Por Rafael J. Ramos Vázquez
“Todo se lo debo a mi manager y a la Virgencita de Guadalupe”. A esas palabras lo acompañaba un ademán: agachar la cabeza.
Con esa frase que lo identificó y la hizo famosa, se despojaba de todo mérito, su éxito en el cuadrilátero se lo atribuía a su manejador y a la Reina de México.
El autor, Raúl Macías Guevara, apodado “El Ratón”. Su infancia la pasó en una vecindad de la calle Héroes de Granaditas, en el barrio bravo de Tepito. Estudió únicamente la primaria para dedicarse a zapatero, oficio de su padre, incursionando en el box motivado por sus hermanos, quienes lo practicaban. “El Ratón” tenía facultades innatas para el deporte de las orejas de coliflor, bajo de estatura, habilidoso, buen juego de piernas, un gancho al hígado espectacular y una magnifica defensa. Con esos atributos, se corona campeón nacional en peso gallo, la categoría reina del boxeo mexicano.
En 1955 gana el campeonato mundial en el mismo peso, 118 libras, ante el tailandés Chamroen Songkitrat. Ese éxito lo encumbró y lo convirtió en un ídolo, aclamado en los momentos de gloria y arropado en los fracasos.
Macías tenía una personalidad carismática, era gente sencilla y modesta, los fanáticos le profesaban un amor indescriptible, enigmático y lo convirtieron en un héroe tanto en el cuadrilátero como en la calle.
Se retira con un récord de 41 victorias, 25 de las cuales fueron por la vía del cloroformo, y sólo dos derrotas. Una fue ante Billy Peacock, un gladiador de ébano con una pegada mortífera, perdiendo por KO sólo tres meses después de haber ganado el cinturón, sufriendo la fractura de la mandíbula.
Esa pelea fue para todo el país “la noche triste” del boxeo mexicano, pues a Raúl Macías se le consideraba parte de México.
La segunda, a finales de 1957, fue ante Alfonso Halimí, cuando perdió el campeonato mundial. En febrero de 1959 después de su victoria ante Ernesto Parra, pidió el micrófono y anunció su retiro, diciendo: “No es una decisión repentina, me voy porque mi madre enferma me lo pide. ¿Cómo iba a negarme a su súplica? Tiene diabetes que se recrudece cada vez que peleo”.
Tenía 24 años y estaba en el cenit de su carrera.
Raúl es considerado el primer ídolo nacional. Llevó una vida ejemplar fuera del ring, sin vicios, no derrochó su dinero ni se perdió en brazos de Baco, nunca probó una gota de alcohol. Una rareza en el mundo de las trompadas. Su único vicio era el baile. En marzo de 2009, la parca le propina su tercera derrota, a través de cáncer de próstata.
Raúl “Ratón” Macías, afortunadamente no padeció el síndrome del boxeador, que consiste en: momentos de gloria, tocar el cielo con el dinero y la fama y por los vicios caer en vida a lo más profundo del infierno, a la miseria y el olvido.
“El Ratón” es un ejemplo que deben seguir las futuras estrellas de ese rudo deporte. Mérida, febrero de 2025
