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Presbítero Manuel Ceballos García

“Ofrecí la espalda a los que me golpeaban”

Hoy escuchamos el relato de la pasión y muerte de Jesús. El siervo de Yahvé del que habla el profeta Isaías en la primera lectura es un siervo que cumplirá su misión sin el estruendo y la violencia de la guerra, con su dolor silencioso y la verdad de su palabra profética. Además, el siervo será luz de las naciones. Los rasgos con los que se presenta la figura del siervo de Yahvé son tales que, a posteriori, fácilmente se adivina la figura de Cristo.

En cuanto al texto de san Pablo en la segunda lectura, con toda seguridad se trata de un himno de la primitiva comunidad cristiana, en el que se canta a Cristo como “Señor”. San Pablo lo utiliza para presentar a sus lectores a Cristo como modelo, para que todos tengan los mismos sentimientos que tuvo Cristo. Dicho himno se ocupa en primer lugar de la preexisten del salvador, y nos habla de la categoría de Dios que le es propia a Cristo antes de la encarnación.

Se dice, después, que Cristo no tenía por qué hacer alarde de lo que realmente es y de aquella gloria que tuvo delante de Dios Padre antes que el mundo existiera. Como dice San Pablo en otro contexto, Cristo “siendo él rico se hizo pobre por nosotros, para que nos hiciéramos ricos por su pobreza”. Una vez más, la salvación no pasa a través de caminos triunfales, sino por el camino denominado “Vía dolorosa”: va desde un tribunal hasta un lugar de ejecución capital, para terminar en un sepulcro.

Así pues, escuchamos en el relato del evangelio que Jesús de Nazaret vive las últimas horas de su existencia en una progresión de humillaciones y de sufrimientos.

Todos los días de la semana santa debemos tener como guía para nuestra oración personal, el texto de la pasión de Cristo que se proclama hoy domingo de ramos. Esta narración de los últimos acontecimientos terrenos de Cristo y de su gloriosa resurrección constituyó el “primer evangelio” de la primitiva comunidad cristiana, sobre el cual se modelaron después los cuatro textos de los evangelios: Marcos, Mateo, Lucas y Juan.

Las escenas

Son seis escenas que se siguen unas a otras inmediata y dramáticamente, pero que reúnen en sí un mensaje y una semilla de salvación. La “cena pascual” enseña el misterio de la continua presencia de Cristo en medio de su pueblo; en “Getsemaní” Jesús es el modelo de todos los orantes; en el “arresto” Jesús reafirma su apasionado amor por el perdón y la misericordia; el “proceso judío” sirve para la última revelación mesiánica de Jesús delante del pueblo; el “proceso romano” revela la indiferencia de Pilatos.

En la “crucifixión” se hicieron presentes la humanidad que blasfema, pero también los nuevos creyentes —como el centurión— y la nueva humanidad liberada por Jesucristo (significada por los muertos que surgen de los sepulcros). Son los capítulos 26 y 27 de san Mateo.

 

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