Recuerdo los momentos que en los años 50 los Estados Unidos vivieron una gran discriminación racial proveniente de la esclavitud del siglo XIX donde los de la raza negra nacían esclavos de los patrones de grandes plantaciones,
En cuanto a comunicación en la era del teléfono, lo teníamos en casa y en la oficina la secretaria recibía nuestras llamadas y las nuestras eran programadas para llamar a determinado cliente, amigo o institución.
En mi niñez los amigos nos reuníamos a jugar béisbol en las calles, convivíamos en los parques jugando a encantados y pesca-pesca, los amigos vecinos nos comunicamos con teléfonos improvisados con latas de leche Nestlé y como cable conductor un largo hilo de cáñamo o a través de un hilo que hacíamos transitar corriendo por armellas para enviar y recibir mensajes escritos, esta era nuestra tecnología, pero utilizamos mucho más la comunicación presencial de persona a persona.
No necesitamos retroceder al siglo XIX, en la actualidad existe la esclavitud, pero no por personajes que nos esclavizan sino porque somos nosotros mismos que nos sometemos a ser esclavos de la nueva tecnología electrónica denominada teléfonos celulares.
No hay persona en el mundo que no tenga un celular en su bolsillo o más bien, siempre en la mano y constantemente recibimos WhatsApp con mensajes de todo tipo, un alto porcentaje de promociones, encuestas o propaganda política y no dejamos de ver Tik Tok o Facebook, denominadas redes sociales, en todo momento estamos recibiendo llamadas no solo de amigos o clientes, sino de bancos y tiendas comerciales que nos quieren vender algo y siempre compramos. Lo más sorprendente es que nos extorsionan, nos hacen fraudes y entramos en conflictos, esta es la nueva esclavitud que nosotros nos imponemos.
El otro día dejé mi celular en casa y a dos cuadras de mi traslado a la oficina me di cuenta, di la vuelta de regreso a recogerlo, al tenerlo, como siempre, utilicé horas del día —dejando trabajo pendiente— para hacer y recibir llamadas —mi secretaria sin saber nada—, más del 80% no eran importantes pero recalcitrantes o más bien dicho innecesarias, pero de rutina continua toda la semana.
El jueves de la semana anterior sucedió lo contrario, volví a olvidar el teléfono en la casa, no me di cuenta hasta llegar a la oficina, al percibir su falta me inquietó, pero decidí no ir por él, ese día fue muy productivo, saqué sin percibirlo muchos pendientes del trabajo, fui muy productivo, me puse a meditar y el resultado de mi productividad de este caso, fue que no utilicé el celular —no me hizo falta—, tuve mejor comunicación con mis socios en forma personal en vez de enviarles fríos mensajes.
No estoy en contra de la tecnología, pero el problema tecnológico actual es que un día para otro cambian de modelo los celulares y prácticamente ahora son computadoras, esto nos esclaviza más porque antes usábamos la computadora PC o laptop de trabajo en la oficina. Ahora el celular además de la oficina lo utilizamos en el coche, en el restaurante, en juntas o reuniones y en casa, aunque no nos esclavizan por alguien, nosotros somos nuestros propios esclavos, como dijo Einstein “llegará el momento en que la tecnología nos idiotizará” —por ese camino vamos—, esta forma de comunicarnos nos aleja del contacto personal no solo de nuestros clientes y amigos sino de nuestros seres queridos, perdemos valores humanos , en la oficina reacciono intranquilo cuando le pregunto a un socio si tuvo la entrevista programada con un cliente, me responde, sí ya le hablé a su celular; en casa con pena cuando mi esposa me dice: otra vez con el celular y le respondo la realidad —que obvio ella no comprende—: es trabajo, estoy leyendo informes de un cliente; robando tiempo de reunirme con la familia en la comida, en la realidad lo podría haber leído en la computadora de mi oficina; esto es esclavitud.
Cuando mis nietos vienen a casa están con sus celulares en la mano y algunos se recuestan en los sofás de la sala a consultarlos, a enviar y recibir mensajes —se pierde la convivencia—.
El otro día celebré cuando vi un video en Tik Tok donde la mamá llamaba a los hijos a comer y estos no acudían porque estaban con sus celulares, entonces la madre puso en una olla varios celulares, cargadores y cables y les entregó en sus lugares platos con celulares como comida y cables como sopa, entonces los hijos reaccionaron y fueron a la mesa a la verdadera comida, la madre les sirvió una albóndiga por cada celular que le entregaban de su propio uso, hubo quien recibió hasta cinco albóndigas; excelente forma de hacer intercambio.
Cierto que la tecnología es para avanzar en eficiencia, pero debe correlacionarse con una disciplina interior, utilizarla para eso: más productividad, nunca para ser sus esclavos, programemos su hora de uso, tengamos disciplina en las llamadas y mensajes, las de trabajo en las horas de trabajo, las de amistades en las horas de ocio y en la casa disfrutemos de la familia, apaguemos los celulares, quitémonos el falso temor de que podrían haber llamadas o mensajes de urgencia, todo asunto tiene su momento.— Mérida, Yucatán.
Correo: ferojeda@prodigy.net.mx
*Doctor en investigación científica. Consultor de empresas.