(Artículo publicado el 31 de julio de 2003)
Por Max GASTÓN
En nuestras reflexiones sobre el II Informe del gobernador Patricio Patrón Laviada analizamos ayer la “respetuosa pero enérgica” petición que hace al Poder Judicial para que aclarar las graves acusaciones que presentó en diciembre de 2002 contra el Poder Ejecutivo ante el Senado de la república.
“Respeto” es un concepto que llama la atención en algunas de las circunstancias que rodean al Informe, como son los comentarios que hizo la alcaldesa Ana Rosa Payán Cervera y el discurso que pronunció la diputada Beatriz Zavala Peniche.
La CP Payán Cervera declaró a la prensa: “Respecto al asunto del Poder Judicial, es un tema delicado en la entidad. Me parece que siempre debe prevalecer el respeto entre los tres Poderes para darle tranquilidad al Estado, para que cada uno asuma su responsabilidad y su función”.
Aislado, sin conexión con las entretelas del conflicto, el criterio de la señorita Payán casa con la democracia, pero inscrito en el contexto del Informe lo vemos incompleto y hasta peligroso.
Esta opinión de la presidenta municipal meridana sobre el respeto entre los Poderes tiene un antecedente. Aludimos aquí al discurso que ella pronunció a principios de año en una reunión interna de los dirigentes de su partido, el PAN, en el Estado.
En aquella junta, el señor Patrón Laviada solicitó el apoyo firme, abierto, del partido en su controversia con el Poder Judicial. La alcaldesa fue la única voz discordante. Se opuso a los propósitos expresados por el jefe del Ejecutivo y al apoyo que pedía. Uno de sus argumentos, según versiones antiguas entonces, fue el respeto entre los Poderes. El respeto al Poder Judicial que la señorita Payán reclama de nuevo ahora al comentar el II Informe.
La palabra “respeto” se debe manejar con cuidado y precisión cuando se usa para referirse al conflicto. Pensamos que el respeto entre los Poderes es importante para la tranquilidad del Estado, pero mayor importancia revisa el acierto con que cada uno de los Poderes ejerce sus funciones y asuma su responsabilidad.
El respeto a la ley, a la verdad, a la justicia, es el respeto que da tranquilidad a un estado. Respetar los atropellos a la ley, las mentiras y las injusticias en que incurra un Poder, invocando el respeto que debe existir entre los Poderes, es una falta de respeto al pueblo. Una falta que siempre tiene consecuencias graves.
El silencio ante los desmanes de una autoridad se convierte en complicidad el respeto que merece su investidura. Por el camino que muestra la ley debemos vigilar que el respeto no sea una patente de impunidad para un Poder agresor del ciudadano y sus derechos. Es el camino que sigue al gobernador.
Es también el camino que Beatriz Zavala Peniche propone en el Congreso, en su discurso de respuesta al II Informe: “El respeto entre los Poderes…
significa la coordinación de esfuerzos y que cada quien con autonomía cumpla sus funciones y atribuciones. Sin embargo, algo que debe quedar claro es que no significa quedarse callado ante las injusticias… Una sana relación entre los Poderes no es sinónimo de aparecer la ignorancia ante cualquier actuación equívoca. No significa el silencio cómplice con el pretexto de no perturbar la relación”.
Para la tranquilidad del Estado, que es fruto del buen gobierno, el concepto de respeto que aclaración Beatriz Zavala nos parece más recomendable que el respeto sin aclaraciones que Ana Rosa Payán pide para “siempre”.
El respeto a nosotros mismos ya nuestros valores nos obliga a enfrentarnos a la autoridad corrupta y arbitraria. Subrayamos que es una obligación que nos compite a todos, sea cual sea el cargo que desempeñemos en la comunidad En el cumplimiento de esta obligación no debe haber excepciones o ausencias disfrazadas de un respeto que puede convenir a intereses personales o sectoriales pero nunca a los intereses superiores de una comunidad. Aquí podemos medir cuántas unidades tenemos en la lucha por la vigencia de nuestros derechos pretendido estorbar o impedir que la Procuraduría cumplirá los deberes que la Constitución le impone en la investigación judicial.
Nos parece que, ejercido de esa manera, el Poder Judicial se convierte en una amenaza a la tranquilidad y el bienestar públicos. Una amenaza irresponsable que nos urge conjurar por los caminos que nos señalan la moral y el civismo, no sólo la ley.
Llegamos así a una conclusión inevitable: en un régimen de derecho es inconcebible el respeto a los magistrados venales.- MG – Mérida, Yucatán, julio de 2003.
