La trayectoria de Lupita Worbis Aguilar tuvo muchos señalamientos antes de ser parte de la historia olímpica yucateca.
Lupita fue un parte aguas al querer jugar béisbol en la Liga Yucatán. Años después, en el fútbol, fue picando piedra para llegar al cenit de su vida: Juegos Olímpicos, en Atenas, la cuna del olímpismo, y sentando un precedente con el Tricolor. Y es que, la de Atenas en 2004, fue la primera y única ocasión que ha visto calificar a una oncena tricolor.
Lupita, hoy dedicada a la formación de jugadoras, reflexiona sobre lo vivido en toda esa época. Desde antes de la justa fueron haciendo historia bajo la dirección de Leonardo Cuéllar.
“Lo primero es que ganamos el pase, uno de dos, ante Canadá, que es una gran potencia, con muchos recursos, infraestructura, talento. Ganamos el boleto en el Preolímpico de Costa Rica. Nosotras no teníamos casi nada. Y un pase lo ganó Estados Unidos, la gran potencia. Imposible olvidar todo eso”, relata Lupita, a propósito de cumplirse las dos décadas de su viaje a la magna cita.
Y lo vivido lo relata con gran nostalgia. Recuerda cada cosa en Atenas.
“En ese entonces clasificaban solo diez equipos, así que sólo es imaginar que iban las mejores selecciones, era más selecto, estaban solo las potencias”.
México jugó en el Grupo F junto con Alemania y China. Las teutonas fueron bronce y la oncena de Estados Unidos ganó el oro. México tuvo empate ante las chinas y derrota ante las alemanas.
Ser parte de un equipo que dejó huella grande “no se compara con nada. Hicimos historia, que tal ves en mi vaso, por ser tan joven, pues tenía sólo 19 años, no me permiria valorarlo como puedo hacerlo ahora a dos décadas de distancia”.
Y la estadía en una justa de esta magnitud permite muchos privilegios. Uno, por ejemplo, que te subas a un autobús para ir al comedor olímpico y te topes con la máxima figura de la gimnasia, Nadia Comanecci, la del primer diez (Montreal-76). Otra, que en el hotel sede del fútbol, pudieras caminar en los mismos pasillos que el once de Portugal, que ya traía en sus filas a un joven que ya sonaba, Cristiano Ronaldo.
“Vuelvo a los recuerdos… no imaginé nunca poder conocer a una mujer tan famosa como Nadia, alguien tan grande, que se subió al autobús igual que nosotras. Y Cristiano, que luego seria una leyenda. Es algo que no olvidaré nunca”.
Lupita no deja de lado su pasión por el fútbol, que tanto le ha dado. Y así como cumplió el sueño de ir a unos Juegos Olímpicos, ahora quisiera que otra yucateca pueda abrirse camino. Sería la guinda a una trayectoria que es parte de la historia yucateca.— Gaspar Silveira M.
