(Artículo publicado el 3 de diciembre de 2009)
Nuestro tema de hoy es una impresión negativa sobre una noticia que el “Diario” publicó ayer. La noticia de que el gobierno del estado ha tenido la ocurrencia de comenzar a regalar en Mérida 550 pesos mensuales a los adultos mayores de 70 años que exhiban su credencial de elector. A este programa se destinarán 24 millones de pesos: 13.2 en este municipio y 11.8 en el interior del estado.
Como suele hacer las cosas que pueden tener un fin antidemocrático, el gobierno lanza el programa casi a la chita callando. Con el menor ruido posible. No hace anuncio alguno, no informa a la prensa: lo pone en su página electrónica.
El “Diario” se enteró porque ha tenido a la vista, mostrada por uno de los destinatarios, una de las cartas que el gobierno del estado está distribuyendo entre los agraciados para avisarles que recibirán el obsequio.
El programa encaja dentro de las actividades de la Secretaría de Política Comunitaria y Social, pero hay una circunstancia: quien lo firma es el jefe del despacho de la gobernadora, su asesor foráneo, su eminencia gris: Ulises Carrillo Cabrera.
De acuerdo con un análisis reciente que publicamos en este espacio, el señor Carrillo es un enviado del grupo político nacional que encabeza el gobernador del estado de México, Enrique Peña Nieto. Un enviado con doble fin: suplir las deficiencias de la señora Ortega, tanto políticas como administrativas, y diseñar las estrategias, así como disponer las medidas para que un triunfo electoral del PRI en Mérida asegure que Yucatán estará al servicio del próximo candidato presidencial del PRI.
Cada día que pasa cobra mayor fuerza la versión de que Yucatán funciona como una monarquía parlamentaria al estilo de Inglaterra, Dinamarca y otros reinos. La reina, en este caso, Ivonne Ortega, es el jefe del gobierno, un jefe decorativo, porque quien manda es el primer ministro, en este caso Ulises Carrillo.
Parece que el programa de “aguinaldos” electorales se inició hace un año, para influir en la votación para diputados, pero nada más en el interior del estado, sin hacerlo extensivo a Mérida. Ahora, en vísperas de elecciones municipales y legislativas, este regalo masivo a los meridanos mayores de 70 años está abierto a todo tipo de sospechas de una intervención ilegítima del Poder Ejecutivo a favor de su partido, el PRI.
Una intervención partidista con fondos públicos, con dinero del pueblo. En una población donde la pobreza e ignorancia son con frecuencia motivo de lucro político mediante donativos, compras o amenazas, es muy probable, y nosotros pensamos que eso precisamente se busca, que los regalados tiendan a votar por el PRI como una forma de agradecimiento. Una forma nueva de propaganda para un partido que pregona que “va con todo” para ganar los comicios. Con todo nuestro dinero.
En una medida a favor de la democracia y la pureza del sufragio, las autoridades electorales harán bien en advertir a la señora Ortega Pacheco que si su gobierno quiere empezar a obsequiar dinero como un Santa Clos lo haga después de las elecciones, no antes. ¡Señor, hasta cuándo los señores y señoras del PRI van a aprender a jugar limpio! ¡Hasta cuándo empezarán a tener confianza en sí mismos en vez de dedicarse a urdir manipulaciones, trucos y trampas que puedan darles una victoria sucia!— Mérida, Yucatán
