Unión y paz
Que en Yucatán no haya estallado hasta ahora la violencia se debe en gran parte a que el partido dominante de la oposición, los organismos cívicos, la Iglesia Católica, la prensa libre y un sector de los dirigentes empresariales han planteado en el terreno cívico la batalla contra los gobiernos prevaricadores y han conseguido, con los recursos que permite la ley, un progreso notable en la tarea de convencer al pueblo y demostrarle que por la vía pacífica, si hay unión y solidaridad, se pueden resolver los problemas. (Primera columna, 11 de enero de 1994).
Callados como muertos
El acercamiento público, inusitado, del alto clero a las autoridades emanadas del PRI puede interpretarse mal y entenderse como solidaridad, sobre todo si viene de una Iglesia que se abstiene de hacer la crítica del gobernante porque considera que no es su función… Soy un católico triste, preocupado por lo que estoy viendo en la Iglesia. Tal vez, o probablemente, el confundido y desorientado soy yo, quizá porque no soy buen católico, porque soy un triste católico, pero no podré dormir tranquilo si me callo. Creo que algunas veces, o muchas, no hablar es estar “callados como muertos”… (Editorial “Un católico extrañado”, de Max Gastón. 25 de febrero de 1997).
El peligro de la indefensión social
¿Quién custodia en Yucatán los valores de la familia y el bien común? ¿Alguien se siente responsable de su vigencia? Por falta de interés, confusión o desorientación, debilidad o ausencia de guías, hemos dado muestras en 1999 de que no consideramos oportuno, ni mucho menos necesario, protestar o intervenir cuando las agresiones a la verdad, la justicia y la dignidad de la persona afectan al vecino pero a nosotros no… por ahora. Por ese despeñadero se llega a la indefensión social. (Nota del Día. “La herencia de 1999 y los desafíos del año 2000”. 31 de diciembre de 1999).

El ejemplo del cristiano
Cada día la gente se fija más en el ejemplo que damos los cristianos, en lo que hacemos y lo que dejamos de hacer, en la intención de nuestros actos, en lo que damos a entender. Espero que esta crítica, si la consideran justa, de algún modo contribuya a un cambio positivo en la manera de vivir nuestra religión, de hacerla más solidaria con los valores de la familia. (Editorial “Tres puertas cerradas”, de Eugenio Rivas Alonzo. 31 de agosto de 2004, por el caso “Medina- Abraham”).
Abel Menéndez Romero y el Diario
Don Abel es el Diario de Yucatán. Cumplió con rigor en sí mismo las reglas que anunció para el periódico en 1929: fue una persona eminentemente libre, honrada, digna, veraz. En el culto al trabajo fue un modelo de entrega: completa, discreta, sin ruido. Ni firmaba sus editoriales ni publicaba sus fotografías. No buscó reconocimientos familiares, renombre social, recompensa económica o ventaja política. Enemigo del exhibicionismo, austero en la línea franciscana, era insobornable por los cuatro puntos cardinales. Vertical sin aspavientos, pero sin concesiones a la presión que compra o intimida. Esta independencia de las pasiones ajenas a la verdad y a la justicia contribuyó a formar y fortalecer una de sus aportaciones fundamentales a las causas nobles de Yucatán: un criterio sereno, prudente, equilibrado, que penetraba con limpieza y profundidad de espada, espada de inflexible acero toledano, hasta el centro de los asuntos públicos para escarbar con puntería el enfoque certero. Un criterio que a la luz de sus éxitos parecía clarividencia. (Primera columna de aniversario. 31 de mayo de 2005).

La auditoría ciudadana al gobernante
La persona tiene el derecho de exigir que la autoridad esté a su servicio y tiene también el deber de vigilar que le sea prestado ese servicio. Más que vigilar, el ciudadano, sobre todo los cristianos, tienen la obligación de procurar que el gobierno cumpla su cometido de servir a la comunidad. Se trata de un deber que no reside en primera instancia en los partidos, ni sus dirigentes, ni las instituciones cívicas, ni los gremios del sector privado o el sindical, ni de las organizaciones no gubernamentales, no: es un deber intransferible del ciudadano, del hombre y de la mujer. Es una obligación particular de la persona, que es el centro y el objetivo de la vida política. (Primera columna, 23 de marzo de 2010).
La adulación al político
Los voceros de la adulación son el elogio desmesurado, la alabanza exagerada, la zalamería rastrera, el halago consuetudinario y pegajoso que por simple cobardía, ansias de trepar por la escala social, afán de poder o apetito de enriquecimiento repentino exponen al gobernante a perder el piso. (Primera columna, 10 de septiembre de 2010).
La prensa vendida
Se porte bien o se porte mal el gobernante, la prensa vendida se desborda en aclamaciones, elogios, caravanas. Se consagra a la defensa a ultranza de las tonterías y porquerías del gobierno. Algunos lo hacen por gusto: los reptiles se arrastran. Otros por miedo, como el gato le huye al agua. Lo peor que pasa por debajo de la mesa es que el gobierno ni siquiera tiene que hacerles una oferta o ejercer presión. No hace falta que el gobierno los tiente o los amenace. Lo grave, gravísimo, es que el propio periódico, radio o televisión toma la iniciativa y exige, incluso en forma muchas veces agresiva, siempre voraz, el “embuste”, “mordida”, soborno o subsidio que les da el gobierno. (Primera columna, 8 de noviembre de 2010).
Los obispos comprometidos
Como al presidente Felipe Calderón Hinojosa, nos “gustaría ver obispos más comprometidos con la verdad y la justicia, que con intereses políticos y económicos”. La “Primera columna” comprende que los siete cupulares que firman la “carta de gobierno” que nos dirigen quizá se vieron obligados a firmar un texto que tal vez no fue escrito por ninguno de ellos, y entiende también, sin solidarizarse, que lo hayan suscrito por sentirse obligados a una obediencia que, a nuestro juicio, no es conveniente para el bien común. (Primera columna, 19 de julio de 2011).
