(Primera Columna publicada el 19 de noviembre de 2003)

En la columna del sábado, cuando el reportero tiembla al oír a cantidad gente alta (por su posición) y de bien (por su situación) le ha comido la lengua el gato del caso Medina Abraham, don César Pompeyo, para tranquilizarlo, se ríe y cita dos frases célebres que ponen a la esperanza a salvo del felino.

Ayer, en la banca de siempre, el reportero, asustado todavía, confiesa que no entendió eso de que “no todo está podrido en Dinamarca” y menos aquello de que “aún hay jueces en Berlín”.

“La frase auténtica -aclara Pompeyo- es “Algo está podrido en Dinamarca”.La dijo Hamlet. Su padre, rey de Dinamarca, es asesinado por su hermano Claudio. Su madre, Gertrudis, sigue en el trono, pues se casa con el asesino. El delito gobierna a Dinamarca”.

“¿El caso Medina Abraham muestra que algo está podrido en México?”

“Gracias al caso Medina Abraham sabemos que mucho está podrido en México, pero fue otra mi intención. Yo no cité a Hamlet. Lo podrido se puede limpiar. Por eso alguien le contestó al príncipe la frase que yo te dije: “No todo está podrido en Dinamarca”.

El reportero, para demostrar que él también es leído y escribido, recordó que Hércules limpió en un solo día todos los establos del rey Augías.

“¿Ya lo ¿Ves, periodista? Si Hércules lo hizo en 24 horas, ¿por qué no podremos limpiar los establos del caso Medina Abraham? Al cabo de ocho años ya estamos llegando a los últimos”.

“Que son los más sucios, don César. Por eso me asusté cuando mencionó a los jueces de Berlín. Si son como los de aquí no vamos a acabar nunca. Si Hércules entrara al Poder Judicial no dura una hora”

“Se ve que no conoces la anécdota. Un emperador alemán, alguno de los antiguos Federicos, se va de gira a lejana provincia. Un campesino se niega a aceptar la orden real de que venda sus tierras por una salchicha a uno de los latifundistas del Sacro Imperio…”

“Ya me sospechaba, don César, que Komchén es una palabra alemana, no maya…”

“El campesino se le planta a Federico (no era como los de aquí.) ¿No sabes que te puedo quitar tus tierras sin pagarte un centavo?…No puedes…¿No sabesque te puedo meter en la cárcel si no me obedeces? … No puedes… ¿No sabes quién soy? …Claro que lo sé: eres el emperador, pero no puedes…¿Por qué no puedo? …¡Porque aún hay jueces en Berlín!, respondió muy orondo el campesino”.

“Don César, eso no le hubiera pasado a Nachi Cocom. Un jugo, una torta o un taco y ningún alemán se le planta a don Federico”.

“Por eso Alemania es una potencia del primer mundo. Por eso nosotros somos el patio trasero en que tropezó Aguilar Zinser”.

“¿Tanta diferencia hace un taco?”

“No. La diferencia la hacen los que dan el taco. Es la diferencia entre Berlín y Mérida”.

“¿En qué paró el ejidatario alemán? ¿Le quitan sus tierras? ¿Qué hace el emperador?”

“El desafío del campesino fue la alegría de la corona”.

“Está medio bien, don César, que aplica a Yucatán la anécdota. También nosotros estamos en el fondo del país. Pero Fox no es Federico”.

“No seas pesimista, reportero. A mal tiempo, buena cara. De repente abro un día tu diario y me encuentro en primera plana con este título: “El caso Medina Abraham: ¡Aún hay jueces en Los Pinos!”-

“Nada más que don Vicente no es juez”.

“Pero los diputados sí, cuando les cae un juicio político. Una palanca que mueve aquí, una tuerca que aprietes allá, otra media vuelta al tornillo y los magistrados se van en el vuelo inaugural a París”.

“Eso parece premio”.

“París sería la primera escala: no hay vuelo directo a Bagdad. Además, el boleto es sencillo. Pero, con viaje o sin viaje, con juez o sin juez, aprende la lección, reportero: que no te coma la lengua el gato. Al que habla, al que se planta, al que se defiende, no se le pudre… Dinamarca”.

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