La prisión de Guantánamo acabó convirtiéndose en símbolo de escandalosos abusos del país que se precia de ser el faro de la democracia. El propio Bush quiso cerrarlo; su sucesor, el demócrata Barack Obama, lo intentó durante años; Donald Trump frenó el proceso pero Joe Biden llegó a la Casa Blanca con la promesa de hacerlo. Ayer martes, al cumplirse 20 años de la apertura, la prisión más infame sigue abierta con 39 presos, para disgusto de las organizaciones de derechos humanos y del propio gobierno estadounidense. También Cuba criticó ayer a Estados Unidos.
