“La escena de la Natividad recuerda que Dios se hace cercano a la humanidad, se hace uno de nosotros y entra en la historia con la pequeñez de un niño”, señaló el presbítero Jorge Martínez Ruz al reflexionar sobre la tradición de las posadas.
Una tradición en las que se recrea el pasaje de la Virgen María y San José en su búsqueda de un lugar para el nacimiento del Niño Dios.
En la pobreza del establo de Belén se contempla un misterio de humildad y de amor.
El sacerdote añadió que, ante cada Belén, incluidos los que se colocan en las casas, se revive ese acontecimiento y se redescubre la necesidad de buscar momentos de silencio y oración en la vida cotidiana.
Esto a fin de reencontrarse con uno mismo y entrar en comunión con Dios.
El padre Martínez exhortó a que, al contemplar el pesebre y el árbol de Navidad en casas, iglesias y plazas, se pida al Señor la renovación del don de la paz y de la fraternidad.
Asimismo, llamó a orar por quienes sufren a causa de la guerra y de la violencia, al referirse al sentido de las tradiciones navideñas.
En relación con las posadas, el sacerdote aseguró que la tradición se mantiene, aunque reconoció que muchas personas no son fieles a su vivencia ni a sus signos.
Recordó que el papa León XIV, en un mensaje dirigido a quienes donaron el árbol de Navidad y el pesebre colocado en el Vaticano, destacó que ambos son signos de fe y de esperanza, mensaje que también puede aplicarse a las posadas.
Momentos de fe en las posadas navideñas
El padre Martínez Ruz añadió que las posadas, en sintonía con lo expresado por el pontífice, son signos y momentos de fe y esperanza, ya que en ellas están presentes el árbol, el pesebre y la petición de albergue, como lo marca la tradición.
Recordó que esta actividad remite al peregrinar de José y María en busca de un lugar donde pudieran ser recibidos, y que esa petición representa una esperanza.
Simboliza el anhelo de ser acogidos y, al mismo tiempo, el deseo de Dios de ser recibido por las personas.
No obstante, reconoció que en la actualidad un alto porcentaje de la población realiza en esta época, incluso desde mediados de noviembre, reuniones sociales a las que denomina posadas.
En muchos casos, dijo, son únicamente espacios de convivencia o intercambio de regalos, y en otros se incurre en excesos en el comer y el beber, perdiendo el sentido original de la celebración.
Añadió que la posada tradicional incluye la novena completa, es decir, el rezo del rosario, práctica que se mantiene en diversos lugares.
¿Cómo debe ser una posada tradicional?
Las posadas comenzaron el martes 16 y concluyen el 24 de diciembre, aunque en algunas comunidades se iniciaron el lunes 15 con la novena, a fin de abarcar los nueve días previos a la Navidad.
En estos encuentros, agregó, se suelen repartir recuerdos o algún signo entre los participantes.
El padre Martínez Ruz, párroco de San Juan Bosco y vocero de la Arquidiócesis de Yucatán, afirmó que todavía hay colonias donde los vecinos conservan la costumbre de efectuar posadas con novena, más que en empresas o reuniones de amigos y familiares.
Estas celebraciones incluyen el andar de los peregrinos, el canto de petición de posada, la novena o el rezo, al igual que las piñatas y la convivencia comunitaria.
Las piñatas resultan especialmente atractivas para los niños, algunos de los cuales aún recorren las calles pidiendo aguinaldo mientras cantan la tradicional rama, aunque admitió que cada vez son menos quienes conservan esta práctica.
Añadió que en muchas ocasiones los centros pastorales de las parroquias efectúan sus propias posadas y se reúnen para realizar la novena y las celebraciones correspondientes.
En las parroquias también se llevan al cabo posadas, algunas acompañadas de pastorelas y cantos de villancicos.
La Pastoral diocesana proporcionó material con reflexiones para cada día de las posadas, el cual está disponible en las parroquias y ha sido distribuido entre quienes organizan estas celebraciones.
El sacerdote detalló que el material incluye reflexiones diarias para acompañar el sentido espiritual de la tradición.
Asimismo, manifestó que el grupo que peregrina en la posada suele llevar una imagen de María y San José, o incluso va una pareja que representa a los personajes bíblicos.
El materialismo no debe dominar en la Navidad
Subrayó que, además de las posadas, la decoración decembrina es una costumbre muy arraigada, inspirada en motivos propios de la Navidad, aunque no necesariamente todas las personas la viven como antes.
Lamentó que el materialismo haya ganado terreno y se haya descuidado la parte espiritual, pues, aunque se mantiene el nombre de posada y se conoce su origen, se ha relegado el sentido profundo de la espiritualidad.
Puso como ejemplo que muchas personas se enfocan en las fiestas a las que asistirán, los regalos que darán, la forma de vestir o los compromisos sociales, pero no todos se ocupan de su preparación espiritual.
Lo espiritual incluye realizar una buena confesión y un examen de conciencia, planear obras de misericordia o apoyar a los pobres, acciones que se promueven en las parroquias.
Añadió que algunos fieles participan en retiros, aunque admitió que, en general, la dimensión espiritual de la época se ha visto desplazada por la parte festiva.
El sacerdote reiteró que, a pesar de los cambios, la tradición de la posada se mantiene vigente en Yucatán y no puede afirmarse que haya desaparecido.
Destacó que conservarla es valioso, ya que va más allá de lo religioso y también tiene un componente cultural significativo.
Finalmente, recordó las palabras del Papa al señalar que el árbol y el pesebre no pueden faltar, pues remiten a la fe y a la esperanza.
En ese sentido, exhortó a que la decoración navideña conduzca al encuentro con Dios y llamó a vecinos, grupos de amigos y familias a realizar la posada conforme a su sentido original.
