Ven interés electoral detrás de los cambios en las estancias infantiles
¿Hay un trasfondo político-electoral en la nueva manera de operar el programa de las estancias infantiles?
“Sí, es un programa electorero”, responde, con seguridad, Yasmín Sosa Pech, presidenta de la Fundación Estancias Infantiles “Sonrisas de Cristal”, filial Mérida.
“El mayor riesgo de la política social actual es que se estén reconstruyendo redes de clientelismo político”, señala Patricia McCarthy Caballero, del equipo coordinador del Frente Cívico Familiar.
“Con franqueza, me parece que es imposible hablar de una política pública que incluya un programa de asistencia social que esté cien por ciento exento de un trasfondo político-electoral. ¡No conozco a ninguno!”, enfatiza Rubén Osorio Paredes, abogado especializado en las ramas familiar y civil.
“Hay un rediseño integral de todo el gobierno federal para evitar precisamente el uso electorero de todos los programas sociales, no solo el de las estancias infantiles”, manifiesta Elvira Moreno Corzo, coordinadora en Yucatán del “Programa de apoyo para el bienestar de niñas y niños hijos de madres trabajadoras”.
Los cuatro declarantes, como ya informamos, participaron en un foro de Grupo Megamedia sobre los cambios en el programa de estancias infantiles, que incluyó la cancelación del subsidio a éstas para canalizar el dinero directamente a las familias.
Tres participantes consideran que la nueva estrategia del gobierno federal en ese tema sí tiene tintes políticos, con miras a ganar mayor clientela electoral. Solamente la psicóloga Moreno Corzo defendió las nuevas reglas.
A continuación, una síntesis de las respuestas a la pregunta mencionada al principio de este texto:
Yasmín Sosa.— Me voy a poner en la posición de responsable de estancias infantiles desde hace 12 años. Me siento atacada, violentada, difamada a nivel nacional cuando dicen que todas las responsables son corruptas.
No podemos generalizar. La corrupción no se dio en las estancias infantiles. La corrupción se ha dado, porque no dudo que exista aunque no me consta, con las delegadas y los delegados, con los coordinadores, con los supervisores… Entonces, ¿por qué acabar con ese programa?
Esta situación sí tiene que ver, así lo siento, con una razón político-electoral. Al darles directamente el dinero a los ciudadanos, a las madres, se está creando una dependencia.
Es sencillo: los niños no votan, pero las madres de familia sí, y también sus esposos. Quieren tener 330,000 votos aunque para ello tengan que sacrificar a 330 mil niños.
Elvira Moreno.— Todos los mexicanos merecemos honestidad en el manejo de los programas. Al eliminar intermediarios se elimina también la corrupción. Cuando se entrega de manera directa el pago, el apoyo o la transferencia a las personas en situación de vulnerabilidad se está eliminando ese componente de presión y de coacción al voto.
Yo he estado en infinidad de elecciones. Hemos sido testigos, y víctimas también, de estas prácticas de fraude electoral. Se está reformando todo el sistema penal nacional para que también los delitos electorales sean punibles y se les considere delitos graves.
Lo que queremos es que no se aplique lo que nos hayan aplicado a nosotros históricamente: el uso de programas sociales con intención político-electoral.
El gobierno es para todos los mexicanos y tiene que hacer un trabajo objetivo y profesional.
Estamos a favor de la creación de una red de estancias infantiles donde el sistema general proteja a nuestra infancia. Estamos realmente a favor del interés superior de la niñez y también de las mujeres.
Este programa tiene enfoque de género, que busca emparejar el terreno, dar oportunidades y un andamiaje social a un grupo que históricamente ha sido vulnerado, como es el de las madres trabajadoras. Es para que puedan mejorar los niveles y la calidad de vida de sus hijos sin que sean rehenes de intermediarios o de partidos o grupos con intereses políticos.
Patricia McCarthy.— Creo que el mayor riesgo de la política social actual es que se estén reconstruyendo redes de clientelismo político. Comentaba Elvira que ha estado en observaciones electorales. Yo he estado desde el 88, desde antes de que la figura (de observación electoral) apareciera en la ley. Y he visto cómo se aprovechan de la ignorancia de las personas, de las más pobres, las más vulnerables, para hacerles creer que les deben el favor a quienes les dan el apoyo o la información para inscribirse en el programa.
Por eso digo que es un riesgo. ¿Y cómo lo podemos eliminar? Primero hay que adoptar medidas preventivas y una de ellas, lo voy a repetir, es transparentar la información. Que sepamos quiénes están levantando el censo, quién les paga, cuál es el discurso o guión que usan cuando se presentan ante las personas para inscribirlas.
Hay que seguir trabajando en el tema de educación cívica. Tenemos que insistir en que son programas que se pagan con recursos de todos y no hay que agradecer el favor a nadie.
Hoy por hoy hemos identificado prácticas de redes clientelares en todos los partidos políticos. Y así lo hemos reportado en nuestros informes a lo largo de 30 años.
Tenemos que advertir estos riesgos y combatirlos. Y una forma de hacerlo es con información y transparencia.
Rubén Osorio.— Este programa no es la mejor opción, desde mi punto de vista, porque no atiende a la necesidad real de mayor cobertura de estancias.
Debe estar presente en la mente de todos que ocho de cada diez mujeres ocupadas con al menos un hijo, o sea, el 80%, no tiene acceso a servicio de guarderías, según datos del Consejo Nacional de Población.
Considero que es pronto para determinar si el nuevo Presidente tiene el objetivo de buscar el voto de las mujeres por medio de apoyos económicos para el proceso de 2021.
Sin embargo, si queremos pensar mal, tampoco podría descartarse una teoría de esa índole, partiendo de que fue significativamente menor el voto de las mujeres a su favor, en comparación con el de los hombres. Según datos de la encuestadora Parametría, 65% de los hombres que votaron lo hicieron por el actual Presidente y sólo 49% de mujeres votaron en el mismo sentido. Estos números distan mucho de ser altos, pero no son idóneos para un gobierno con aspiraciones tan altas como el actual. Eso es pensando mal, atendiendo a la teoría de quienes dicen que puede haber un motivo electoral. Yo me inclino por no asumir una postura tajante respecto a las razones que impulsaron los cambios en las políticas públicas relacionadas con niños y niñas. En lo personal prefiero presumir de buena fe, que no significa ser tonto. Me doy cuenta de que podría suceder, pero hoy por hoy no tengo razones ni motivos para no tener buena fe.
Evidentemente la población, la ciudadanía, la sociedad se da cuenta y quizás toma en cuenta estos datos que les acabo de compartir. Serán mal pensados; yo no.
Aun así no creo que sea la mejor opción eliminar un programa, porque entonces vamos a tener que eliminar todas las políticas públicas que no funcionan, que tienen indicios de corrupción. Está claro que el tema de las guarderías no está exento de la corrupción, pero ¿eliminarlo es la solución?
Es claro que repartir el dinero entre la gente no beneficia a los niños. No sólo no se garantiza que van a contar con los debidos cuidados, como podían ser los de las estancias.
Cuando cierren todas las estancias subsidiadas, las particulares van a aumentar sus precios. Es algo de lo que no he oído hablar. Ante la escasez, ¿qué sucede? ¿Cuándo está más caro el jitomate? Cuando escasea. ¿Por qué no pensar que puede ocurrir lo mismo con las estancias?— ÁNGEL NOH ESTRADA
Los niños, por encima de todo
Garantizar su seguridad, deber del gobierno
Es difícil ponerse de acuerdo en la polémica desatada por la cancelación del programa de guarderías. El foro del Diario sobre el tema finalizó con la sensación de que las posiciones del gobierno federal y de quienes cuestionan la medida son no sólo antagónicas, sino irreconciliables.
La psicóloga Elvira Moreno Corzo, coordinadora del nuevo “Programa de apoyo para el bienestar de niñas y niños hijos de madres trabajadoras”, afirmó que lo mejor para esas mamás no es facilitarles estancias, sino darles el dinero.
Esto elimina intermediarios y cierra la brecha de desigualdad que afecta principalmente a las mujeres de zonas marginadas, dijo. Lo que se busca es que puedan decidir libremente dónde dejar a sus hijos.
Que las abuelas cuiden a sus nietos es lo mejor, opinó, porque vincula generaciones e integra socialmente a las personas mayores, lo que “nos llevará a un México más humano, a eliminar de raíz problemas de violencia y a mejorar el bienestar de las familias”.
En contra
Los demás foristas —Patricia McCarthy, Yasmín Sosa y Rubén Bolio— se mostraron en desacuerdo con esta visión.
“El Estado mexicano tiene que garantizar que todos los niños —sobre todo los hijos de las mamás trabajadoras que están en posición vulnerable porque laboran en el sector informal, porque están en el campo o porque sus patronos no les dan seguridad social— reciban cuidados de calidad en sitios seguros y certificados”, según Patricia.
A la activista del Frente Cívico Familiar le parece “increíble” que, dados los altos niveles de aprobación —el 97% de las mamás estaba muy satisfecha—, el programa haya sido eliminado sin preguntarles a las beneficiarias.
La brújula que guíe la búsqueda de soluciones debe ser el interés superior de los niños, indicó. “¿Los estamos poniendo en un lugar seguro mientras sus mamás trabajan? ¿Les estamos brindando lo mejor? ¿No los estamos poniendo en riesgo?, son preguntas a responder”.
Lo mejor
El abogado Osorio Paredes y la maestra Sosa Pech coincidieron: las estancias son el mejor apoyo para las madres trabajadoras.
Mejorar su funcionamiento era lo indicado para afrontar la problemática que obligó al gobierno a cancelar el programa, consideró el abogado, especialista en asuntos familiares.
“El Coneval había identificado en un informe los grandes retos del programa de guarderías: mejorar las condiciones de las estancias, ampliar su cobertura, regular la capacitación de sus trabajadores… Había mucho por hacer, pero nada mejor que las estancias para garantizar un ambiente controlado. Gracias a ese programa, las mamás podían dedicarse a sus trabajos confiadas de que sus niños estaban cuidados por personal capacitado”.
Las mamás que trabajan ya tienen demasiado complicada la vida para que el gobierno se las complique más.
“Acabar con la corrupción es una aspiración legítima con la que todos estamos de acuerdo, pero no coincidimos con los modos”.
Por último, la maestra Sosa Pech, presidenta local de la Fundación de Estancias Sonrisas de Cristal, afirmó que además de todos los beneficios señalados, las guarderías atienden a los niños “como titulares de derecho, no como objetos de caridad”.
Obligación
“Es hora de tener presente que es una obligación cumplir los acuerdos internacionales que los protegen, firmados por el gobierno mexicano”.
O sea, añadió, todos, principalmente quienes nos gobiernan, “tenemos que respetar los derechos de los niños mexicanos a crecer, aprender y desarrollarse en ambientes sanos. Y para eso están las guarderías”.— Mario S. Durán Yabur
