En una iglesia se reparte despensa para las familias
ROMA (EFE).— Detrás de una mesa en la iglesia de San Giuseppe a Trionfale, en Roma, un grupo de voluntarios reparte bolsas con comida, mientras que al otro lado, decenas de personas esperan su turno, bajo la lluvia, para recibir la “compra solidaria” del rebautizado como San Giuseppe Market.
En la larga fila hay familias de todo tipo, muchos padres con sus hijos o madres solas con pañuelos o mascarillas hechas en casa. No son el perfil habitual de personas que acuden a los servicios sociales, sino que se trata de los nuevos pobres que deja la crisis económica que amenaza a Italia tras la pandemia de coronavirus Covid-19.
La parroquia, junto con la asociación del barrio Trionfalmente 17, empezó a repartir bienes de primera necesidad a principios de abril, y hasta ahora “se ha abastecido a 120 familias”, dice Angela, coordinadora del reparto.
“Llevo diez años sin trabajo, solo he hecho algunos trabajos en negro”, explica uno de los solicitantes a Angela y al grupo de voluntarios que la ayudan a repartir esta “compra solidaria”.
Al hombre le preguntan si no recibe la renta de ciudadanía que el Gobierno italiano pone a disposición para personas en dificultad. Responde que no, y tras tomar su nombre y dirección, le entregan una bolsa con pasta, leche, galletas, tomate frito y otros productos.
“La escucha forma parte de nuestro trabajo, escuchamos sus historias, sus problemas”, continúa Angela, que señala cómo muchos de los que vienen a la parroquia trabajaban en bares, peluquerías o en otros comercios que llevan mes y medio cerrados después de que Italia paralizara cualquier actividad no esencial.
Es el caso de un padre que llega a San Giuseppe con su hijo y que aprovecha el momento para desahogarse sobre su situación personal: recoge comida para alimentar un hogar de seis personas en el que no hay ningún ingreso, después de que cerrara el restaurante donde trabajaba.
“Damos bolsas de diferente tamaño, según el núcleo familiar, si hay más personas o menos”, apunta Angela, que cuenta también cómo las familias con niños pequeños recibieron también la semana pasada huevos de Pascua y otros dulces típicos de la época.
La dinámica
La comida se recoge a lo largo de la semana en los distintos supermercados del barrio de Trionfale, al norte del Vaticano, donde los clientes dejan comida en los “carritos solidarios” que después los voluntarios llevan a la iglesia para el reparto de los lunes.
Muchos de los voluntarios son externos a la parroquia, como Elena, que se enteró de la iniciativa por medio de una conocida y quiso ayudar.
Los voluntarios son vecinos del barrio, organizados a través de grupos de WhatsApp para ayudar en la medida de lo posible a mejorar la situación de gente que, de un día para otro, ya no tiene ingreso alguno.
“Tenemos una lista de los productos que ponemos en cada bolsa, pero si conocemos a la familia y sabemos que es numerosa, por ejemplo, añadimos alguna cosa más”, dice Pasquale, que también se apuntó como voluntario, en el repleto almacén de la iglesia.
En las tres semanas de proyecto se han recogido ya más de 700 kilos de pasta, 350 litros de leche, 70 litros de aceite y 500 botes de legumbres, números que siguen creciendo día a día.
“Le damos comida a cualquier persona, en estos momentos no se puede cerrar la puerta a nadie”, comenta Angela, que aún así explica que se trata de un proyecto de barrio en el que el primer objetivo es ayudar a las personas de Trionfale.
Los que vienen por primera vez tienen que dar sus nombres y el número de personas que viven en el hogar. Así, en las siguientes visitas pueden tener un paquete adaptado a cada familia y a la cantidad de niños.
A muchos les preguntan si reciben algún tipo de ayuda estatal, como los “bonos de compra” que cada ayuntamiento italiano ofrece a las personas en situación de vulnerabilidad en esta crisis. La respuesta suele ser “no”.
En el reparto no hacen distinción según el origen o condición de la persona que acude, mientras que en la fila esperan tanto italianos como inmigrantes, todos ellos unidos por una situación de necesidad que se contagia en el país tan rápidamente como el coronavirus.
