Alessandra Flores Ávila, del coma al oro, en increíble historia de recuperación en 10 meses
Siempre decimos “por algo estamos vivos”, o “por algo nos nos hemos muerto”.
Pero quienes han estado cerca de irse de este mundo, son los que verdaderamente pueden hacer esa reflexión mejor que nadie.
Me impresionó mucho la noticia de abril de 2018, la mañana de un jueves, del día 18. Parecía una jornada normal hasta que los mensajes de celular retumbaron, una y otra vez: “Una niña se está muriendo en el Estadio. La golpearon con una bala”.
La vida da vueltas. Y vaya que enseña, pero también se ensaña, y mucho.
Alessandra Flores Ávila quedó tendida en el pasto del “Salvador Alvarado”. Fue sacada del centro del pasto y, literal, medio mundo pensó que estaría muerta. El parte médico indicaba una “gravedad extrema”, así que los pronósticos no eran nada alentadores para ella, su familia y el deporte yucateco. A todos los que estamos involucrados en esto nos había caído como balde de agua helada.
Todo lo que podamos escribir sobre este caso puede resultar palabrería, reflexiones baratas dada la increíble historia que comenzó a gestarse desde aquellos momentos, entre 9 y 10 de la mañana. Y los cinco días que quedó en coma fueron una verdadera prueba para ella, para su madre y sus hermanos.
“Creo que no me morí porque todavía no he terminado de hacer algo aquí en la Tierra”, nos cuenta Alessandra. Menos de diez meses después de ese accidente lamentable, propiciado por imprudencias de esas que los humanos cometemos siempre, la campeona yucateca de lanzamiento de martillo volvió al escenario.
Superó un calvario que fue regresar del coma, estar quince días más en terapia intensiva hasta recibir el alta médica y, luego comenzar la nada fácil tarea de ir regresando poco a poco a la normalidad. “Si le soy sincera, no me acordaba de nada. En ese momento no perdí el conocimiento del todo, recuerdo que la señora iba caminando, tenía sus audífonos, y la toqué para decirle que tuviera cuidado, que se fijara. Y de pronto escuché eso: ‘¡Cuidado!’ Cuando voltee, sentí el golpe. No caí, sentí todo, pero después…”
Alessandra nos contó lo vivido en el mismo lugar donde ocurrió el lamentable suceso. Caminamos junto a ella desde las gradas del Estadio hasta el centro de la cancha de fútbol. Trató de reconstruir los hechos a como pudo, “o a como me acuerdo. No se me ha olvidado del todo. ¿Pero sabe qué me pasó? Que luego me quedó negro todo en la mente, se me nubló. Entré al estado de coma”.
En la entrevista, que presentamos completa en un documento en nuestro sitio web (wp.yucatan.com.mx), ella nos cuenta todo. Son incontables las reflexiones de esta joven campeona, ya no solo del deporte, sino de la vida. Porque se fue, literal, pero volvió para contarlo.
Tan cruel todo, porque no deja de ser así, que a ratos en la charla lamentaba no acordarse de muchas cosas. Era obvio que esas fueran secuelas de algo tan grave. Triste, porque entre otras cosas que quisiera recordar, pero le cuesta trabajo, es que recientemente le habían festejado sus quince años… “y no, no me acuerdo de eso”. También sufrió cuando, al regresar a las aulas del CARD, pasó nervios porque creía que no iba a “saber leer, pero sí pude”.
Pero sí tiene muy claro algo y lo dice con toda propiedad: “Regresé al lugar donde comenzó todo”.
Fue allí donde se hizo atleta. “La Bebé”, como era conocida, comenzó allí a los 10 años, siguiendo los pasos de su hermana Arleth, múltiple medallista en bala en Olimpíada Nacional. “La Toro”, como le conocen desde poco antes del accidente, es una guerrera que, gracias a su madre y sus hermanos, así como su padrastro “Peluquín”, y el enorme apoyo gubernamental, salió avante. “Todo lo pagó el IDEY, y mi mamá tuvo que dejar su trabajo para atenderme, y gracias a Dios le dieron un trabajo en el CARD. Eso nos ayuda mucho”.
Otra reflexión es la capacidad para soportar esa pesada carga, y para volver muy pronto. “No sé si otras personas, lo dudo de verdad, pudieran resistir un paro respiratorio, un paro cardíaco… Pasar días con un montón de tubos, conectada a un montón de cables… No lo sé, se lo confieso”.
Todo, le dijimos, puede ser parte de un milagro. “¿Crees en los milagros? Tu segundo nombre es Guadalupe, tal vez la Virgen te cubrió con su manto”, le señalamos.
“Creo que sí. Dios así lo quiso. Y mire, se lo estoy contando aquí donde ocurrió”, respondió.
Caminamos por todos los senderos que ella transitaba en sus entrenamientos hasta llegar a la jaula de lanzamientos, a donde regresó apenas en enero, y allí se sinceró aún más, tras realizar la rutina con el martillo. “No, claro que no me siento al cien por ciento, no estoy ‘entera como estaba antes’, pero lo que sí puedo decirle es que tal vez sea un orgullo para muchos que han visto que cuando se quiere, se puede llegar lejos”
Ella puede alcanzar otras metas. Seguramente. Porque ha hecho algo más grande: regresar a la vida, porque la vida se le escapaba.
Se le escapaba por una imprudencia… Imprudencia de muchos tal vez, desde quien se metió de forma irresponsable a esa zona en medio del peligro; de quienes permiten ese tipo de accesos o no los limitan; de ella misma, como admite, “porque por proteger a alguien no me protegí a mí”, o incluso de quienes lanzaban en ese momento. De las imprudencias, llegaron las manos salvadoras de los médicos que la recibieron inconsciente y que colaboraron con sus manos mágicas para revivirla, sacarla del estado vegetativo en que se temió que quedara. También llegó la estoica e increíble aportación de Evelyn Eugenia Ávila Lizama, su madre, y sus hermanos Arleth y Gabriel, y también su padrastro Víctor Antonio Pérez Ramírez.
Lo del oro que ganó apenas el sábado pasado en el Encuentro Invernal puede pasar a segundo plano. Pero hay que decir que ese increíble éxito fue el que nos permitió, a nosotros y a otros medios, contar esta historia, regresarla con todos los honores a las páginas de la Sección Deportes en donde, antes del 18 de abril de 2018, había destacado.— Gaspar Silveira
Temor: ver caer a alguien como ella
Lentes listos y más ayudas para Alessandra Flores

Superados muchos temores, por la complejidad de los daños sufridos en abril de 2018 en el Estadio “Salvador Alvarado”, Alessandra Guadalupe Flores Ávila ahora se alista con todo para tratar de ser la misma de antes. O lo que pueda ser de aquella alegre chica que estaba llamada a ser medallista en los Juegos Olímpicos de la Juventud.
“Por mis marcas, decían que podía ser medalla en los Juegos de Argentina. Pero pasó eso y no pude ir”, comenta Alessandra, al referirse a la justa, en la que había sido señalada como favorita para el podio.
Ella misma hace su reflexión: “Por eso dicen que nunca hagas planes…” Y se queda entre sonrisas meditabundas. Si iba a ser o no, no lo sabremos nunca.
Lo que sí sabemos, porque ella lo tiene claro, es que quiere seguir venciendo fantasmas, superando tabúes. “Siempre me he esforzado mucho, igual mi hermana. Mi mamá nos enseñó siempre a que tenemos que luchar para alcanzar las cosas”.
El día de la charla con el Diario, antes, le presentamos a Carlos Franco, nadador que fue el primer yucateco en cruzar el Canal de la Mancha. “¿De veras hizo eso? Waoo, yo camino una cuadra y me canso, y él hizo eso…” Y se quedó sonriendo tras ese apretón de manos y deseos de éxito y admiración mutua.
Alessandra tiene mucho eso de admirar, respetar y agradecer. “Mucha gente nos ayudó”, dice. Ayer, nos confirmó el director del IDEY, Carlos Sáenz Castillo, que hoy o mañana le deben entregar sus anteojos y en estos días comenzará la rehabilitación de los dientes que se dañaron por el accidente.
La joven lanzadora se llevó la mano una y otra vez a la zona dañada, donde aparecen las cicatrices de las operaciones. “Esto me quedará marcado siempre. Así viviré. Pero quiero contarlo porque es parte de mi vida”.
Y resalta que, si algo teme, “es que vea que alguien le pase algo como a mí. Creo que eso si me mataría”.
Cerca de ser tragedia

La noticia casi trágica: Alessandra Flores Ávila fue golpeada por un martillo tras un lanzamiento. Casi le destrozó la cabeza y comenzó un calvario para ella y su humilde familia. Cinco días en coma y veinte hospitalizada. Se temió no solo por su carrera deportiva, sino por su vida.
Milagro de oro

Alessandra Flores Ávila desafió a la ciencia, al deporte y a la vida misma. En enero regresó a los entrenamientos y, tres semanas después de su incipiente, nervioso retorno, volvió a la competencia, coronando el “milagro de oro”. El Invernal de Atletismo, un fuerte evento regional, marcó un hito para el deporte. En el mismo escenario donde regó sudor y sangre, y gloria deportiva, la joven atleta se fue al campo para lanzar el martillo otra vez. Eso ya le supo a un triunfo innegable, que era volver a la actividad, y coronó esa emblemática justa ganando el primer lugar. Fue, no cabe duda, un milagro de oro en todos los sentidos para Alessandra.
La suya fue una de las historias más grandes que ha tenido el deporte yucateco en tiempos recientes. Triunfo, sufrimiento y tragedia, y de nuevo caminando por el sendero hacia la gloria.
