Armando Bartra y Paco Ignacio Taibo II en un momento del conversatorio que ofrecieron ayer por la tarde en el Teatro Armando Manzanero
Armando Bartra y Paco Ignacio Taibo II en un momento del conversatorio que ofrecieron ayer por la tarde en el Teatro Armando Manzanero

La inauguración del Segundo Encuentro Interestatal de la Zona Sur “Palabra, voz y mediación lectora” fue seguida ayer por un conversatorio poco ortodoxo pero muy aclamado y protagonizado por Paco Ignacio Taibo II y Armando Bartra, dos voces críticas que hacen de la historia de México y del acto de leer un terreno compartido para la reflexión.

Fiel a su estilo, Taibo II abrió la velada con un guiño de irreverencia hacia los protocolos, esos que “detesta más que nada” y que, según dijo, solo retrasan lo importante: el encuentro con las ideas y las personas. “Hagamos una purga de protocolo”, soltó entre risas, ganándose de inmediato la complicidad del público que abarrotó la sala del Teatro Armando Manzanero.

El escritor y director del Fondo de Cultura Económica se adentró en su intervención con un hilo que unía lectura y escritura como un mismo acto vital. “No es posible hablar de la lectura sin hablar de la escritura”, afirmó, recordando que todo lector es un potencial escritor y que la circulación de saberes y experiencias solo cobra sentido cuando se transmite. En su visión, la lectura no es un ejercicio pasivo, sino la semilla de futuras voces que también merecen escribirse y escucharse.

A su lado, Armando Bartra, filósofo y ensayista, recuperó su experiencia de escritor de Historia para explicar que uno escribe, muchas veces, lo que habría querido leer. Relató cómo las primeras lecturas de Julio Verne lo llevaron a imaginar mundos alternos y a perseguir las historias que no encontró en los libros del novelista francés. Así, confesó, nació su vocación de narrar la realidad desde la historia social: “Uno acaba por escribir aquello que necesita escribir, lo que alguien tiene que contar porque, si no, se pierde”.

Compartió fragmentos de su trabajo más reciente, “Los nuevos herederos de Zapata”, que documenta un siglo de luchas campesinas en México, muchas de las cuales presenció en carne propia.

“La historia no solo se investiga en los archivos”, dijo con firmeza; “también se camina, se acompaña, se vive al lado de quienes defienden la tierra”. El autor defendió la importancia de registrar las voces de los pueblos originarios, cuyas lenguas y resistencias, aseguró, “siguen vivas cien años después”.

Identidad cultural

La conversación se tornó hacia Yucatán con un tema inevitable: Felipe Carrillo Puerto. Bartra presentó su libro más reciente sobre el líder socialista y la llamada Revolución Maya, resaltando la vigencia de sus propuestas de reforma agraria, soberanía alimentaria y educación popular. “Ser mediador de lectura en Yucatán y no conocer a Carrillo Puerto sería como negarse a la propia identidad cultural”, advirtió, en un pasaje que provocó la reflexión de maestros, bibliotecarios y promotores de lectura presentes.

Taibo, por su parte, retomó el hilo histórico con su característico tono coloquial, atravesado de ironías y sacudidas críticas. Denunció el olvido de episodios de genocidio indígena en México y la ausencia de estos relatos en museos internacionales que privilegian memorias ajenas sobre las propias. “La historia mexicana está llena de silencios, de páginas arrancadas. Nuestra tarea es volver a escribirlas para que otros las lean”, sentenció.

Entre anécdotas, referencias literarias y llamadas a la acción, el conversatorio fue una invitación colectiva a repensar el papel de la lectura en la vida pública. No se trató de un ejercicio académico, sino de un diálogo en el que los autores bajaron de los podios a las butacas para hablar de libros como herramientas de resistencia.

“No se trata de imponer lo que alguien debe leer”, remató Taibo, “sino de abrir caminos para que cada quien encuentre aquello que le dé la gana leer, pero con el derecho de acceder a los libros”.

El público, compuesto por mediadores de lectura de varios estados del sur del país, profesores, estudiantes y lectores habituales, respondió con aplausos prolongados y, en más de una ocasión, con murmullos de asombro.

Muchos tomaban notas rápidas, otros asentían al reconocer en las palabras de los ponentes problemas y esperanzas compartidas: la dificultad para llevar libros a todos los rincones, el alto precio de títulos infantiles, la urgencia de seguir construyendo comunidad lectora.

La velada se cerró con un recordatorio del propio Taibo II: “Estamos en medio de una oleada muy positiva. Librerías, clubes de lectura, mediadores, editoriales: todo se está combinando para abrir puertas. Lo importante es que no se detenga”.

Así, la noche fue un llamado encendido a sembrar historias y lecturas en tierra fértil. Porque, como repitieron ambos escritores, leer es también escribir, y escribir es dar voz a quienes la Historia ha intentado callar.— Darinka Ruiz Morimoto

De un vistazo

Escribe lo que necesita

Armando Bartra relató cómo las primeras lecturas de Julio Verne lo llevaron a imaginar mundos alternos y a perseguir las historias que no encontró en los libros del novelista francés. Así, confesó, nació su vocación de narrar la realidad desde la historia social: “Uno acaba por escribir aquello que necesita escribir, lo que alguien tiene que contar porque, si no, se pierde”

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