En los últimos años las políticas migratorias en Estados Unidos han fluctuado entre la restricción y la apertura, señala la doctora Patricia Fortuny Loret de Mola, investigadora del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (Ciesas), en una entrevista, de la que ayer publicamos la primera parte.
La administración de Donald Trump marcó un giro drástico en las políticas migratorias, con medidas como la construcción del muro fronterizo, la política de tolerancia cero que resultó en la separación de familias, y la eliminación de ciudades santuario, explica.
Estas políticas crearon un clima de miedo e incertidumbre entre los migrantes e inmigrantes.
La investigadora también recuerda que “los migrantes enfrentaron deportaciones y la ruptura de sus familias debido a estas políticas”.
El término “americano” en el Sueño Americano ha sido históricamente asociado con Estados Unidos, a pesar de que América es un continente que abarca desde Canadá hasta Argentina.
Esta apropiación del término refleja una visión centrada en Estados Unidos, donde el sueño de prosperidad y movilidad social está diseñado para beneficiar principalmente a sus ciudadanos y residentes legales, apunta.
Para el resto de América este sueño se convierte en una promesa inalcanzable que genera más desigualdad y dependencia.
Según la doctora Fortuny, “el Sueño Americano no es un sueño para América Latina. Es un sueño que se vive en Estados Unidos, pero que tiene consecuencias profundas en nuestros países. Mientras Estados Unidos promueve este ideal, nosotros nos convertimos en proveedores de mano de obra barata y en receptores de las consecuencias sociales de la migración”.
El Sueño Americano, aunque inspirador, ha creado una dinámica desigual entre Estados Unidos y el resto de América, expone.
Mientras Estados Unidos se beneficia de la mano de obra migrante y promueve este ideal como un símbolo de éxito, países como México enfrentan los costos sociales, económicos y humanos de la migración.
“El Sueño Americano no es un sueño para todos. Es un sueño que arrastra a algunos países y excluye a otros”, afirma.
El Sueño Americano sigue siendo un faro de esperanza para quienes buscan oportunidades en medio de la adversidad. Sin embargo, como lo ha señalado la doctora Fortuny, este camino está lleno de riesgos y desafíos.
Desde la dependencia de coyotes hasta las políticas migratorias restrictivas, los migrantes e inmigrantes enfrentan un entorno hostil que hace que el Sueño Americano sea cada vez más difícil de alcanzar.
Para la investigadora Patricia Fortuny, el Sueño Americano no es ni completamente un mito ni una realidad universalmente alcanzable, sino una aspiración posible aunque difícil.
“El Sueño americano nunca ha sido algo seguro. Algunos lo logran, pero otros enfrentan dificultades como las drogas, las pandillas y la deportación”.
