(Primera Columna publicada el 12 de junio de 2012)
La segunda meditación de César Pompeyo sobre “Orgullo y compromiso”, lema de los candidatos del PRI en Yucatán, transcurrió ante un escenario que puede parecer sorprendente e inesperado, pero que a la postre resulta lógico: el debate de anteayer en Guadalajara entre los aspirantes a la presidencia de la república.
El “Diario” lo considera un “debate sin fondo”, pero, para el señor Pompeyo, en el fondo del debate se registró un choque de trenes inevitable: la colisión frontal entre lo que propone Enrique Peña Nieto y lo que hace Ivonne Ortega.
En las intervenciones de don Enrique, su proyecto de “nuevo PRI” para un “nuevo México” incluyen: la transparencia en el gasto público, oído atento y respetuoso a las opiniones que se opongan a las suyas, hospitales que procuren la salud, un congreso funcional y, sobre todo, el combate al aumento de la pobreza, con un punto de partida que subrayó varias veces: la atención prioritaria al campo y a la actividad agropecuaria.
En una palabra, para que prospere su oferta política y económica tendrían que desaparecer de la república gobiernos como los de la señora Ortega, que precisamente han sido y son lo contrario de lo que el señor Peña busca. La impresión de Pompeyo es que el plan renovador de don Enrique y socios reformistas está destinado al basurero de la historia, por lo menos en Yucatán, si dos certificados admiradores y colaboradores de la obra de doña Ivonne, como son Rolando Zapata Bello y Nerio Torres Arcila, ganan respectivamente la gubernatura y la alcaldía meridana en el seno de un PRI local incorregible, anclado en los vicios del pasado.
En su primera meditación, don César señaló que una de las prácticas antipeñistas de Ivonne Ortega y su séquito ha sido el abandono del campo a su perra suerte, explotado por funcionarios corruptos que han desviado con procedimientos criminales el dinero asignado a las actividades agropecuarias. Porque es un crimen apoderarse de la ayuda a los que menos tienen.
Una de las consecuencias ha sido el aumento del número de pobres en el estado, que pronto llegará al millón: la mitad de la población. Donde ya estamos, en la mera orilla, y al ritmo que llevamos, acelerado, de la noche a la mañana alcanzaremos esa cifra histórica de cuatro dígitos de miseria.
Es natural que Peña Nieto, un artista del deslinde, pretenda deslindarse de la señora Ortega como ya apostató de otros gobernadores pecadores que son un lastre para cualquier candidatura. Como sería natural también que doña Ivonne se inquiete y se ponga al borde de un ataque de nervios —diría Pedro Almodóvar— cada vez que Peña Nieto abre la boca.
Esta creciente preocupación suya, al verse rechazada en el presente, al no ver un lugar para ella ni para Angélica Araujo en un México a la Peña Nieto, podría ser, entre otras causas penosas, el motivo de que haya invertido tres millones de pesos en blindar su camioneta contra armas de grueso calibre como las usadas en Afganistán y Siria.
Pompeyo no cree que para rescatar hoy al PRI de las cargas perniciosas se recurra a la fórmula Colosio, pero, eliminado este procedimiento, cualquier percance puede esperar el gobernante que no tenga la conciencia tranquila o la tenga drogada por la codicia, la irresponsabilidad y la adulación.
El miedo a los yucatecos puede ser otra razón del blindaje de la camioneta. Le dicen a don César que hace unos cinco o seis días que a la señora no se le ve la cara en público. Cuando sale, la resguardan, por delante y por detrás, caravanas de vehículos repletos de guardaespaldas. No asiste a un acto si antes no hay certeza de que la concurrencia estará domesticada y los anfitriones le abrirán los brazos.
La experiencia justifica el temor. La abuchearon en el Peón Contreras (no ha vuelto a un concierto de la Sinfónica). La rechifla que la bañó en aquella noche de boxeo continúa sonando. En las encuestas de popularidad y aprobación sus porcentajes de apoyo están por los suelos y los de repudio, por las nubes. En el llamado estado más seguro del país, se considera tan insegura y expuesta a una agresión que por primera vez en la historia un gobernador yucateco siente la necesidad de blindar su vehículo.
Los señores Rolando Zapata y Nerio Torres no han querido deslindarse de Ivonne Ortega y el PRI pasado de moda que los postuló. Cuando se refieren a ella y su obra, hablan admirados y orgullosos. ¿Es el orgullo que proclaman en el lema de su propaganda? ¿Un orgullo que anuncia la imitación?— Mérida, Yucatán, 12 de junio de 2012.
