El Hanal Pixán no está completo si no se saborea el mucbipollo o pib, un guiso que une a las familias yucatecas no solo a la hora del almuerzo o cena, sino en algunos hogares desde su elaboración.

Desde temprano muchas familias se reúnen para elaborar el pib. Las muy tradicionales procurarán hacer el hueco en la tierra para el cocimiento del mucbipollo, otras optan por llevarlos a las panaderías a cocerlos o los hornean en la casa.
Sin embargo, la faena requiere que los diversos familiares asuman alguna tarea, desde la limpieza de la hoja de plátano, la preparación de masa con todo lo que debe llevar, el guiso de la carne de pollo, gallina y/o puerco, el kol; en fin todo lo que conlleva el armado de este peculiar tamal.




Los precios de los insumos actualmente frenan la idea de hacer bastantes pibes para toda la familia, pero hace varias décadas era frecuente que se elaboraran varios para regalar a los parientes políticos e incluso vecinos, quienes correspondían obsequiando uno entero o un pedazo de los que habían hecho en sus hogares como una manera de compartir y de presumir el sazón de la cocinera principal, por lo general la matriarca.
Si se horneaba en la casa, la espera solía volverse una tortura desde que se comenzaba a percibir el aroma de los pibes cociéndose.
En muchos hogares el primero que salía iba directo a la mesa de la ofrenda, aunque las familias difieran en esta tradición. Algunas debían rezar el rosario antes de comerlo, otras solo lo dejaban un ratito, pues había buen número de comensales vivos, no finados, rondando el altar para “robar” un pedacito de este manjar.— JOSÉ VALERIO CAAMAL BALAM



