Cuando hablamos de fechas en nuestro país para celebrar, pocas veces nos acordamos del 3 de mayo y del 7 de junio.

La primera está establecida desde 1971 con la aprobación de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) como el Día Mundial de la Libertad de Expresión.

La segunda fue instaurada por el entonces presidente de la república Miguel Alemán Valdez con los editores de los periódicos en 1951 como el Día Nacional de Prensa.

A más de 50 años de estas dos fechas importantes para la celebración de la libertad, hoy nos cuestionamos mucho más: ¿Qué medios están haciendo un uso auténtico de este derecho? ¿Quiénes no entienden la importancia de ponerlo en marcha?

Ante este marco de la libertad de prensa, donde lo fundamental recae en comprender que una prensa libre es sinónimo de una democracia, y que provoca una sociedad más informada que permea a un público comunicado, la forma más sencilla de entender a los medios como los mejores canales de libertad es analizar lo que dicen los protagonistas de la historia.

“La prensa no solo es el arma más poderosa contra la tiranía y el despotismo, sino el instrumento más eficaz y más activo del progreso y de la civilización”, expresó Francisco Zarco.

“La emisión de las ideas por la prensa debe ser tan libre como es libre en el hombre la facultad de pensar”, afirmó Benito Juárez.

Por su parte, Víctor Hugo escribió: “La prensa es el dedo indicador de la ruta del progreso”.

Por supuesto, no podemos quedarnos sin la reflexión de uno de los grandes del periodismo: “Una prensa cínica, mercenaria y demagógica producirá un pueblo cínico, mercenario y demagógico”, sostuvo Joseph Pulitzer.

Pese a contar con estos ejemplos históricos, la preocupación por el caos informativo impuesto por la revolución digital nos obliga a presenciar informaciones falsas, las cuales provocan divisiones sociales que permiten una libertad simulada y sin regulación.

Por lo anterior, el organismo Reporteros Sin Fronteras actualizó su metodología en su Clasificación Mundial de la libertad de prensa. La organización establece que la libertad de prensa implica que los periodistas, tanto individuos como colectivos, elijan, produzcan y difundan informaciones en interés general, sin importar las interferencias políticas, económicas, legales y sociales que surjan.

Por supuesto, lo anterior también implica que puedan ejercer el oficio sin amenazas que pongan en riesgo su seguridad física y mental.

A partir de estos parámetros, y tras investigar, Reporteros sin fronteras estableció un ranking del año 2023 en el que Canadá, Costa Rica y Trinidad y Tobago ocupan los mejores lugares en el continente americano, mientras que Venezuela, Honduras y Cuba ocupan, respectivamente, los tres peores sitios del conteo.

México, en el lugar 23 del continente y 128 del ranking mundial, registra el mayor número de periodistas desaparecidos del mundo, según la misma organización, lo que deja en claro los riesgos que se corren al informar en una nación donde no solo el gobierno manda.

Por supuesto, la libertad de expresión debe ser ejercida y defendida por organizaciones como la ya mencionada Reporteros sin fronteras y por los propios periodistas. Sin embargo, como lectores, también podemos abonar a que esta libertad y derecho no languidezca ante los embates que recibe desde múltiples frentes.

Así, mantenerse informado y cuestionar es quizá el primer y más importante paso. ¿Cómo saber qué defender si se vive ante un eterno panorama de dudas e incertidumbre?

Adicionalmente, es necesario apoyar el periodismo independiente, aquel que no se conforma con una sola versión y que publica los hechos que necesitamos saber, por incómodos que sean.

El voto es otra gran herramienta a favor de la libertad de expresión. En estas elecciones debemos exigir a todos los candidatos comprometerse a proteger el periodismo libre y hacerles ver que el derecho a la información no se negocia.

Por último, aunque más acciones siempre son posibles, debemos denunciar la desinformación y dudar de noticias falsas que sólo buscan manipular, engañar o dividir. Fortalezcamos nuestra recepción crítica para favorecer opciones que, sin tener la verdad absoluta, llevan al cabo el ejercicio periodístico con responsabilidad, honestidad y rigor informativo.

Una de estas opciones debe ser el Diario de Yucatán, un medio que, sin ser perfecto, se abre a la crítica y al escrutinio público, seguro de una labor comprometida de cien años de experiencia, algo que, como lector de sus páginas, también celebro.— Mérida, Yucatán.

carlos.perez@anahuac.mx

Director de la Escuela de Comunicación de la Universidad Anáhuac Mayab

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