El obispo auxiliar monseñor Mario Medina Balam dio una plática cuaresmal en la iglesia parroquial de Santa Rosa de Lima, en el sur meridano
El obispo auxiliar monseñor Mario Medina Balam dio una plática cuaresmal en la iglesia parroquial de Santa Rosa de Lima, en el sur meridano

La oración fortaleció a Cristo para pasar el trago amargo de la Pasión y Muerte, aseguró el obispo auxiliar monseñor Mario Medina Balam en la plática cuaresmal que ofreció en la iglesia parroquial de Santa Rosa de Lima.

Antes de experimentarlas físicamente, las vivió espiritualmente en el huerto de los Olivos. Jesús sabía que no estaría solo, que Dios lo acompañaría, pero qué difícil fue para él aceptar con libertad tal sufrimiento, incluso sudó gotas de sangre por la misma angustia de saber lo que le esperaba en manos de sus enemigos, recordó anteanoche.

Cristo vivió primero su pasión espiritualmente pero al final se entregó a la voluntad de su Padre. “Por eso les digo: solo Dios puede dar consistencia a nuestra vida que construimos”.

“Existen cosas que no podemos realizar por nuestras propias fuerzas humanas y otras contra las que no podemos luchar solos; es como si estuviéramos construyendo sobre arena o dando golpes al aire”.

“Al estar solos seríamos como la paja que barre el viento; en cambio si tenemos a Dios seremos como un árbol plantado junto a la corriente de agua, que da fruto y jamás se marchita”, dijo.

Monseñor Mario Medina destacó la importancia de la oración porque necesitamos al Señor Jesús. “Cuando estamos con Él no estamos solos, porque el miedo se cambia por amor”.

En su plática también habló sobre el significado de la oración y sus implicaciones. “La oración consiste en entrar en un diálogo personal, íntimo y profundo con Dios. Así que lo primero que decimos es que en la oración debe resplandecer siempre la verdad de Dios y la verdad de la criatura, es decir, de nosotros, porque para dialogar es necesario conocer a mi interlocutor, a Dios”.

Por eso, continuó, “es importante pedirle a Dios que se nos muestre como lo hacía San Anselmo, quien decía ‘enseña a mi corazón dónde y cómo buscarte; dónde y cómo encontrarte, quién me conducirá hasta ti para verte, con qué señales te buscaré’”, marca la oración.

“Nunca jamás te vi Señor, no conozco tu rostro, míranos Señor, escúchanos, ilumínanos, muéstrate a nosotros porque no puedo ir en tu búsqueda, a menos que tú me enseñes y no puedo encontrarte si tú no te manifiestas”, afirmó el obispo.

Durante la velada también invitó a leer los pasajes del Evangelio en que el Señor sana a los enfermos, perdona a los pecadores, conforta al abatido, consuela a los tristes y resucita a los muertos. “Ése es el rostro de Dios y todos podemos conocerlo para que cuando oremos no oremos a una sombra, a un fantasma, sino a alguien que conocemos, a alguien del que conocemos su rostro”, manifestó.

Antes de la plática, el obispo auxiliar celebró la Eucaristía con el presbítero Rolando Castillo Tun.— CLAUDIA SIERRA MEDINA

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