• La guía Reyna Gutiérrez expone a un grupo de visitantes aspectos del valor histórico y arquitectónico del Cementerio General, anteayer

Noche de tradición, historia y misterio fue lo que se vivió anteayer en el Cementerio General, donde cientos de visitantes recorrieron los pasillos como parte del Festival de las Ánimas 2025.

Las luces tenues y las voces que resonaban entre las tumbas convirtieron el camposanto en un escenario vivo, donde la memoria y la devoción caminaron juntas.

Familias, turistas y curiosos participaron en los recorridos guiados que ofreció el Ayuntamiento en español, inglés y maya. La larga fila para ingresar mostró la fascinación que despierta este lugar, convertido en una ventana al pasado de Mérida.

Mérida celebra a sus antepasados con recorridos en el Cementerio General

El Cementerio General abrió sus puertas el 3 de noviembre de 1821 en los terrenos de la antigua hacienda San Antonio X-Coholté, “lugar de búhos” en lengua maya.

En más de dos siglos ha reunido más de 25 mil bóvedas y mausoleos, conformando un patrimonio artístico y arquitectónico invaluable. En 2013 fue declarado patrimonio cultural de la ciudad.

Vamos a caminar juntos y salir juntos. El que desaparezca… lo siento, no volveremos por él”, bromeó la guía Reyna Gutiérrez, caracterizada como ánima.

Su tono despertó risas nerviosas mientras los asistentes descubrían ángeles con alas rotas, lápidas desgastadas y nombres casi borrados por el tiempo.

Niños tomados de la mano observaban las esculturas con curiosidad, mientras los adultos escuchaban historias que daban voz a los silencios del camposanto.

Se relataron episodios de la historia yucateca, como el muro donde fue fusilado Felipe Carrillo Puerto en 1924 y el hemiciclo de los socialistas ilustres.

También se explicó la evolución del arte funerario, del neogótico al art déco, y el surgimiento de símbolos nacionales como la Virgen de Guadalupe.

El grupo admiró un ángel colosal sostenido por andamios.

Es el único de su tamaño en todo el cementerio. El municipio intervino para evitar su derrumbe, pero se necesita apoyo para restaurarlo. Cada pieza es una joya de nuestra historia”.

Muchos visitantes preguntaron por qué algunas tumbas lucen abandonadas. La guía aclaró que las familias son responsables de su conservación, pues cada mausoleo es propiedad privada.

El Ayuntamiento solo puede intervenir en áreas comunes. “Buscamos a los descendientes para proyectos de restauración, pero muchos no responden o no pueden costearlo”, apuntó.

Arte y arquitectura en el Cementerio General de Mérida

El Cementerio General es un museo al aire libre, donde conviven estilos góticos, árabes, neoclásicos y mayas.

Las familias adineradas del siglo XIX y XX competían por construir los mausoleos más imponentes, unas verdaderas obras de arte con vitrales, torres y columnas.

Entre las más destacadas está la tumba de la familia Medina, una pequeña catedral de mármol que resiste el paso del tiempo.

Entre las esculturas más notables se encuentra el ángel Azrael, guardián de las almas, y La Dama Triste, cuyo gesto melancólico parece dialogar con la eternidad.

También destaca un edificio con inspiración egipcia, cubierto de jeroglíficos. Estas piezas conviven con sepulcros derruidos, saqueados o sin flores, reflejo del olvido familiar.

Este lugar guarda la historia de quienes están bajo tierra y de quienes construyeron la ciudad. Caminar aquí es entender la Mérida que fue y la que somos”.

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Las visitas nocturnas comenzaron hace tres años con apenas 400 personas; hoy superan con creces esa cifra.

Queremos que las familias conozcan el valor histórico y artístico del cementerio y participen en su conservación”.

Sin embargo, la restauración se enfrenta a retos por los derechos de propiedad y la falta de recursos.

Antes de terminar, la guía narró una leyenda: la de una niña que, dicen, cruza las avenidas del cementerio al amanecer. “Algunos aseguran haberla visto y desaparece cuando intentan ayudarla”. El grupo guardó silencio, roto solo por el canto de los grillos.

El recorrido finalizó entre tumbas recientes, donde las piedras de Ticul y los motivos mayas sustituyen al mármol y los ángeles. “Ahora sí”, dijo la guía sonriendo, “estamos orgullosos de lo que somos”.

A la salida, una niña confesó a su madre: “Me dio miedo, pero quiero volver, porque aquí los muertos están bonitos”. Y tenía razón. En el Cementerio General, entre sombras y flores, Mérida sigue conversando con sus difuntos, mientras el silencio se convierte en memoria.

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