Recorrer diversos lugares en busca de historia a través de objetos antiguos es la pasión de José Concha Jiménez, quien disfruta de descubrir de manera constante piezas únicas.
Concha Jiménez dice al Diario que empezó a recorrer las calles de la ciudad en su bicicleta, tocando puerta por puerta y repartiendo volantes, lo que lo ha llevado a hallar verdaderos tesoros.
Su amor por las antigüedades surgió a los 30 años, cuando junto a su hermano iniciaron la búsqueda de puertas antiguas.
Este impulso los llevó a explorar varios lugares para encontrar reliquias que, como coleccionista, las considera como auténticos tesoros históricos.
Ha viajado a Campeche, Tizimín, Valladolid, Progreso, Maní, Baca, Peto, entre otros sitios, donde con su buen ojo ha encontrado desde objetos sencillos hasta valiosas joyas antiguas, todas con una historia única.
A lo largo de su camino, ha aprendido que el valor de los artículos es diferente para todos, en especial porque se ha dado cuenta que los extranjeros y personas de otros estados son quienes valoran más las antigüedades, ya que en Yucatán, la cultura por coleccionarlas no está tan arraigada; muchas veces, las personas las guardan simplemente por su valor sentimental o emocional.
Un reto constante en su labor es ser cuidadoso con los artefactos que colecciona, debido a que la Ley de Protección al Patrimonio Cultural prohíbe la venta de ciertos objetos históricos.
Por ello, debe mantenerse siempre actualizado y en constante aprendizaje sobre las normativas legales de este comercio.
Uno de los aspectos más complicados de su trabajo, según comenta, es tratar con todo tipo de personas, enfrentándose a situaciones en las que le cierran la puerta o incluso le cuesta negociar el precio de las piezas.
El valor de los objetos que colecciona puede variar considerablemente. La ganancia por una pieza histórica oscila desde los $200 hasta los $10,000 o más, dependiendo de su antigüedad y conservación.
Hoy, a sus 38 años, lo que comenzó como un pasatiempo para Concha Jiménez ahora es su estilo de vida.
Para él y muchos otros coleccionistas, las antigüedades no solo son objetos materiales, sino que llevan consigo una historia que vale la pena preservar y compartir.
