(Artículo publicado el 9 de febrero de 2010)

Yucatán fue el triunfador en la gala política que ha coronado el domingo la precampaña de Acción Nacional para elegir su candidatura a la alcaldía de Mérida en las elecciones de mayo.

Las credenciales de la candidata electa Beatriz Zavala Peniche, reconocidas como ya eran, quizá no hubieran tenido en una postulación única el certificado aval de unidad y fortaleza que le otorga una mayoría que no fue hija de un paternalismo nacional, por bien fundado que éste fuera, sino de una mayoría luchada a pulso en una competencia inesperada.

No sólo inesperada: también sorprendente. La contienda interna del PAN, por la actividad desplegada y la atención recibida, ha sido un émbolo generador de una corriente popular de alto voltaje que rebasa los contornos del partido y debe transmitir a la campaña por la presidencia municipal una vitalidad democrática que atraiga como imán a la sociedad.

Hemos presenciado una batalla que se acerca como pocas veces hemos visto al ideal de una lucha sin derrotas: nadie ha perdido. El contendiente Salvador Vitelli era hace unos cuantos meses un desconocido virtual: los centenares de votos que ha obtenido desde cero, cuesta arriba, unidos a su reacción deportiva al resultado, tienden a señalar que se ha ganado un puesto de vanguardia en el presente y el futuro.

La precampaña panista muestra otros síntomas dignos de imitación. La pugna entre los dos aspirantes fue la ocasión propicia para que regresaran a la actividad productiva valores que en una discrepancia natural, pero no bien entendida y mal llevada, se habían mantenido en una actitud contraproducente de desafío o abstención.

En un partido que cargaba una cruz de pesimismo cada vez más pesada, en un partido que no dejaba de restar y no empezaba a sumar, este broche de campaña, que ha fundido en una sola, entonada, las voces que desafinaban, ese broche, repetimos, hace resonar una nota de optimismo añorada y bienvenida en el seno de la oposición. No es sólo la redención que se buscaba por la vía de la conciliación y el sentido común: es sobre todo el aire fresco de esperanza que insuflado en la comunidad puede levantar sus ánimos caídos y destupir sus arterias del conformismo y la indiferencia provocada y promovida por los políticos que buscan pueblos mareados o aletargados que sean fáciles de explotar.

Hemos contemplado en estos días que los modos y maneras distintos de buscar un mismo fin, que las opiniones diferentes sobre la forma de lograr objetivos compartidos pueden entrar sin agresiones ni exclusiones en un concurso que marcado por la libertad y la honradez conduzca a un resultado en que las minorías se alcen como un aliado respetado y respetable de la mayoría.

Nosotros vemos otro espectáculo alentador en la precampaña política panista. El espectáculo de gente numerosa que desea, sí, pronunciarse por éste o aquel precandidato, pero quiere más que nada rendir un testimonio personal y espontáneo de adhesión a su partido, de lealtad a sus convicciones, de interés y confianza en los procesos y procedimientos electorales. Un testimonio de que se tiene conciencia de que yo cuento y tú también, de que ambos somos necesarios para que las cosas salgan como queremos.

Habrá seguramente algún aspecto negativo, algún foco rojo que merezca estudio y corrección en la tregua que viene; pero, en general, la batalla de vencedores que acaba de concluir en el PAN, con sus síntomas, galas, testimonios y espectáculos, es un espejo en que se deben mirar los demás partidos políticos para que aporten contribuciones semejantes a que los comicios de mayo sean un torneo de democracia en que nadie pierda porque culmine en nuevo Ayuntamiento que gobierne para todos.

Nuestros votos porque la campaña que se avecina sea por el espíritu cívico que la inspire, el cauce democrático en que se desarrolle y el clima de concordia en que termine una réplica fiel de la precampaña panista en beneficio de Yucatán y su capital.— Mérida, Yucatán.

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