CIUDAD DEL VATICANO.— “Somos del Señor y no debemos ser esclavos de ningún poder mundano”. Fue la enseñanza en el centro de la catequesis del papa Francisco ayer en el Ángelus.
Con base en la pregunta de si es lícito o no pagar impuestos a los romanos, Jesús responde: “Pues dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”.
Son palabras que se han convertido en algo de uso común, dijo el Papa, pero hay que entender su verdadero significado. Se utilizan para hablar de las relaciones entre Iglesia y Estado, entre cristianos y política, y a menudo se interpretan como una separación entre la realidad terrenal y la espiritual.
A veces, también nosotros pensamos así: una cosa es la fe con sus prácticas y otra cosa, la vida de todos los días. Y esto no es así. Esto es una esquizofrenia, como si la fe no tuviera nada que ver con la vida concreta, con los desafíos de la sociedad, con la justicia social, con la política y etcétera.
Lo que Jesús quiere decirnos, dijo Francisco, es que hay que dar la importancia debida al César y a Dios: hay que respetar la política, las instituciones que se ocupan de la vida social, pero recordando siempre que Dios es nuestro Señor.
Debemos restituir a la sociedad lo que nos ofrece a través de nuestra contribución de ciudadanos responsables, prestando atención a lo que se nos confía, promoviendo el derecho y la justicia en el mundo del trabajo, pagando honestamente los impuestos, comprometiéndonos por el bien común y etcétera, señaló.
Pero, al mismo tiempo, Jesús afirma la realidad fundamental: que a Dios pertenece el hombre, todo hombre y todo ser humano, puntualizó Francisco, de acuerdo con Vatican News.
El Papa
El ser humano es imagen de Dios, recordó ayer el papa Francisco.
Sin ataduras
“Jesús quiere decirnos que no pertenecemos a ninguna realidad terrena, a ningún ‘César’ de turno. Somos del Señor y, por tanto, no debemos ser esclavos de ningún poder mundano”. Y vuelve a la antigua moneda romana: “En la moneda, por lo tanto, está la imagen del emperador, pero Jesús nos recuerda que en nuestra vida está impresa la imagen de Dios”.
