¿PAN y PRI irán en alianza en Yucatán para el proceso electoral del próximo año? En las últimas semanas se ha especulado mucho sobre esa posibilidad.
Recientemente, en el foro “Hacia la construcción del frente amplio por Yucatán”, la periodista Beatriz Pagés Rebollar, al ver juntos a dirigentes del PAN y del PRI, literalmente, pecó de ingenua al preguntar: “¿bueno y qué es lo que impide entonces que en este momento y en este instante se fije una alianza?” (“Alianza sin concretarse”, Diario de Yucatán, 01-octubre-2023).
Definitivamente, para quien no conoce la historia de Yucatán y no ha seguido los procesos electorales en las últimas décadas, le será difícil entenderlo. En la entidad, ha prevalecido un marcado bipartidismo, panistas y priistas se han combatido mutuamente y se han alternado en el poder en, prácticamente, todos los municipios y distritos locales y federales. Las huellas de esas batallas electorales han dejado hondas cicatrices y persisten enconos, rivalidades y rencillas, con diferencias casi irreconciliables.
Tiene razón el presidente estatal del PRI, Gaspar Quintal Parra, cuando afirma que dicha alianza de partidos “no se puede percibir como una imposición nacional, como una imposición de las dirigencias” y que hay que respetar las “106 realidades” en Yucatán, equivalente al mismo número de municipios.
Enorme paradoja para el PAN yucateco sería revivir a su archienemigo el PRI, al que combatió durante décadas y al que criticó por sus malos gobiernos. Resulta complicada esa alianza. A menos que los dirigentes y liderazgos de ambos partidos emprendan una tarea de reconciliación en cada municipio y localidad del Estado y, a menos, que los tricolores acepten suscribir un “mea culpa” por todas las veces que abusaron del poder y burlaron la democracia.
No veo en el futuro en los municipios a los líderes tradicionales del panismo ondeando la bandera del PRI, ni saliendo a pedir el voto casa por casa por los priistas.
Pedirles a esos panistas que ahora le apuesten al olvido es hasta ofensivo, a ellos que resistieron heroicamente durante varios procesos electorales el robo de urnas, la compra de votos, las vejaciones, las trompadas y las trampas de los caciquillos tricolores; a esos que fueron expulsados a golpes de las casillas, que perdieron trabajos, que soportaron estoicamente las pedradas y las calumnias por la “brega de eternidad”, con el ideal de construir una “patria más ordenada y generosa”. Simplemente, a esos panistas, no los veo apoyando al PRI.
Fábula
En una eventual alianza, el PRI yucateco usará al PAN para no ahogarse y será como la fábula de la rana y el escorpión, el tricolor cruzará el río en la espalda del panismo y al final le dará un pinchazo.
Por otra parte, ¿con qué datos se está negociando esa alianza? En el 2018 en Yucatán el PRI obtuvo el 36 % de los votos y en las elecciones de 2021 el 22 %, y según la última encuesta de Massive Caller (del 19 de septiembre) apenas el 7.4 % de los yucatecos expresa su intención de voto a favor de dicho instituto. Con este último dato al PRI no le alcanzaría para ganar ni una diputación y difícilmente repita el triunfo en los 41 municipios que hoy gobierna.
En consecuencia, en una eventual alianza pierden más los panistas y tendrían que pagar un precio muy alto por recibir los despojos del PRI, tendrían que ceder espacios en las candidaturas que los priistas yendo solos jamás obtendrían. Y de paso, al regalar al PRI candidaturas, el PAN estará frustrando las aspiraciones de varios de sus militantes que aspiran a representar a su partido en el próximo proceso electoral.
Sostengo que al PAN y a Renán Barrera Concha les conviene mejor ir solos por la gubernatura de Yucatán, pues al ir en alianza los panistas estarían dando oxígeno a un PRI moribundo y generarían desencanto en el electorado. En política 2 + 2 no siempre es 4. Lo dejo de tarea.—Mérida, Yucatán
rogergonzalezherrera@yahoo.com.mx
Profesor