
Víctor Caballero, “un orgulloso yucateco” que admira a los suyos
Familia es la palabra que se repite en toda la entrevista con Víctor Caballero Durán, aspirante a la alcaldía de Mérida por el Partido Revolucionario Institucional: desde algunos detalles de la boda con Elsa Domínguez Teyer, “de los mejores momentos de su vida al igual que el nacimiento de sus hijas”; pasando por la admiración por sus padres hasta los deseos de tener más tiempo con sus seres queridos.
No duda en describirse como un hombre feliz, con una familia unida, al que le gusta su trabajo.
Sentado en la terraza de su casa, esa donde lee los periódicos y toma el café de la mañana junto a su tableta, la de mayor tamaño, “por cuestiones de vista”, él se define como un “orgulloso yucateco nacido un 4 de julio”, ya cercano a cumplir los 51 años.
En su casa hay un rincón especial para las fotografías familiares, esas con sus tres Beatrices: Elsa Beatriz, su esposa; Daniela Beatriz y Pamela Beatriz, sus hijas. Presume la foto de su esposa vestida de novia: “fíjate qué chavitos estábamos”. Muestra también otras imágenes de su familia en viajes diversos, de esos para los cuales les gustaría tener mucho más tiempo: “para estar con ellos y conociendo lugares del propio Yucatán y de México”.
A su esposa la admira: “Ustedes comprenderán que a lo largo de estos 27 años estar junto a mí no ha sido fácil. Tengo muchas responsabilidades, soy muy dedicado a mis tareas y ella ha sido la que me ha apoyado en todo y ha estado junto a mí”.
Sobre él, tiene claras sus características. Se ve como un hombre responsable, trabajador y que da resultados. Siendo el mayor de cuatro hermanos en una familia de comerciantes aprendió el valor del trabajo desde niño: “Hay que trabajar diario, porque diario comes”, decía su padre. Y la comida, la disfruta. “Trato de comer lo más sano posible, aunque me encanta la comida yucateca. Como de todo”, dice en medio de su cocina, junto a una sartén con huevos revueltos y frente a una bandeja con fruta picada. Confiesa que le gustan las galletas Soles, con jamón y “Cheez Whiz”. Es su cena de los domingos, dice. Y es que las tardes de ese día son sus preferidas: “El momento ideal es estar sentados aquí, conviviendo, comiendo y jugando algún juego de mesa con mi esposa, hijas y amigos de ellas… es muy entretenido”.
De sus hijas, Daniela ya es mercadóloga y Pamela aún estudia la misma carrera. “Ninguna estudió leyes, a pesar de que Elsa y yo estudiamos derecho”. A media entrevista, su hija , “la chica”, se despide de él, quien la abraza y le da un beso en la frente. Y es que, “no hay nada más importante para un ser humano al final del día que su familia”.— Jessica Ruiz Rubio, @YekaRuiz. Colaboraron en esta entrega Isabel Montero Zaldívar (información), Eduardo Méndez Escobedo (grabación), Carlos Almeida Ruiz (edición), Emanuel Rincón Becerra (fotografía) y Zabdi González Sansores (diseño).
El invitado/ Víctor Cervera Pacheco

Si pudiera invitar a alguien a comer, “vivo o muerto”, éste sería el exgobernador Víctor Cervera Pacheco, alrededor de “un rico chocolomo”: “De don Víctor, cada conversación era una enseñanza de vida, de cómo se enfrentó a retos, de cómo quería tanto a su tierra y de cómo sacrificó incluso su vida para defender aquello en lo que creía. Me quedé con varias preguntas para hacerle”.
El servicio público/ Varios cargos
Desde joven

Licenciado en derecho, egresado de la Uady, comenzó su actividad política en la universidad. Ha sido funcionario público municipal, estatal y federal; en los poderes Ejecutivo y Legislativo (en la foto, como regidor en 1999). La alcaldía de Mérida, cargo al cual aspira, la define en estos tres conceptos compromiso, servicios públicos parejos y desarrollo con igualdad.
Su jornada Ejercicio y oración
Levantarse temprano
Su día lo comienza haciendo ejercicio. Si es en casa, la elegida es la bicicleta estática. Si el tiempo se lo permite, prefiere salir a la calle a caminar. Sobre los objetos con los que sale son su cartera, sus lentes y el teléfono celular, un iPhone. Su jornada la concluye con una oración, en un hogar donde se consideran guadalupanos y devotos de la Sagrada Familia.
