sin embargo, no me atrevo a proponértelo: siempre acabas en lo mismo.
—Y este borrón y cuenta nueva que empresarios y perredistas están gestando en Yucatán, esta moción para fundar la alianza de la ternura donde hervía la caldera del diablo, ¿no puede a la larga, César, dividir los votos que podrían derrotar a Peña Nieto y a los herederos de madame Ivonne”.
—La peor diligencia es la que no se hace, Vittorio. ¡Cuántas veces el éxito está pavimentado de riesgos! París bien vale una misa y Yucatán un Te Deum de pontífices.— Mérida, 3 de marzo de 2012.
