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Escrita con sangre, sudor y muerte, 130 años después de marcar la fecha, el 1 de mayo se celebra el Día del Trabajo en casi todo el mundo. En 1889, la lucha por condiciones laborales justas se alcanzó. Hoy, la realidad se vislumbra nebulosa.

Dr. Othón Baños Ramírez, investigador de la Uady

Carlos Cámara Gutiérrez

Analítico, crítico y profundamente conocedor del andamiaje social de México, de Yucatán, el doctor Othón Baños Ramírez reflexiona sobre lo que en tiempos contemporáneos representa la conmemoración del 1 de mayo, Día del Trabajo.

Sociólogo del Centro de Investigaciones Regionales “Dr. Hideyo Noguchi”, Unidad de Ciencias Sociales de la Uady, el académico afirma que la celebración se disvirtuó en las últimas tres décadas, y se convirtió en una pasarela para que líderes sindicales perpetuos se exhiban sin importarles las condiciones laborales de sus agremiados, y sólo velen por sus intereses políticos o proyectos personales.

¿Considera que la celebración del 1 de mayo perdió su carácter reivindicativo, su esencia como lucha laboral?

En efecto, en términos generales el movimiento laboral, obrero para celebrar el 1 de mayo el Día del Trabajo, que se estableció en el Congreso Obrero Socialista que se realizó en París, Francia, en 1889 para rendir tributo póstumo a los Mártires de Chicago, ya perdió fuerza y presencia en la sociedad mexicana. Sin embargo, no sólo es un fenómeno nacional, sino que sucede en la mayoría de los países latinoamericanos e incluso en los europeos, debido a que por un lado las élites políticas se han apropiado de esa festividad, y cada vez es más al grado tal de que cumplen con un ritual en nombre de los trabajadores, aunque en la realidad mantienen a sus agremiados marginados, no les dan sus espacios y el lugar que les corresponde. Con ese tipo de solemnidades, de rituales anuales parecería que los obreros, los trabajadores se sienten evidentemente poco satisfechos, pagados u olvidados. El 1 de mayo es una fecha simbólica, en la que la clase obrera debe aprovechar para reivindicar y exigir sus legítimas demandas que en mucho han perdido en los últimos 30 años, sobre todo por las políticas neoliberales en las que han sufrido el deterioro salarial. Y ahora, precisamente son los obreros, los trabajadores los que menos reclaman para reivindicar de raíz la situación. Debe ser un movimiento de abajo a arriba. Mucho de eso lo han perdido, antes ese tipo de celebraciones calaba un poco, entre la clase obrera y le hacía reaccionar, generar demandas para su gremio. Actualmente es una celebración más, como las festividades de tipo religioso donde le rinden culto a un santo y punto…

¿Cree que las marchas y manifestaciones conmemorativas ahora se han convertido en testimoniales?

Creo que hay que ser justos. Hay unas pocas agrupaciones que sí están comprometidas con su gremio, con la clase obrera. Pero en el otro lado de la moneda, el grueso de los trabajadores no se sienten representados en esas manifestaciones, en esas marchas anuales, que más bien las organizan los que encabezan las cúpulas sindicalistas.

En Yucatán, ¿ese tipo de celebraciones toman tintes políticos según los partidos en el poder?

Sí, absolutamente. Sobre todo, ya lo sabemos, esos grupos que participan no están desvinculados con los viejos gremios obreros que no se han desajenado del PRI. En ese partido nacieron, se desarrollaron y expandieron ese tipo de organizaciones de obreros y trabajadores agrupados en sindicatos. Siguen en la esfera del PRI, aunque ahora muy disminuidos.

¿En que se convirtió el desfile del 1 de mayo?

La conmemoración del Día del Trabajo se convirtió en una pasarela para que los líderes obreros y sindicales sempiternos retomen vigencia y predominancia entre sus agremiados y frente al poder gubernamental. En eso se transformó el 1 de mayo. Es una oportunidad para que la élite obrera, para que los líderes y representantes de sindicatos, sobre todo los que aspiran a un puesto político, a ser diputados o senadores, a tener un cargo más elevado en el gobierno, estén a la vista, se muestren.

¿Dónde queda hoy la lucha por los derechos laborales, hay algo por hacer o todo está perdido?

Todavía hay algo por hacer. La lucha laborar tendría que reactivarse desde abajo, la justa por mejores condiciones en el trabajo tiene que venir desde abajo, y desafortunadamente las señales que envía el presidente Andrés Manuel López Obrador son contrarias; es decir, que siempre se seguirá negociando, disputando con los cabecillas sindicales. Para López Obrador lo más importantes es el “pueblo” y no los trabajadores, y hay una diferencia muy grande entre ambos. Para el Presidente, su interlocutor privilegiado es el “pueblo”, esa masa amorfa y a los sindicalizados, a los trabajadores les da muy poco peso. ¿Qué podemos hacer con esa gente que por años ha estado mal representada por sindicatos tan corruptos, tan alejados de sus bases? Recuperar el vigor de la clase obrera, de los trabajadores sindicalizados, un tema trascendental que no está en la agenda política de López Obrador. A pesar de todo, creo que sí hay porvenir, que sí hay sindicatos que siguen luchando por mejorar las condiciones, son muy pocos. Son los que tienen que ir contracorriente. Se esperaría que un gobierno de izquierda ofreciera a los sindicalizados todas las facilidades, pero lo que vemos en la realidad es que no les da un espacio, oportunidades para que se fortalezcan y se consoliden.

¿Qué sugiere para retomar el sentido auténtico de esta celebración?

Lo adecuado sería llevar, realizar un programa verdadero de reivindicación laboral, que contemple a los sindicatos, a la tan mencionada reforma laboral. Ojalá se lleve bien en la práctica y los sindicatos gocen de un auténtico derecho y decisión para elegir a líderes que les rindan buenas cuentas…, eso aún está por verse…

El 1 de mayo, Día del Trabajo, actualmente es una celebración más, como las festividades de tipo religioso donde le rinden culto a un santo y punto…

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