(Primera Columna publicada el 15 de junio de 2012)

En la quinta y última meditación de César Pompeyo sobre “Orgullo y compromiso”, lema de los candidatos del PRI, un juramento insólito de Rolando Zapata Bello, en su discurso de la Casa del Pueblo, le recordó una frase célebre atribuida a don Porfirio Díaz: “¡Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos!”.
Decimos “atribuida”, porque no se sabe por qué la pronunció y ninguno de sus biógrafos la cita. Otras versiones sobre su origen se la adjudican a dos Papas: “Benedicto XV (1914), cuando conoció el contenido anticlerical de la constitución mexicana de 1917, y Pío XI (1922-1939), al enterarse de la ley dictada por el presidente Plutarco Elías Calles para cerrar las iglesias y prohibir el culto católico.
Pompeyo repasó sus cuatro meditaciones anteriores y cayó en la cuenta de que apenas se había referido a un cuarto creciente de la luna llena de sinvergüenzadas que abren un abismo, como entre el cielo y el infierno, entre el gobierno de Ivonne Ortega Pacheco y el apego a la honradez, la honestidad y la verdad que identifican la recta administración de los dineros del pueblo y la correspondiente rendición transparente de cuentas.
Meditó sobre los gastos escondidos del Instituto de Cultura y las facturas majestuosas que nos ha pasado por los banquetes, invitaciones, presentaciones y conciertos. Sobre el proyecto de Ucú, de 56,880 casas, presentado en abril de 2009 como “Destino Yucatán exitoso” y calificado, por Angélica Araujo, como “el camino del futuro”, y, por el hombre de la calle, como una de tantas maneras de recaudar fondos para las campañas electorales del PRI. En vez de viviendas, Ucú ha producido una denuncia multimillonaria por desviación ilegal de fondos públicos.
Meditó sobre las 1,300 casas para 15,000 personas que alcanzarían en el latifundio de 1,706 que la señora Ortega Pacheco adquirió entre Dzemul y la costa. Meditó sobre las residencias palaciegas que familiares y consentidos de la ola roja han construido en Mérida y el interior del estado.
Meditó sobre la deuda que compromete nuestros ingresos en los próximos 25 años. Un pasivo que pasó de los 582 millones que dejó en 2006 el régimen de Patricio Patrón Laviada a la cifra astronómica de 10,352 millones (17 de agosto de 2011). Deuda que incluye los millones anuales que pagaremos a Televisa en los próximos 10 años por nuestra sorpresiva aportación al hospital del Teletón, contratada en secreto con una entrega inicial de 300 millones que no figuraban en el presupuesto.
Debido a la magnitud de lo que se sabe, Pompeyo opina a que si salieran a la luz todos los secretos de la Secretaría de Salud, la Oficialía Mayor, el despacho de la gobernadora y otras dependencias constataríamos que cada una —o la mayoría— tiene su propia cueva de Alí Babá que funciona bajo el patrocinio y el amparo del PRI.
Es momento ya de regresar al juramento insólito de Rolando Zapta en aquel discurso: “Que este 20 de mayo de 2012 cada ciudadano sepa y tenga la certeza de que los hombres y mujeres que son candidatos del PRI somos hombres y mujeres de valores; que los políticos que suscribimos la ideología del PRI somos hombres y mujeres de principios”. ¿Desfachatez? ¿Burla?
Los filósofos dicen que los principios son las verdades primarias de las que se derivan las demás verdades; los académicos, que son las normas o ideas fundamentales que rigen el pensamiento o la conducta. Valores, por su parte, son los principios morales, ideológicos o de otro tipo que guían el comportamiento personal.
Don César ignora a qué principios y valores se refiere el señor Zapata, pero, a juzgar por las comprobadas conductas amorales de los priístas, sospecha que no pertenecen a la doctrina de ninguna religión cristiana sino a un credo político que tiene, como primer mandamiento: “Amarás a tu señora Ivonne sobre todas las cosas y al partido como a ti mismo”.
Como Zapata Bello nos advierte, en el mismo discurso, que “Yucatán no puede detenerse y no puede desperdiciar ni uno solo de los proyectos exitosos que están en marcha y tanto nos han costado, César Pompeyo terminó sus meditaciones con la seguridad de que tanto don Porfirio Díaz como Benedicto XV y Pío XI comentarían:
“¡Pobre Yucatán, tan lejos de Dios y tan cerca del PRI!”.— Mérida, Yucatán, 15 de junio de 2012.

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