Con motivo del deceso del maestro Jorge Álvarez Rendón, cronista de la ciudad, acaecido hoy jueves 21 de marzo de 2024 en un hospital particular de la ciudad de Mérida, compartimos su primer escrito de periodista en las páginas del Diario de Yucatán.
La primera colaboración periodística de Álvarez Rendón fue sobre la profesión del maestro y se publicó en la página 2 de la primera sección de la edición del Diario de Yucatán del lunes 15 de mayo de 1972, hace 52 años.
Reproducimos el escrito, tal como se publicó, a continuación:
Día del Maestro
Dignidad resquebrajada
Por JORGE H. ÁLVAREZ RENDÓN
De entre todas las profesiones denominadas desde antiguo liberales es la de maestro, cuya festividad celebramos anualmente en esta fecha, la menos favorecida por la opinión del “gran público” en que se ha ido convirtiendo la sociedad moderna. Es también la de menor compensación económica en relación al esfuerzo y a las múltiples tareas que le corresponde cumplimentar entre los diversos grupos de población de nuestra patria, tan necesitados de instrucción y guía eficaces.
Ahora bien ¿Quién soporta el peso de la culpa por ese evidente descrédito?¿El público?¿El Estado?¿Los mismos maestros? Aunque sin descartar la responsabilidad del primero ni absolver al segundo, debemos convenir en que mucho de ello se debe a la cosecha de los propios mentores. Cuando recientemente un funcionario público reconoció, en un instante de honestidad, la casi total anarquía en las Escuelas Normales estaba dando, en parte, respuesta al interrogante. No es posible adiestrar buenos profesionales en planteles en los cuales nadie sabe cuál es su función ni dónde está la meta a perseguir, confundiéndose los conceptos de maestro y agitador: donde no se infunde en los educandos amor por la hermenéutica pedagógica. Y es que resulta desastroso mezclar la reflexión científica con la práctica diaria del servilismo político. Se es maestro o líder de plato; se educa a la juventud o se le aberra desde su floración adolescente. Ambas cosas no pueden coexistir. Se repelen en forma natural.
Por otra parte ¿Qué elementos ingresan en el magisterio y cuáles son sus móviles? Es frecuente escuchar a madres de familia asegurar a sus amistades que su hija menos dotada estudiará para maestra normalista porque “no muestra aptitud para algo mejor’’. Los aprietos económicos impulsan a no pocos jóvenes hacia la carrera magisterial porque, aunque los sueldos no sean envidiables, se disfruta de mayor “categoría” que como contador o secretario comercial. Se es maestro, entonces, como recurso salvador; un mal menor y preferible. Pocos son los que se consagran a enseñar movidos por vocación auténtica.
Vista la realidad de esta manera, ¿se debe condenar? La más elemental equidad nos sugiere que, por esos cuantos que redimen con su ejemplo el nombre común, se debe rehuir a toda costa la generalización. En el “Día del maestro” comencemos viendo a los educadores como seres humanos sujetos al desatino; aprendamos a no despreciar ligeramente su alta misión comparándola, en ocasiones, con una labor mecánica. Entendamos que, como profesionales, tienen derecho a ocupar un sitio relevante en la escala socioeconómica… pero, esto, nunca antes de haber demostrado con hechos fehacientes que intentan recuperar su dignidad original, perdida entre tantos años de fatal despreocupación. Recuperarla con estudio e investigación, trabajo y fortaleza moral frente a los omnipresentes intrigantes que, como dijera Machado, “van apestando la tierra”… Cuando esa labor se haya completado podremos entonces celebrar con dignidad el feriado de una actividad que, por sus alcances, recibe el inmejorable adjetivo de apostólica.
JORGE H. ÁLVAREZ RENDÓN
Mérida, Yuc., mayo de 1972.
El escrito da cuenta de una época en la historia de Yucatán y también alude a la anarquía que hace 72 años reinaba en las Escuelas Normales, las mismas que ahora en el gobierno federal de México 2018-2024 afrontan abandono y problemas, como los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa, Guerrero, desaparecidos desde el 26 de septiembre de 2014.