¡Bucareli!

Ernesto Arévalo Galindo (*)

“En esta vida algunos hombres nacen mediocres, otros logran mediocridad y a otros la mediocridad les cae encima”. Joseph Heller, novelista estadounidense

Nuevamente, el Reloj Chino volvió a ser testigo de un acontecimiento más en la historia de México. Firme como buen monumento marcó el inicio; marcó el final de una etapa negra, muy negra en la política interna, porque de frente está ubicado el Palacio de Cobián, mismo que desde 1911 es sede de la Secretaría de Gobernación (Segob).

Los casos de impunidad contra los actos de corrupción “indignan y frustran” a México, como lo aseguró el secretario general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), José Ángel Gurría Treviño, en una de sus primeras declaraciones de 2018, a pesar que ya hay exmandatarios detenidos por sus actos inaceptables, porque aún hay prófugos, lo que genera “escándalo”.

Sin embargo, el pueblo de México dejó de creer en el gobierno de la República; dejó de creer en sus instituciones. Principalmente, en cuanto a la aplicación de la justicia pronta y expedita, pues para la mayor parte de la sociedad las detenciones de Javier Duartede Ochoa (exgobernador de Veracruz) y de Roberto Borge Angulo (exgobernador de Quintana Roo) son un montaje político y electorero; lo anterior, como solamente un ejemplo para favorecer al PRI en julio próximo.

En el actual sexenio de Enrique Peña Nieto, la violencia, el secuestro, las ejecuciones, los feminicidios, los desplazados y la inseguridad están a su máxima expresión, llegando a transformar a la República mexicana en un gran cementerio nacional; mientras que habitantes de todos los extractos sociales respiran miedo.

Tanto en el lenguaje periodístico como en la literatura política, Miguel Ángel Osorio Chong fracasó como secretario de Gobernación; fracasó en la mayor parte de las decisiones internas del gobierno de la República; fracasó en la mayor parte de las pláticas efectuadas en el Palacio de Cobián, entre paredes silenciosas, pero entre gritos de angustia de millones de mexicanos, aglutinados a su suerte en el exterior.

El regalo del último emperador de China, Puyi, con motivo del centenario del inicio de la lucha por la independencia de México, el Reloj Chino, atestiguó con sus horas, con sus minutos y con sus segundos, el fracaso de la política interna.

El 19 de septiembre de 2017, y durante los días posteriores, Miguel Ángel Osorio Chong vivió en carne propia el repudio de los ciudadanos cuando supervisaba las labores de rescate de personas sepultadas por el terremoto que azotó a Ciudad de México, entre otras regiones del país, ya que también fue responsable de coordinar las acciones de protección civil y seguridad nacional.

Al reclamarle su presencia y obligarlo a retirarse de los lugares en desgracia, el Poder Ejecutivo recibió un claro mensaje, a través del secretario de Gobernación, sobre la solidaridad del pueblo mexicano. No con el gobierno. Con el pueblo.

Al referirse a Miguel Ángel Osorio Chong en la ceremonia oficial de su despedida, Enrique Peña Nieto lo calificó como un “protagonista de la construcción del Pacto por México y con ello, de la más profunda transformación legal e institucional en nuestra República en décadas”.

El cruce de las calles de Bucareli y Atenas de la colonia Juárez en la capital de la nación, nunca ha dejado de ser transitado por aquellos que son responsables de la toma de decisiones en materia de política interna y por aquellos que son afectados por la toma de decisiones en materia de política interna.

Unos dentro; otros fuera del Palacio de Cobián.

En Bucareli.— Cozumel, Quintana Roo

arevalo61@yahoo.com.mx

Periodista

 

En el actual sexenio de Enrique Peña Nieto, la violencia, el secuestro, las ejecuciones, los feminicidios, los desplazados y la inseguridad están a su máxima expresión